15/05/2018
15/05/2018

Todo lo que tienes que saber sobre Ai Weiwei

 

 

«En China mi padre era considerado un enemigo del Estado, tal como me consideran hoy a mí», asegura Ai Weiwei sobre su vida y la de Ai Qing, reconocido poeta Chino y, al igual que él, símbolo de la disidencia y de la defensa de los DD.HH.

 

El mismo año en que nació, su padre fue acusado por el Gobierno Chino de ser enemigo del régimen y fue exiliado por 20 años. Esta situación marcó la vida de su hijo, el artista y activista Ai Weiwei, quien a través de su trabajo se ha mostrado muy crítico con el régimen chino y el status quo. Ambos han sido condenados y censurados y en el arte han encontrado su salvación y su manera de denunciar crímenes e injusticias.

 

“Hoy en China tampoco hay libertad. No tenemos medios independientes, no se puede hablar de muchas cosas, no tenemos derechos ni voto. Puedes ir preso por hablar de ciertos temas. Con su libertad de expresión la sociedad perdió parte de su humanidad, no hay poder en ella, no hay futuro.”

Foto de su esposa levantándose la falda bajo la estatua de Mao en 1994

 

 

A los 21 años, Ai Weiwei vuelve a su ciudad natal, Beijing, para estudiar cine. Junto a un grupo de jóvenes artistas funda el movimiento “Estrellas» con el que exigen una mayor libertad de creación y expresión hasta que, desalentado por la represión, decide instalarse en Nueva York con la intención de vivir en democracia. Fue en esa ciudad donde se formó como artista, mientras juntaba plata dibujando retratos en la calle y conocía a poetas y artistas.

 

Después de 12 años vuelve a China porque su papá cae enfermo. Eran los 90´s, cuando Internet estaba recién comenzando y Ai Weiwei fue uno de los primeros artistas que utilizó la red para hablarle a la gente sobre su trabajo. Con su blog empezó a hacer crítica política como arte, publicando fotos en las que rompía un jarrón de más de 2.000 años de antigüedad, cometiendo un sacrilegio en un país que trataba de recuperar su reputación apostando por su patrimonio histórico.

 

Ai Weiwei, Dropping a Han-Dynasty Urn, 1995

 

La política es un tema central en el trabajo de Ai Weiwei, quien muchas veces busca protestar y denunciar crímenes. Con su arte abrazó internet y las nuevas herramientas de expresión, convirtiéndolas en armas reales de exposición. Sus críticas diarias empezaron a viralizarse y, como él mismo ha reconocido, Internet lo convirtió en un adicto a las redes sociales.

 

En el 2008, cuando un terremoto azotó la provincia de Sichuan derrumbando colegios enteros, Ai denunció falta de transparencia en el número de muertes que entregaba el Gobierno y falencias en la construcción de las escuelas. A través de Internet, el artista recopiló testimonios de víctimas, las que exhibió en una instalación que consistía en una lista de más de 5.000 nombres de niños fallecidos en el terremoto. Su obra le trajo consecuencias: lo golpearon de manera anónima hasta dejarlo con una hemorragia interna por la que tuvo que ser sometido a una cirugía cerebral de emergencia.

 

Ai Weiwei se convirtió en enemigo del régimen. En su casa le instalaron doce videos de vigilancia, su teléfono fue intervenido, sus diversos blogs fueron borrados y su nombre dejó de aparecer en la Internet china. El artista respondió con la misma lógica. Colocó cámaras en su escritorio, habitación y jardín y se dedicó a transmitir su vida 24/7, atrayendo instantáneamente a millones de personas. Las autoridades le pidieron que lo dejara de hacer y lo contratacaron destruyendo su estudio nuevo en Shangai (acusando que su construcción era ilegal), prohibiéndole salir del país y el 3 de abril del 2011 fue arrestado, acusado de fraude fiscal. Medios internacionales denunciaron que se trataba de censura y el Ministerio de Relaciones Exteriores aseguró que la libertad de expresión no tiene nada que ver y que los otros países no tienen derecho a interferir. Ai Weiwei pasó 5 años con arresto domiciliario que fueron interrumpidos por la presión internacional.

 

Study of Perspective, serie de fotografías del artista

 

El arte de Ai Weiwei está impregnado de denuncia, la que muchas veces puede incomodar al lector, ya que su trabajo va más allá de lo artístico, tiene que ver con cambiar la realidad, a la que siempre se enfrenta tomando el punto de vista del más débil, del reprimido.

 

Hoy, la crisis que más le preocupa es la de los refugiados. Para conocer mejor esta realidad, Ai se estableció durante un tiempo en la isla griega de Lebos, punto de llegada a Europa para los miles de inmigrantes que cruzan el Mediterráneo. Ahí realizó un proyecto que consistió en 14.000 chalecos salvavidas abandonados en la isla, esperando que un viajero lo ocupe. Para la instalación utilizó los mismos chalecos de mala calidad que los traficantes venden a los refugiados en altos precios antes de iniciar la travesía.

 

Esos mismos salvavidas también son el cuerpo de la instalación Paso Seguro (Safe Passage), en la que cubre un edificio patrimonial. Santiago es la tercera ciudad en recibir esta obra, siendo el Archivo Nacional la locación elegida por el propio artista.

 

Instalación de Safe Passenger en Berlin

 

Otra manera que ha encontrado para concientizar sobre esta realidad, fue cuando el 2016 se fotografió tirado en la orilla de una playa, emulando la misma posición del pequeño Aylan Kurdi, un niño sirio que murió en ese mismo lugar en exacta posición 5 meses antes. La foto del pequeño Kurdi sin vida se convirtió en símbolo de la tragedia de los refugiados sirios. En septiembre de ese mismo año, el artista colgó unas lanchas neumáticas que son usadas por inmigrantes para llegar a Europa en el Palazzo Strozzi de Florencia, uno de los edificios renacentistas más fotografiados del mundo. La muestra fue considerada como un disturbio para los turistas, a lo que el Palazzo respondió a través de su perfil de Facebook: «Lo sabemos, se trata de una instalación ‘fuerte’, difícil de ignorar, sobre todo porque se expone en un palacio renacentista. Pero ¿podría representar una ocasión para la ciudad de Florencia para llamar la atención sobre el tema de la crisis humanitaria de los refugiados gracias al arte?»

 

En una entrevista, Ai Weiwei se refiere a este tema así:

 

«Me siento muy apegado a esta gente que está en una situación desesperante. Perdieron todo, llegan a una tierra en la que quieren ser felices, donde no hablan el idioma y tienen costumbres y religiones distintas. ¿Por qué atraviesan tantos peligros para cruzar el mar? ¿Y por qué hay tantos que mueren ahogados? De noche podía ver desde la playa -de Lesbos en Grecia- 20 ó 30 barcos que llegaban con esta gente. Y me pregunté qué podía hacer por ellos. No podía darles ni un té y ningún estado europeo los estaba ayudando. Llegan con frío en la oscuridad, no tienen comida, son miles.»

 

¿Qué puede hacer el arte por ellos?

No sé qué pueda hacer el arte, sólo sé lo que el arte puede hacer por mí: me ayuda a entender la situación y me da la responsabilidad de anunciar esta crisis humanitaria.

 

¿Ética y estética van juntas?

Es así. Es lo que intento decir: ética y estética van juntas con la moral y la filosofía. Intento que vayan juntas y mostrarlo así. No entiendo al arte que no está preocupado por la humanidad. Si el arte sólo se piensa para el mercado es una vergüenza. El arte no tiene nada que ver con el mercado.

 

El artista posa como el niño sirio Aylan Kurdi sobre la playa de Lesbos.

 

Según la crítica, el activismo de Ai Weiwei ha recordado cómo el arte puede llegar a un público amplio y conectarse con el mundo real. El mismo que podrá conocer algunas de sus obras más notables en su primera exposición en Chile.

 

La muestra, que es gratuita y estará abierta hasta el 09 de septiembre en CorpArtes (Rosario Norte 660, Las Condes), reune algunas de sus obras más notables, como las instalaciones “Sunflower Seeds” (que está compuesta por 100 millones de semillas de girasol de porcelana y pintada a manos por 1.600 artesanos de la ciudad de Jingdezhen, famosa por su producción de porcelana imperial que data de más de 2.000 años), así como algunas de sus esculturas, videos, entre otros formatos.

 

«Soy artista y entiendo que quien observa el mundo desde un punto de vista y con un juicio estético, observa la relación entre el individuo y lo externo, observa la posibilidad de la existencia y la expresión. Para establecer esta expresión es necesaria la autocomprensión del artista. Sin embargo este Yo no existe si no se lo relaciona con la realidad y por eso no se puede separar el arte de la política. De modo que nunca dejo de relacionarme a mí mismo con la situación, que puede ser la dictadura o la democracia, la vida tranquila de una persona o la intranquilidad, la globalización o la perturbación. Esta relación nunca desaparece, está cerca de la realidad de muchas personas. Si la expresión de un artista no está basada en la posibilidad de ser entendido emocionalmente, no va a producir efecto. Y este efecto, sea racional o intelectual, no se puede desvincular del marco de la estética dentro de la ética, la moral y la filosofía. Así que no creo que mi arte esté más politizado. Sólo se puede decir que estoy poniendo a prueba mi estética en un ambiente real.»

 

Sunflower Seeds

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