Pérdida Total salió de todas las cosas que escuché, que sigue siendo la misma música de siempre, pero que ahora quería expresar de otra manera.
Beethoven – El claro de Luna
El piano fue una forma de armar un camino propio dentro de mi familia. En mi casa había un piano de cola y dos verticales y nadie los tocaba, eran los instrumentos disponibles porque todas las guitarras estaban ocupadas.
A los 10 años le pedí a mi tío Juan de Dios que me enseñará “El claro de Luna” de Beethoven y a las dos semanas ya me la sabía. Después seguí aprendiendo solo, nunca tuve clases.
Phillip Glass — Opening
Tocaba piano todos los días después del colegio porque siempre habían visitas en mi casa, como profesores o alumnos, y además mi familia es muy grande, por lo que existía mucha rotación de gente. Los que no rotábamos éramos nosotros (mi mamá, mi abuelo, Juan de Dios y yo), que vivíamos ahí.
Cuando llegaba gente, mi abuelo decía: “ahora el Tololo va a tocar piano”, y muchas veces no tenía ganas, pero para no quedar como el niño pesado tocaba o recitaba a Shakespeare que mi abuelo me enseñaba, pero más para lucirse él que yo. Después, cuando los invitados volvían, a veces me pedían que tocara de nuevo.
En mi casa sonaba de todo, desde La Pasión de San Mateo hasta The Police, pero siempre tocaba música clásica, como Beethoven, Mozart, Chopin.
Violeta Parra – El Gavilán
Se percibía nostalgia cuando escuchábamos a la Violeta. Siempre era bonito al principio, pero al final era revivir el luto y era doloroso. Después de escuchar a Violeta Parra no venía nada más, se acaba la reunión, se acababa la fiesta.
Elvis Presley – All Shock Up
El primer disco que tuve fue uno de hits de Elvis Presley. Me lo regaló mi mama una vez que fuimos a la Feria del Disco y lo escuché en los audífonos donde promocionaban los lanzamientos. Todavía tengo ese disco y lo escuchó mucho. Mi favorita es All Shock Up.
En el colegio había un piano y yo me escapa y tocaba Rock´n Roll. Si tocaba música clásica mis compañeros no enganchaban, el Rock´n Roll era más prendido.
Ray Charles – I wonder who´s kissing her now
En la época en que la película de Ray se ganó el Oscar (a mejor actor principal para Jamie Foxx y mejor sonido en el año 2005), conocí a Ray Charles y se convirtió en mi referente máximo. Tenía 12 años y me impactaba que tocara el piano siendo ciego, era muy interesante eso para mí, y me acuerdo que muchas veces, a modo de ejercicio, intentaba tocar piano con los ojos cerrados. Ahí me di cuenta que la vista no es tan importante a la hora de tocar el piano, los dedos tienen memoria, y se mueven solos por el teclado. A
veces la vista es un sentido que choca con la memoria de los dedos y te confunde.
Descubrí que lo mejor para soltarse es tocar mirando de reojo, sin interferir con la memoria de las manos.
Una de las canciones que me motivaron a cantar fue I wonder who´s kissing her now porque la voz tiene el mismo protagonismo que el piano. En esa canción Ray Charles prácticamente está hablando con el piano, hay una conversación entre los dos.
Frank Sinatra – Something Stupid
A los 15 estaba pegadísimo con Frank Sinatra. Mi abuela me regaló la discografía completa, eran cajas llenas de discos que venían con una promoción del diario. Yo escuchaba los discos enteros, me alucinaba lo buen interprete que era Sinatra , por algo le decían “La Voz”. Él no escribía ninguna canción (Él no escribía ninguna letra), pero era tan sincero para cantar que se apoderaba de las canciones de los demás, y superaba a los interpretes originales.
Tololo – Analfabeto – Palabra de Glass
Las clases de música en el colegio eran insoportables porque era muy fácil que se desviarán y fueran a cualquier parte, entonces la energía del profesor estaba en tener a los alumnos ordenados, en vez de estimularlos a que tocaran música. Pero si tuve un profesor que me incentivó a creerme el cuento. Fue mi profesor en primero medio y se llama Alejandro Malde y, al igual que otros buenos profesores de mi colegio, fue despedido.
A los 15 años empecé a componer mi primer disco que salió 4 años después. El proceso partió muy orgánico, yo tocaba el piano, grababa las canciones y ahí íba viendo. Yo siempre grababa lo que tocaba, porque como nunca aprendí a leer música, si no lo grababa se me olvidaba y lo perdía.
Cuando me di cuenta que tenía una composición que se podía sostener por sí misma, se la mostré a mis papás y me dijeron que me financiaban un disco. Le puse Analfabeto porque nunca aprendí a leer música.
Charly García – Hablando a tu corazón
Todo el imaginario de los 80´s lo suplía mi papá, que se rodeaba de esos músicos, como Fito Paez, Espinetta o Ceratti. Pero para mí, y también para el, nuestro icono era Charly García. A los 6 años, Coy Paez (un amigo de mi abuelo) vio que estaba interesado en el piano y me regaló un Cassio que había sido de Charly García. Algo quedo stand by que detonó, después, con una transición entre el piano
clásico al sintetizador.
Tololo – Pérdida Total – Cuerpo Dócil
Cuando salí del colegio, de esa burbuja, empecé a vivir situaciones adversas, conflictos, enfrentamientos, desilusiones que no lograba retratar con la música clásica. Me quería desahogar de una manera que el piano no me lo permitía y por eso recurrí a otro medio, a la voz.
A los 20 empecé a improvisar, tocando piano y cantando. Era energía que fluía, yo cantaba sin sentir que estuviera inventando algo, sino que llenando con palabras al azar el espacio que sentía que tenía que tener una letra que iba a sustituir ese borrador. Pero después, cuando escuchaba las grabaciones, me daba cuenta que eso que salía de mi boca era lo que tenía que salir de mi cuerpo y era emocionante. Sentía que me conocía a través de esas grabaciones, que entendía cosas que me pasaban. Muchas veces las soluciones a esos problemas también estaban en las letras y eso me producía mucha satisfacción.
Todas las letras de Pérdida Total salieron solas. Ya en la primera frase me daba cuenta que salía tal emoción, la identificaba y sabía de qué se trataba, ahí la encauzaba para cierta dirección y el desarrollo era automático.
Las canciones de Analfabeto responden a una necesidad estrictamente melódica, donde el relato avanza armónico, constante, sin hoyos en el camino. Pérdida Total, en cambio, es otro estado, estaba pasando por cambios bruscos. Las melodías meditativas de Analfabeto dieron paso a una voz cortada y amarga, que era el equilibrio que buscaba.
Tololo – Pérdida Total – Pecas
Pérdida Total lo grabé en la casa donde mi abuelo escribió El Hombre Imaginario. Yo nací en la mansión imaginaria que habla el poema y que era de mi abuelo, pero la tenía deshabitada porque le recordaba la época que había vivido ahí con la mujer imaginaria. Cuando nací, mis papás se fueron a vivir ahí, en un lugar que en esa época era campo y ahora es la ciudad empresarial. Tenían un vivero de plantas, pero la construcción de los edificios secaron las napas subterráneas, y nos quedamos sin agua.
Como mis papás tenían la banda Los Ex, la casa entera era una sala de ensayo y para ganar un poco de plata arrendaron una parte de la casa a un estudio de música. Ahí han grabado Los Prisioneros, Illapu, Alex Andwandter… Yo viví ahí hasta los 3 años y volver a esa casa a grabar el disco tenía una parte emocional de conectarme a mis orígenes.
James Blake – Radio Silence
Cuando terminé las canciones estaba muy confundido. No sabía si quería publicarlas y mi mamá me presentó al productor Cristián Heyne. Fui a su estudio muy nervioso y le hice notar mi miedo de no saber que tenía que hacer para que mis demos se pudieran grabar y él me contestó que nada, que eran canciones inacabadas, abstractas y que ahí estaba la riqueza. Eso me demostró que estábamos en la misma sintonía y me deje llevar por su energía. Él entendía donde quería ir, como quería sonar. No quería hits radiales perfectos, aunque hay un poco de eso, pero respetando la fragilidad y sin abandonar lo inacabado, lo deconstructivo.
El disco es tan íntimo, que no podía partir de cero trabajando con una persona que no me conociera. Yo creo que él entendió que se tenía que acercar a mi como un amigo para así producir el disco sin trancas. Empezamos a juntarnos a tomar un café, a almorzar, para tener confianza y eso se dio de manera muy espontánea y agradable en un par de semanas. Ahí recién partimos a trabajar en el disco.
La producción fue en el estudio de Heyne, que es un subterráneo, encerrado, donde no existe ni el día ni la noche y la música te enclaustra. No me sentía ni en Santiago. Ahí me desconectaba y el sentido musical se agudizaba. Él nunca me dio instrucciones, pero me dirigía de una manera muy sutil con sus reflexiones en torno a lo que iba pasando, a las decisiones que teníamos que tomar.
Nunca nos juntábamos a escuchar música, pero en las conversaciones él me decía esto se parece a esto o tiene un poco de eso. Así conocí a James Blake. Esto era justo en la época que sacó su último disco y me gustó mucho la masterización.
Tom Coyne fue el que masterizó mi disco y es un seco de la música. Trabajó con Kool & The Gang, George Michael, Maroon 5 y millones más. Se murió una semana después de grabar mi disco. Fue uno de los últimos que hizo.