Fabián Leiva Cortes estaba un día del 2004 viendo televisión cuándo se enteró de la tragedia. Mientras se construía la central hidroeléctrica Ralco en la comuna Alto Biobío, «de manera inesperada» se inundó el cementerio Quepuca del pueblo pehuenche en el que yacían enterrados alrededor de 700 cuerpos.
Los pehuenches son un pueblo indígena montañés que forma parte de la cultura mapuche y que ha habitado esa zona desde antes del descubrimiento de América. La comunidad exigió como compensación a la hidroeléctrica Endesa el destierro de los cuerpos enterrados en el cementerio inundado, ya que se debió a un error de ellos respecto a las fechas de la construcción del embalse.
Ante la solicitud, la multinacional española respondió con una indemnización monetaria (de unos US$30 mil, cuando en el país tienen unas utilidades equivalentes a US$1.254 millones al año aprox). Las familias contestaron que no buscan una recompensa monetaria, sino que los cuerpos sean desenterrados.
“Desde ese momento la lucha se centró en la recuperación de los cuerpos sepultados bajo 80 a 100 metro de agua, la cual finalizó luego de estudios que concluyeron que hacer este desentierro era prácticamente imposible dado su riesgo desproporcionado, dando pie para que la empresa entregara como respuesta oficial al tema una negativa irrebatible a la petición pehuenche”, relata Fabián.
“Así nació mi proyecto (de título). Con la idea de conmemorar algo tan sagrado, como es el lugar donde yacen los muertos, con un proyecto que “metafóricamente” llevase el cementerio a flote o sobre la superficie otra vez, generando un reposicionamiento o reapropiación de un territorio que ancestralmente ha pertenecido al pueblo pehuenche. Con este nuevo espacio se permite restablecer el vínculo entre vivos y muertos, re articulando la conexión de esta comunidad con sus ancestros; y en segunda instancia, dictar sentencia respecto de un hecho completamente violento e inescrupuloso por parte del gobierno y el empresariado sobre una comunidad indígena de la Región del Biobío.»
¿Cómo se relaciona el Memorial con las creencias mapuches?
La forma de ver el cosmos de esta cultura concibe el universo como una serie de plataformas cuadradas superpuestas en el espacio y conectadas mediante un eje, o axis mundi, representado en el mundo natural por el canelo, su árbol sagrado. Una de estas plataformas es el mundo que habitamos. Estas plataformas se dice que fueron creadas en orden descendiente en el tiempo de los orígenes, tomando como modelo la plataforma más alta donde habitan los dioses creadores.
Tomándome de esta idea, y de la importancia del cementerio para esta comunidad por ser el lugar en el cual ellos deben enterrarse para encontrarse con sus ancestros, es que nace la idea de conectar verticalmente a estas personas con sus muertos mediante la especialización de un punto de encuentro. En este lugar también se dará cabida a la continuación de un rito funerario tradicional, permitiendo que los chemamull (estatuas de madera que se utilizan en los ritos funerarios de los mapuches) de quienes han debido enterrarse en otro sector pueda ser repatriado al lugar del cementerio inundado, dando vida nueva al valle sagrado de los muertos de la comunidad no solo como un punto de conmemoración, sino también de un recuerdo más personal e íntimo al acoger estas esculturas de madera antropomorfa que ayudan a cada espíritu a encontrarse con sus ancestros.
Con esta estrategia se pretende que el cementerio vuelva a apropiarse del valle como el lugar sagrado de los muertos.
¿Piensas que la arquitectura tiene el poder de recomponer algo tan abstracto e inmaterial?
Por supuesto que sí, porque por mucho que la gente crea que la arquitectura se trata de lo materialmente construido, su materia prima básica o elemental es el espacio, algo completamente abstracto e inmaterial; y es por esto que la arquitectura y solo la arquitectura tiene la capacidad de ver, trabajar y recomponer este vínculo porque conoce las herramientas para hacerlo.
¿Cuál es tu visión de la arquitectura y qué opinas de su contribución en los desafíos sociales y ambientales?
No creo que tener una visión clara de lo que es la arquitectura sea un buen fin porque se pierde la búsqueda y la experimentación. Para mi, es algo que está siempre en constante evolución.
Peter Eisenman (arquitecto estadounidense responsable del diseño del Monumento a los judíos ubicado en Berlín) define la arquitectura como un acto político, y Norman Foster (arquitecto inglés presidente de la Norman Foster Foundation, que fomenta el pensamiento y la investigación interdisciplinaria para ayudar a nuevas generaciones de arquitectos, diseñadores y urbanistas a anticiparse al futuro) como una expresión de valores; en base a esto pienso que la arquitectura por más que tenga las herramientas para contribuir en mayor o menor medida en diferentes ámbitos, si no hay una real intención detrás de ella, específicamente en quien la proyecta, más que un aporte terminará por ser símbolo de una sociedad individualista e irreflexiva.
Me preguntas si pienso que la arquitectura puede contribuir, claro que sí, como cualquier herramienta contribuye a ayudar al hombre en su trabajo.
¿Qué arquitectos te inspiran?
Alberto Campo Baeza, Aldo Rossi y Peter Zumthor me inspiraron mucho este último año, no solo por sus obras construidas bellamente resueltas, sino también por como entienden la arquitectura a través del lenguaje, ayudándome a adquirir la sensibilidad para abordar proyectos como el memorial.
¿Te acabas de graduar, ¿qué te gustaría hacer?
Es tiempo de que trabaje un poco, pero pretendo planificar un viaje posterior a esto. Pienso que viajar y conocer es parte importante de la formación como persona y arquitecto porque mejora la perspectiva de las cosas y contribuye a aumentar los lugares que uno va conociendo y guardando en la cabeza, también permite encontrar oportunidades y disfrutar la vida en el proceso.