30/07/2019
30/07/2019

El onírico universo de Filip Custic

Con un discurso e ideales firmes, a los 20 años Filip Custic se enfrentó a lo que sus padres esperaban de él (que fuera médico, economista o abogado) y se desarrolló como artista, explorando cada área de su imaginación. «Crecí pensando que era un error ser como yo era. Hasta que un día me di cuenta de que no lo era. Hay que saber imponerse en la sociedad con un discurso muy firme», declaró para El Mundo.

Espejos, títeres, muñecos, figuras geométricas, números matemáticos, y clones de sí mismo. Estos son algunos de los elementos que se pueden ver en la obra del artista, un trabajo en donde la imaginación tiene un rol protagónico. Utilizando la fotografía y photoshop como herramientas, Custic crea realidades y una especie de universo paralelo, en el que existen elementos y personajes de este mundo, pero las reglas de composición son otras: se rompe con la ley de gravedad y la geometría parece imponer la pauta.

 

 

 

En el último tiempo, Custic ha desarrollado su trabajo en torno al «Objetismo», movimiento artístico acuñado por él mismo en el que objetos y cuerpos se funden en una nueva simbiosis creativa para comunicar mensajes, ideas, conceptos e historias.

«Inconscientemente he jugado con objetos desde siempre (nos rodean, están por todos lados), pero desde hace unos 2 años me fijo más en ellos: en cómo suenan, cómo «desfuncionalizarlos»… Los intento observar desde un ángulo más personal. Intento imaginar cómo los usaría si jamás antes me hubiesen dejado las instrucciones para aprender a usarlos», aseguró en una entrevista a Vogue.

 

 

 

 

En relación a los espejos –los cuales desempeñan un papel significativo en su obra–, el artista declaró que “los espejos representan la dualidad y la relación que tenemos con nuestro propio ego: complicada, pero con la que debemos convivir. El ego suele ser destructivo, pero intentar eliminarlo de nuestra vida es casi imposible, así que lo mejor es aprender a lidiar con él en la medida de lo posible”. Custic afirma que el ego se encuentra en el exterior del cuerpo, mientras que en el interior reside el espíritu; y que su arte se sitúa en un intento de comunicar en el exterior lo que habita en el espíritu.

«En lugar de luchar contra él, hay que tener una conversación con el ego, para encontrar un equilibrio con el espíritu. Como lo trabajo mucho, lo tengo muy presente; no sé si controlado… Mi ego ya no me amarga; lo alimento tanto como a mi espíritu. Mi cuerpo es mi ego, y por eso lo utilizo como lienzo», relató en la revista Shangay.

Este ego se relaciona en gran medida con la era digital en la cual vivimos, una era en donde las redes sociales han adquirido un inmenso poder, provocando que la identidad entre en crisis. De hecho, en su trabajo más reciente, Custic explora el sentido y significado de ser humano en nuestra época. HOMO-? es el nombre de su última exposición individual, la cual por medio de una reflexión sobre la naturaleza del tiempo, el cuerpo, la memoria y la era digital, nos invita a preguntarnos por nuestra especie humana y a imaginar nuevas realidades.

 

 

 

 

Pero de hecho, y como buen hijo de sus tiempos, Custic utiliza bastante las redes (especialmente Instagram) como una plataforma para dar a conocer su obra y a la vez para interactuar con el espectador. En relación a ello afirma que “las redes somos nosotros mismos; son conexión humana a través de lo virtual”.

 

 

 

Por medio de tal plataforma digital, Custic nos presenta y explica la siguiente obra: “PAISAJE MENTAL”.

“this images already materialized, where once just in my mind
then a drawing
after that a picture
to finally became a “cuadro virtual”

 

 

Custic ha colaborado con artistas destacados como Rosalía, para quien creó toda la imagen de su álbum “El mal querer”, fusionando elementos tradicionales de la cultura española con el empoderamiento femenino. «Fue algo muy orgánico. Ella simplemente me dio un dossier en el que tenía redactado su proyecto final de carrera y me dijo: ‘Aquí está mi inspiración. Dale imágenes a mis palabras’. A partir de ahí, yo sólo interpreté lo que había. De igual forma que ella, con su música, quería revitalizar y actualizar el código de la cultura castellana, yo quise hacer lo mismo desde la fotografía. Me dio tanta libertad que no hubo ninguna guerra», confesó en una entrevista El Mundo.

 

 

 

 

Y si bien cada vez adquiere una posición más critica hacia la moda –dado lo efímero que es el rubro (con los constantes cambios de temporada), mientras que él busca que su arte permanezca en el tiempo, que sea atemporal–, Custic ha participado a lo largo de su trayectoria como artista en numerosas campañas de moda, creado nuevas realidades. Destaca su trabajo para el destacado diseñador Christian Louboutin, para Fucking Young! y para Camper.

 

 

 

 

 

Custic es, sin lugar a dudas, un artista visual sumamente creativo que, con tan solo 26 años, tiene un largo camino por delante. Con su versátil capacidad de experimentación con los objetos, las redes sociales, la tecnología, la ciencia, el yo y la misma juventud, el futuro de Custic es tan incierto como emocionante.

“Cuando estoy editando trabajos reflexiono mucho. Y por fin estoy entendiendo cómo quiero orientar mi carrera. Tengo claro que no voy a venderme por dinero, porque solo hago bien lo que me interesa. Sé que suena a mentira, pero es así, yo mismo me sorprendo a mí mismo. No voy a hacer portadas de discos por hacerlas, por ejemplo. Quiero elegir muy bien mis proyectos. Porque si no hago algo que siento que está impecable y que me sale de dentro, me entra ansiedad y me dan ganas de vomitar. La dicotomía comercialidad-arte la llevo fatal. Tengo que encontrar un equilibrio entre lo comercial y lo personal en el realismo introspectivo que practico, pero me está costando”.

 

 

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