Entrevista
23/07/2019
Entrevista: Valentina Millán Fotografías: Pepo Fernández
Entrevista: Valentina Millán Fotografías: Pepo Fernández
23/07/2019

El reconocimiento de Andrea Paz

 

“Ya po, que la Andreita ponga música”. Como si ser Dj hubiese sido un mandato, desde pequeña animaba los cumpleaños familiares y hasta los recreos del colegio. Y ya de una manera más formal, con la ayuda del programa Traktor, en 2005 empezó a poner música en cumpleaños de amigos y pequeñas fiestas. Libre de prejuicios, en su computador siempre ha habido de todo: música «para bailar, para huevear, para ponerse serio, para llorar y para reventarse», admite.

La Dj huye del encasillamiento y las etiquetas, algo que tiene que ver con la madurez, asegura. “Cuando era adolescente decía “yo soy rapera”, y después “no, ahora soy punk”. Y tienes que vender la pomá entera y vestirte de la hueá y vivir la experiencia de todo. Pero cuando ya te diste la vuelta completa de conocerte a ti mismo ya no tienes la necesidad de encerrarte en nada. Me dan lata esos hueones que están viejos y son sectarios y cerrados en sus ideas de lo que «es» la música”.

Es co-fundadora del sello Discos Pato Carlos junto a los también Djs y productores Alejandro Paz y Diego Morales (Diegors). También lleva años produciendo fiestas como Club Sauna y Low-fi. Y con Daniela Hinojosa (Pety) y su hermana Karola Miranda creó el Recreo Festival. No es una exageración decir que Andrea Paz es de los nombres más importantes de la escena musical electrónica chilena, y no son muchas las personas que pueden jactarse de manejarse tanto detrás del escenario como arriba de la pista.

Sin embargo, a diferencia de sus compañeros de sello Alejandro Paz y Diegors,  Andrea no había incursionado profundamente en la producción musical. Eso hasta el lanzamiento de «Cruz Dimensional», su primer disco.

 

Andrea Paz Galio Chile

Andrea Paz Galio Chile

 

 

¿Cuándo empezaste a producir? ¿Cómo fueron esos primeros acercamientos?

Fue hace mucho tiempo. En algún momento logré que alguien me pasara Ableton y estuvo muchos años como un juguete en mi computador. A veces me metía, estaba horas mongoleando y era como una niña: aprendí apretando botones, sin tanto conocimiento técnico. Después, cuando ya sabía más y me hablaban del decay o un filtro, era como “ah, eso era”, porque ya los había probado. Es bacán romper la idea de que hay un solo camino para llegar. Cuando empecé a armar el disco lo hice sin ninguna pretensión. Tenía muchos tracks que nacieron en una misma época y quedaron como los espermios que no llegaron al óvulo, pero que todavía tenían una oportunidad,  aún podía volver y encontrar buenas ideas. Revisándolos me vi enfrentada a decir: “Hueona, aquí hay un disco. Vamos, vamos, concéntrate, aprende lo que no sabes, pregunta y hazlo”.

 

¿No sientes que te demoraste mucho?

No, porque cuando escucho el disco me gusta, y ese era mi mayor miedo. Me daba pánico eso de sacarte la chucha haciendo algo para después escucharlo y sentir que no te identifica tanto. Escucho el disco y me siento conforme, y tiene que ver con que lo mastiqué caleta, pero no cayendo en esa espera desde la inseguridad o desde la perfección de creer que nunca está listo para al final no terminar sacando nada. Lo más importante para mí es que me haga sentido, que me identifique.

 

¿Qué significado tiene el disco para ti?

Qué heavy… creo que siento que logré sacar mi voz. Lo escucho y me reconozco. Siento que no se parece a otra música. Siendo que es electrónico, siento que tiene identidad, y eso es bacán porque no me aburro de escucharlo. Quiero seguir haciendo música. Quizás ahora tengo más ganas de saber más, de experimentar, probar trabajar con mi voz, por ahí creo que se viene. No sé si tal cual cantar, pero ir probando por ahí.

 

 

¿Cómo ves la producción musical en Chile?

La democratización de la música me parece increíble. El hecho de que cualquiera pueda instalar Fruity Loops y hacer música me parece hermoso. Al final es un ejercicio, una manifestación de arte indiscutible. Puede que a alguien le guste o no la música electrónica, pero es algo, funciona y puedes hacer bailar o llorar a alguien. Es arte.

 

¿Cuáles son las principales diferencias que ves entre las nuevas camadas de chicos que están haciendo música versus los más establecidos?

Me parece la raja porque siento que la generación más antigua –y que es algo producto de la dictadura– es muy miedosa. Muy de “si sacas un disco tiene que ser súper bueno, tiene que ser el mejor”. Siempre guardados, recelosos. Lo que encuentro alucinante de la gente más joven es esa pérdida del miedo al error, eso de hacer no más y que si alguien se ríe bueno qué tanto, lo hice y después haré uno mejor. Me parece bacán; no me molesta que la gente haga hueás malas. Me parece peor la gente que no hace nada. Me encanta esa desinhibición, eso de tocar no más, hacer. En nuestra generación hay mucha vergüenza, y también es muy así porque éramos muy destructivos, muy de la competencia, del chaqueteo, esa hueá muy ochentera de reírse del curso en el colegio.

 

¿Crees que te jugó en contra, quizás en algunos procesos más primarios dentro de tu búsqueda artística, toda esta mentalidad llena de prejuicios y miedo?

Siento que tuve la suerte por como me criaron mis viejos, usé eso a mi favor. Si a mí me reprimían me daba más rabia. Por ejemplo, siempre quise estudiar lo que más me costaba. Estudié teatro porque no era capaz de pararme en el escenario, y estoy orgullosa de haber tomado esas decisiones, de enfrentarme no a lo fácil sino que a lo que me costaba de verdad. Pero también fui testigo de cómo a muchas personas las arruinó ese miedo, ese yugo de los papás, ese “como se te ocurre que vas a hacer esto”, o de la misma sociedad, de que se burlen porque eres distinto, etc. Yo soy de una generación en la que me encuentro con compañeros y parece como si tuvieran 40, 50 años. Fueron muy reprimidos. Veo que fueron víctimas de lo que les dijeron que debía ser la vida, de lo que se supone que es la felicidad.

 

¿Y realmente has podido huir de todas esas imposiciones?

O sea lo más cercano a eso, ya más adulta, ha sido el tema de la maternidad. La sociedad te habla, y a veces quiero, a veces no.  A veces pienso que me gustaría tener un hijo, pero me pregunto: “¿Qué le vas a heredar, si con suerte sabes si se viene el fin del mundo?”. Quizás en 10 años más no va a haber agua potable. No sé si es un regalo la vida en este momento. Suena súper horrible pero es verdad, e igual es triste. En algún lugar de mí, quizás cuando me llega la regla y tengo esos momentos medios depresivos naturales igual sufro, me duele sentir que está tan gris el futuro en ese sentido.

 

Ni siquiera tenemos la opción de considerar si queremos ser madres o no

Claro. La opción de ser madre, cuando lo discuto con mi pareja, es adoptar. Tiene sentido porque también estás haciendo algo por alguien que ya está en el mundo y que si no lo haces tú puede que no lo haga nadie. Pero no es traer a alguien a esta realidad que ni siquiera sabes si tiene futuro. O qué clase de futuro, si con suerte pagas un arriendo, y no sé, al final uno es feliz porque se atreve a vivir el presente, pero imagínate la gente que no tiene esa capacidad de vivir el presente, cómo debe vivir angustiada.

 

¿Y cómo miras el futuro siendo Dj en un país donde el arte no paga?

Yo siento que eso es lo hermoso, y ahí entra mi lado positivo, optimista. He trabajado tantos años y ha dado frutos. Pero no me atrevo a decir que es una regla. No creo que exista esa hueá utópica de: “Si tú trabajas vas a ver a resultados”. Puede que te saques la chucha toda tu vida y que nadie te lo reconozca. La vida es cruel, por eso creo que mi discurso está muy cerca de disfrutar el presente.

 

No muchas personas pueden decir que viven de la música y de la producción de fiestas en Chile

Tiene que ver con la perseverancia, creo. Tiene que ver con que hice muchas cosas en las que no gané ni uno, siempre pensando en que “hay que sostener”. Y en ese sostener de repente miras para el lado y cachas que otros se fueron, pero hay otro que ha seguido al lado tuyo todo el rato, y empiezas a hacer buenos equipos por eso. Yo vengo de la escuela del teatro donde tienes que armar grupos y ahí era como “ya, este cabro es súper inteligente”, o  “este escribe la raja”. Pero eso al final no significa nada; a la hora de las relaciones humanas todo puede ser un fracaso. Lo único que te confirma que un equipo es bueno es que tú vas trotando y el otro va trotando al lado tuyo, punto. Porque esa es la resistencia: es resistir a que te vaya mal, a que te acusen de hueás, es resistir la tecnovela. Y después cachas que te unen principios muy importantes, y eso es todo.

 

Andrea Paz Galio Chile

 

 

Tras un año, ¿Cómo ves al festival Recreo?

Siento que Recreo está en un lugar de puros desafíos porque el colegio ya no está, pero es mucho más grande el contenido y el concepto que hay detrás del lugar. Me siento en un territorio de aprendizaje, todo el rato es una oportunidad de aprender mucho y compartir. Estoy motivada, los cambios van a abrir una nueva etapa para Recreo. En general, no es algo que exista, no tenemos referentes, no hay algo que replicar. Viene directamente de la propia experiencia. Hay tanta gente hablando cosas, ¿pero cuál es el verdadero discurso hoy día?: la acción. Intento que Recreo sea un discurso en acción, y también donde podamos cometer errores. ¿Por qué no? Pudimos haber sido más cagadas de miedo y no probar o no hacer un montón de cosas.

 

¿De qué maneras crees que Recreo ha marcado la escena local?

Siento que ha cambiado mucho las relaciones entre los grupos. Puede que suene medio soberbio pero yo vi cómo hubo gente que se organizó después de Recreo. No lo digo en modo de adjudicármelo, pero lo vi. Ocurrió que gente se organizó, le puso nombre a proyectos y eso es hermoso: fomentar que la gente se organice, que tengan un nombre, a que saquen personalidad jurídica o que escriban quiénes son y qué quieren. Porque cuando nosotras les pedíamos que nos mandaran un manifiesto del colectivo muchos no lo habían hecho jamás, y en ese proceso de escribirlo te defines y es muy lindo, es poético.

 

¿Y a quiénes priman?

Primamos que la persona tenga amor por la música, por la escena y por su trabajo. Porque va a ser una persona proactiva, con iniciativa, y si te cuestionan bacán porque hay cosas que a lo mejor estás haciendo mal, pero lo hacen desde un lugar generoso, no desde la destrucción. Esos son para mí los grandes logros de Recreo: la gente, el equipo humano, la confianza.

 

¿Qué consejo le darías a los DJs chilenos?

Que no sean fomes. Que no se queden, que no sean cómodos, que no se achanchen. Que se atrevan a experimentar, probar, y buscar un estilo propio. Hay caleta de Djs que pueden mezclar increíble, pero yo le pongo más ficha a la gente atrevida que lo puede hacer bien o mal a la gente no atrevida que lo hace bien. Y no está nada escrito, es infinito.

 

¿Te sientes más libre?

Siento algo que no tiene tanto que ver con la música, sino que más con la realidad. Creo que hay que deconstruir todo: está todo mal, todo. Hay que darse cuenta de que hemos heredado un modelo o una creencia de la realidad absolutamente arbitraria y que tenemos el permiso de considerar que no es la correcta. Romper los paradigmas de la sexualidad, el género, con el exitismo. ¿Por qué tengo que ser famosa? ¿Quién dijo que eso es que te vaya bien? ¿Quién dijo que el éxito era tener plata? ¿Qué es lo que a mí me hace sentido? Eso hay que preguntarse.

 

¿Cómo sería tu fiesta ideal?

En una casa. Tener una casa real: living, cocina, piezas. Una casa rica, ambientada rica, con luces, estufita en invierno, y que hayan varios ambientes: que puedas pasar al ambiente pieza matrimonial, ambiente cocina. Es buena idea pero tendrías que conseguirte una casa pero que no esté vacía, sino que viva gente ahí. Me gusta ese sentimiento medio casero, familiar. Que te puedas tirar en la alfombra, conversar, y que esté tocando alguien. Rico. Sentirte en confianza, protegido, que te puedes empelotar, que puedes cagarte de la risa y que vas a estar con gente cercana. Eso es una fiesta buena, y la vamos a hacer.

 

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