¿En qué momento el invierno se volvió la estación de la introspección? Cuando el frío y los días cortos se apoderan de agosto, algo en nuestro ánimo cambia.
Me despierto una mañana fría bajo mi frazada. Los pies se niegan a bajarse a esa madera helada que así la prefiero, antes que al calor infernal de la estufa que solo funciona al máximo.
En un rincón oculto de la ciudad, donde el sudor brilla como diamante y el silencio no existe, la identidad se descompone y se reconstruye. En este espacio, ser es suficiente
‘Manda tu ubicación si vas a salir’, ‘pon cara de enojado cuando camines por calles oscuras’, ‘en ese motel no aceptan colas’, ‘revisa que el bar/disco/antro esté en una zona segura’. Esas son algunas de las advertencias que las personas LGBTQAI+ suelen recibir al momento de salir de sus hogares debido al peligro que significa vivir en la sociedad actual. Pero, ¿cómo se puede construir una ciudad más inclusiva y representativa para todos sus habitantes? Para los arquitectos Francisco Calbacho, Sebastián Marchant y Pablo Bartolini la respuesta puede estar en la mezcla entre arquitectura+travestismo+queer.
