21/01/2021
21/01/2021

Cariño propio: masturbación en tiempos de distanciamiento

 

Cuando comenzó el confinamiento y la pandemia nos alejó de los demás, el sexo se veía como algo lejano y se contaban los días para volver a vivirlo, pero ¿la actividad sexual siempre requiere de al menos un acompañante? Tocarse ha sido históricamente menospreciado y rebajado a una categoría inferior: “sin penetración no hay sexo” dicen algunos (machistas por lo demás), como si existiera un manual de qué es lo correcto en la intimidad y qué nos genera placer.

Y es por esta misma invisibilización de lo que se hace bajo las sábanas, que la masturbación se convirtió en un tabú, algo de lo que no se habla, que se prueba pero que no se repite. Hasta que nos quedamos solos por obligación.

Encerrados, como adolescente que se cuestiona en silencio en su habitación, la posibilidad de tener tacto con el otro durante la emergencia sanitaria se hizo imposible. Identificarnos y descubrirnos, cuantas veces fuera necesario, se convirtió en una de las pocas opciones del encierro. Según María Teresa Barbato, bióloga y doctora en complejidad social, moral y emparejamiento humano, “las crisis desencadenan transformaciones psicológicas. Por ejemplo, el coronavirus ha hecho que las personas destinen los recursos que antes usaban en actividades sociales en otros ítems, como el bienestar sexual”.

 

 

 

 

Sin embargo, es difícil empezar de nuevo cuando hay información escasa frente a este tema. Más aún en el caso de mujeres y disidencias, donde los conocimientos quedan en manos de supuestos, estereotipos y la pornografía comercial.

La masturbación femenina, por su parte, es una práctica que a la mayoría le cuesta asumir. Entre secretismo y adornos, no se habla de lo que genera placer porque sobre aquel pesa un enorme tabú. Sentir dicha sexual para una mujer es sinónimo de vergüenza en el lenguaje patriarcal y por ende, en la paupérrima educación sexual en Chile.

En tanto, para la comunidad LGBTQ+, la poca (casi nula) visibilidad que existe sobre los procesos sexuales que viven lesbianas, trans, no binaries, intersexuales, etc. está marcada por estereotipos y consumo pornográfico para el hombre. Y tal problemática tiene a su erotismo en el silencio, y más aún a la masturbación como tal.

Pero, a pesar de los obstáculos impuestos por la derecha política, la iglesia y el conservadurismo a la enseñanza sexual, lo que no se conversa sigue existiendo y lo que sentimos no se puede ignorar. Esconder la masturbación bajo la alfombra es cerrar la oportunidad de conocer qué nos apetece, lo que estamos dispuestos a vivir o a rechazar, es limitar el sexo individual o con otro(s).

Para Joaquín Torres, dueño de Rubber Toy, sexshop que promueve la educación sexual, la masturbación “es muy necesaria para descubrirnos sexualmente y conocer sobre nuestros gustos en relación al placer. El estar solo permite la conexión conmigo mismo y definir en detalle qué me interesa y al ser un acto tan íntimo, se genera el ambiente adecuado para probar con honestidad”.

Así también, entre otros beneficios del autoplacer, la masturbación aumenta las endorfinas, contribuye a la relajación y mejora la circulación y los ciclos de sueño. En algunos facilita la mejor lubricación y minimiza la atrofia vaginal, mientras que en otros mantiene saludables sus próstatas y produce erecciones más fuertes a medida que estas son frecuentes.

 

 

 

 

Entre manos y juguetes

 

A medida que avanza la pandemia y las cuarentenas cesan en distintas ciudades del país, se han percibido cambios sustanciales en la vida de las personas durante los meses de confinamiento. Un efecto muy especial fue el que vivieron las sexshops, donde la alta demanda de productos desafió a quienes trabajan en este rubro. ¿Quién diría que en un Chile tan conservador y “cartucho” existiría falta de stock de juguetes sexuales?

Desde la cadena Starsex comentan que durante la pandemia las ventas han aumentado un 200%, siendo los estimuladores el producto más demandado. Y es que del caos nacen cosas nuevas, la lejanía de los demás proporciona cercanía con uno mismo y cuando no se puede tocar un cuerpo ajeno, el tacto en nuestra piel se vuelve natural y parte de nuestra rutina. Las nuevas texturas, experiencias y emociones que se consiguen con un juguete sexual ayudan a calmar la ansiedad: “en tiempos difíciles, nuestro cerebro desactiva zonas visuales y activa zonas relacionadas con el sentido del tacto”, menciona la especialista María Teresa Barbato.

Sin embargo, cuando nunca se ha probado con un juguete sexual, el primer paso puede ser algo complicado y tortuoso; desconocer muchas veces frena, pero no debe ser impedimento para hacerlo. En eso consiste la masturbación, en la exploración personal y los límites de nosotros mismos. Desde Rubber Toy (@rubbertoy.cl) recomiendan “empezar con juguetes para principiantes, reducidos en tamaño y de materiales suaves. Como vibradores jelly o guantes de látex texturizados, desde lo simple y con harta lubricación”.

Con todo esto, es de primordial importancia entender que el placer sexual no se limita a una pareja y que los orgasmos pueden ser alcanzados un montón de veces por nosotros y para nosotros. La masturbación y el tacto personal es una excelente instancia para asumir la idea de que se puede disfrutar de la sexualidad sin que sea compartida y que el placer es algo necesario y no un pecado.

Autoconocerse es promover la honestidad y respeto por nuestros cuerpos, para ser honestos y respetuosos con los cuerpos de los demás. Siempre consentido, siempre con protección.

 

 

 

 

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