El trabajo textil de Simón Sepúlveda - Galio
26/08/2019
Entrevista: Colomba Molina
Entrevista: Colomba Molina
26/08/2019

El trabajo textil de Simón Sepúlveda

 

Con una visión crítica, sumado a un tanto de humor y haciendo hincapié en la sustentabilidad de sus materiales, Sepúlveda nos ofrece una obra cargada de contenido, en donde tematiza conflictos internos y problemáticas sociales. Llama particularmente la atención su trabajo textil, en donde aporta elementos y practicas muy contemporáneas a un arte profundamente ancestral. En cuanto a su trayectoria, cabe destacar que tras su formación como diseñador gráfico, Sepúlveda realizó un master en Territorio y Paisaje, el cual le permitió ligarse más a las artes y a lo social. Luego trabajó para Sagmeister & Walsh en Nueva York y para Apple en California, y próximamente Sepúlveda se muda a Barcelona.

 

 

 

 

 

Destacas por ser muy multifacético, tanto en las materialidades que trabajas como en el modo en que las resuelves. ¿Cómo trabajas? ¿Eres freelance? ¿Siempre te ha acomodado ese modo flexible de trabajo?

En general tengo mis trabajos freelance, y me funciona mejor afuera que en Chile. Es que acá no hay industria, nadie te llama mucho, entonces: ¿Dónde te muestras?. Además, acá el diseño suele ser mal pagado. Pero en general se me da bien el freelance, o sea parte de ello es aceptar que no tienes esa certeza y seguridad, pero al mismo tiempo te da muchas libertades. Y mezclo siempre entre diseño, arte –aunque no sé si lo llamo arte–, textil y cultura. No me gusta meterme en un solo formato, ahí voy probando. Me parece que tener una técnica es algo muy de mercado, en donde te hacen catalogarte: “Tú eres ilustrador”, “Yo se cómo ilustras”, “Este es tu lenguaje”. Eso me parece poco desafiante y aburrido después de un rato, es una exploración que se acaba. Me da lo mismo que el mercado no sepa dónde encasillarme; prefiero tener menos plata pero vivir con lo que me hace sentido.

 

¿Cuándo te fuiste de Chile? Y, ¿Por qué?

El 2014 postulé a mi oficina soñada: Sagmeister, y me invitaron a hacer una prueba de tres meses. Luego quedé y me contrataron. Fue como un shock de electricidad. No hablaba casi nada de ingles y no conocía Nueva York. Me puse a trabajar ahí y fue increíble.

 

 

 

 

 

¿Crees que había una necesidad de salir de acá para desarrollarte como artista?

Lo del arte salió después, en Nueva York de hecho. Necesitaba crecer más como diseñador, entender otros procesos, ver cómo funcionaba. Acá en Chile tampoco está lleno de estudios de diseño ni de proyectos, y el diseño es poco arriesgado. Uno ve las campañas del Teatro a Mil, que deberían ser increíbles, y es una lata. He intentado trabajar con centros culturales pero casi no tienen presupuesto, entonces es difícil. Lo que hice en nueva York fue un proyecto que se llama New One in New York, que fue como un diario de vida. Quería salir de la dinámica del cliente y experimentar, e hice varios proyectos a partir de este diario. También hice un candelabro que se iba derritiendo y la esperma iba armando la palabra “change”. Quería probar e hice distintas cosas. En un momento estaba frustrado y empecé a recopilar frases negativas como: “Estoy obsoleto”, “No tengo nada que decir”, o “No one reads my emails”, jugando con la idea del autoayuda. Y ahí dije, ¿Por qué en vez de tirarme para abajo no me cobijo?. Y así empezó la idea del textil y de las mantas; me puse a investigar y empecé a hacer estos tapices. Empecé a sentir que la idea de la migración y el cobijarse tiene algo que, si uno lo extrapola al otro, puede ser social. Hice una exposición en Santiago en la galería Aquí, cuando justo estaba comenzando el tema de la migración haitiana y me invitaron a la Bienal de Artes Mediales e hice tapices. Además, el tapiz siempre tiene algo de relato, de contar historias.

 

¿Crees que el arte tiene una responsabilidad social? ¿Piensas que debiese involucrarse en los procesos sociales y políticos que están ocurriendo?

Para mí sí. Igual todo arte es político; desde que pintes una planta y desde dónde la pintes tiene una posición política. De todas formas, creo que hay distintos niveles de compromiso y distintos niveles de qué es lo que se busca. Yo creo que siempre tiene que haber una búsqueda y una crítica. Tiene que haber un compromiso, sobre todo cuando vienes de un ambiente privilegiado; tienes que usar tu privilegio para los no privilegiados. No puedes seguir intentando preservar tu postura de privilegio. Tienes que ser consciente.

 

 

 

 

Además, hablas bastante de la inmigración, cosa que también viviste en cierta medida cuando estabas en Estados Unidos. ¿Cómo fue tal experiencia? ¿Tu obra se ve afectada por esa vivencia?

De todas maneras. De hecho la exposición que hicimos ahora en Nueva York, Soft Territories, era sobre ser migrante. Éramos tres artistas: yo que soy primera generación de migrante, otro que era segunda generación, y otro que era tercera generación. De ahí venía todo el cruce. Trabajé con la búsqueda de la identidad de cada migrante. A pesar de que sea un movimiento global, cada uno tiene su propia identidad y es súper importante no perderse en la masa. Pero el ser migrante también te hace empatizar y entender el problema o la situación del otro. Allá el tema de los mexicanos es súper heavy, con todo el tema del muro. Si no eres consciente de ello, es un poco extraño. Y el tema de la visa también es muy recurrente, son frecuentes las preguntas: “¿Qué visa tienes?” “¿Como lo está haciendo?” “¿Cuál es tu abogado?”.

 

En cuanto a tu colaboración con Knot Collective, quienes crean alfombras ecológicas a partir de plástico reciclado, ¿Cómo surgió? ¿Nos podrías contar mejor de que se trata el proyecto y del proceso involucrado?

Es el proyecto de unos ingleses, con quienes de hecho no nos conocemos físicamente. Es puro plástico reutilizado que a través de un proceso se genera una especie de textil. Parte del proceso lo hacen ellos y otra parte lo hacen personas vulnerables, para que el proceso sea sustentable no solo ecológicamente sino que también socialmente.

 

 

 

 

Es fascinante como están surgiendo nuevas ideas para hacer objetos o procesos más sustentables, cosa que también se ve reflejada en el arte. ¿Qué opinas de eso? ¿Te gustaría meterte más en la producción de textiles sustentables?

Ahora estamos en el limite del mundo, entonces si no empiezas a hacer eso, o a dejar de hacer –que es la opción mas sustentable, la que no creo que sea una opción real porque muchos no estarían dispuestos a hacerlo–, entonces tienes que tener conciencia de tu proceso. No puedes hacer una colección, un diseño textil o cualquier cosa partiendo de la base de que no sea sustentable. Todos los textiles que hago y todos los procesos son sustentables. Ni si quiera lo menciono porque me parece que es el desde. Estoy siempre metiéndole a los procesos más de las ideas que desde la sustentabilidad, ya que esto último me parece que es un requisito, es básico. Es como pedir que no trabajen niños o menores de edad.

 

En cuanto al arte textil en Chile, ¿Cómo lo ves?

En general me pasa –no sé si es esto es una crítica o una visión– que el diseño gráfico y el diseño textil en Chile es súper nostálgico. Es un rescate de un patern mapuche, es mucho mirar para el pasado. Y el diseño gráfico en Chile está casi muerto. No hay concepto, no hay identidad, es mucho copiar a partir de Instagram. Hay un momento en que tienes que empezar a generar identidad. Si ves las identidades visuales en Chile, te das cuenta de que generalmente emulan procesos europeos o americanos, sin haber vivido los mismos procesos. Es lo mismo que ocurre con las vanguardias: intentamos emularlas pero sin vivir los procesos que las produjeron. De todas formas yo creo que el diseño textil esta agarrando fuerza y se está validando más. De hecho, la Bienal de Arte Textil que se hizo hace poco, buscaba mostrar que el arte textil no es solo algo decorativo, que no es solo algo de mujeres bordando, que no es solo algo nostálgico. Busca resignificar el arte textil de una forma más actual. Y hay varios artistas haciéndolo, es un método que esta muy en boga. Aparte –y ahí si que esta bien el rescate– porque tenemos precedentes textiles. En general las culturas prehispánicas tienen mucho diseño textil. Y lo divertido es que hay millones de métodos, esta lo súper análogo, el bordar e intervenir una imagen y el hacer tejidos, ropa. Es muy versátil.

 

 

 

 

Algo que llama mucho la atención de tus textiles es que le aportas un enfoque muy nuevo y contemporáneo a una practica tan antigua como lo es el arte textil –en el cual reúnes elementos digitales, como el mouse del computador, con telas–. ¿Cómo es el proceso que realizas para crear un textil?

No es tan rápido como llegar e imprimir un archivo digital, pero tampoco es todo manual. Lo que estoy haciendo ahora es generar una base digital y luego hacer ciertas intervenciones a mano. Por ejemplo, hay procesos de deshilados en donde imprimo un tapiz y voy sacando ciertos hilos, entonces quedan hilos caídos y eso genera ciertos vacíos. Uno puede hacer intervenciones más especificas y eso también le da un peso o una dimensión que me gusta. Me gusta la mezcla análogo digital. Pasarle a una maquina un diseño tuyo y que ella lo resuelva me parece muy divertido porque está el poder de la falla, de la interpretación. Además, son imágenes de miles de colores que se resuelven en solo seis colores de hilo, entonces después son puras interacciones. Da para muchas cosas.

 

¿Tienes algunos planes futuros de los cuales puedas contarnos?

Ahora mi papá esta filmando la película Tengo miedo torero, y yo voy a hacer todas las comunicaciones de la película. También estoy haciendo la identidad visual para un centro cultural nuevo en Nueva York, estoy armando una exposición en Berlín, y proyectitos en Barcelona. De todo un poco. En Barcelona voy a estar buscando, más que mi lenguaje, gente con la que me interesa trabajar, medios, y alternativas para ver que hacer. Se viene divertido, e intenso.

 

 

 

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