Columna
17/12/2021
Texto: Delfina Harms
Texto: Delfina Harms
17/12/2021

2022 y la profecía del ex

Hace unas semanas vino el Mati Allende a mi casa, abrimos un pack de Royal sobre la cama, prendimos los puchos y nos pusimos a divagar, a juntar ansiedad antes de salir a divagar con más gente, con más deriva, con más sustancias. Es de los pocos amigos que llega, se instala y te cambia la música. Así no más. Pesca tu teléfono y pone una rola mejor que el que estaba sonando. Yo había puesto Gianluca Grigniani, y claro que le gusta – “yo pienso que/ no son tan inútiles/ las noches que te di” –, a quién no le gusta. Pero, después de llegar a un tope de melancolía, puso 2022 de los Fother Muckers . Me dijo, se va a cumplir la profecía. Dije, conchesumadre, es verdad, en un mes y medio, a las 00:00, no habrá deuda que no se pague ni plazo que no llegue.

 

 

 

Esta canción para mí es una de esas que te llegan de a poco, las vas cachando. Algo ahí te resuena, lo presientes profundo, pero no clava del todo. Así que la dejas apartada en el universo de las canciones que sabes de puro instinto que te van a servir más adelante. Es difícil eso de los Fother Muckers y los Ases Falsos, y el Briceño en general, porque no he podido odiarlo, a pesar de la funa y todo eso. Hay canciones que me atrapan sin piedad, pero no termina de caerme bien. Tenemos roces. Pero independiente o a pesar de eso, 2022 es, como dijo el mismo Mati, una canción generacional. Nuestra canción generacional. Caminar por el Parque Bustamante en los 2000, que eran pura vagancia. Ir al cine y no ver nada. Tomar vino en caja, con chauchas, mucho antes de que empezara a gustarte el vino. Sentir algo como un proto amor por alguien y complicar las cosas porque sí, porque en el fondo sabes que estás incompletx, que te falta crecer algunos centímetros todavía, y que hay demasiados -un exceso de- peces en el mar. El tema te habla de lo poco que puedes ofrecer y de cómo la vida, finalmente, te debe algo.

 

Yo hice ese ritual muchas veces. Nuestra primera cita con el papá de mi hijo fue así. Amanecer en el parque Bustamante, hablando del cosmos, de Chile, pensando que al llegar a Avenida Grecia no iba a quedar otra que darnos ese beso que estuvimos pateando toda la noche. Caminar por un parque al final de una cita cuando eres pendejx equivale a ser una gringa de sit como comedia romántica, que te vayan a dejar a la puerta de tu chalet y preguntarle al chico, ¿quieres un café? Nosotros no teníamos a dónde ir, la calle era nuestro sofá.

 

Hay una frase clave entre la Cata y yo: “Te tengo que contar”. Yo diría que esto significa algo como, no te va a gustar, no estoy segura de que te vayas a entusiasmar con esto, pero entiende, porfa, estoy haciendo un esfuerzo porque a ti no puedo ocultarte nada. La otra vez me dijo, “Te tengo que contar. Estoy pololeando”. Claro, yo no quería más hombres entre nosotras y no me alegré porque nadie se alegra cuando pierde una batalla, aunque ya es una derrota asumida y abrazada. Anteayer yo le dije: “Te tengo que contar. Hablé con mi ex, quedamos de vernos”. Su reacción fue más allá del enojo, me preguntó si la estaba hueando.

 

Cómo defenderme. No le conté a nadie más porque temía que me llegaran piedrazos. Me daba vergüenza, porque puta que di jugo para separarme. No tengo cómo defenderme, no tengo cómo explicarlo. No puedo más de contradicciones y vaivenes, todo envuelto en una profunda vocación de fumadora y una sensación generalizada de bienestar, pocas pasiones, o pasiones superficiales que me mantienen entretenida; amores imposibles, deadlinesabsurdos, abundante creación, ensoñación, pena. Y de puro escorpiona decidí desbloquearlo, como una arañita que teje su tela, a ver si cae algo más. Puedo decir que era para saber si el contacto con él seguía siento una tormenta, para comprobar que su presencia no me va ni me viene, pero claro, es difícil de creer. Aunque es verdad. Y a los veinte minutos recibí el primer mensaje. No tengo para qué mentir aquí, ya confesé que pisé el palito del ex, así que créanme, no sentí nada. De hecho, no le contesté en varios días.

 

La Cata estaba molesta. Me dijo, “vai derechito hacia todo lo que te hace daño”. Pareciera que sí, pero la guata me decía que no. Nos vimos, conversamos, nos cagamos de risa, agarramos mucho. Habitamos por unas horas el espacio que habíamos creado, liberados de toda angustia. Y se fue. Y decidimos no vernos más. Al mismo tiempo – el mismo día, wtf –, dos de mis amigas vieron a sus ex. No voy a mentir, siento una cuota de responsabilidad. Pero también es sabido que cuando una está bien, cuando una brilla, los ex vuelven. A mis amigas no les fue tan bien como a mí. Uno de los tipos está en la pasta, lejos de rehabilitarse, profundizando en su miseria espiritual, y tan ciego que no le da plancha decirlo. El otro quiso volver con mi amiga, ahora que ella está bien, amando a otra persona, libre de su karma. Y, no queriendo ser menos, Chile coquetea desvergonzadamente con el fascismo, un rememberde lo más patético, simplemente porque ir a votar es como ir a terapia y somos la hueona que no va a terapia, que se da de alta sola, que cree que escribiendo columnas en una revista y viendo teleseries se va a sanar. Porque cuando los fachos nos ven bien, elocuentes y decididos, reaccionan, vuelven como el más tóxico de los cacas. Siento que de algo me salvé. Ahora que ya pasó todo y sé que mi ex está bacán, evolucionando y que quiere todo el bien del mundo para mí, y eso no es él, siento que me quedan pocas fichas para seguir jugándole a mi instinto. Esquivé un golpe de la vida, o cobré un poquito de esa deuda que tiene conmigo. ¿Cuántas más veces voy a poder ir contra el sentido común y ganar? No soy vidente, ni siquiera tan sensible.

 

Tengo tantas cosas

Que agradecer

Pero me paralizo

Si pienso que…

No hay deuda que no se pague

Ni plazo que no llegue.

 

Llega el día en que tu ex te dice que te ama y tú no sientes lo mismo. Llega el día en que tu ex te pide perdón por todo el daño que te hizo y dejas de ser la loca que se imaginaba cosas. Llega el día en que el tipo al que tanto le pediste amor, te lo ofrece y tú ya no lo necesitas. Incluso, llega el día en que por hacerte la difícil en las urnas, un fascista avanza sobre las presidenciales. Llegará el día en que yo me lance con fe a la aventura y me saque la chucha. Lo dice la profecía. Lo seguro, seguro, es que el primero de enero  de 2022 todas las deudas se habrán saldado, Chile tendrá lo que se merece, y los ex colgarán en cuadritos del muro de los triunfos, al menos los nuestros, porque al final teníamos razón. Con el Mati vamos a comprar una caja de vino, vamos a sentarnos afuera de un cine y vamos a vagar como adolescentes retraídos por el Parque Bustamante, para terminar con esta temporada distópica en que temimos por nuestras vidas, nuestros corazones y el Chile que hace un par de años empezábamos a soñar.

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