Conversamos con la diseñadora mexicana Nicole Quintanar sobre su marca personal Maison Quintanar Nicolete, sus procesos creativos, el valor del proceso consciente y su herencia cultural. Las prendas de MQN son fotografiadas por Paola Velásquez en su último viaje a Cuidad de México.
Hola, Nicole. Cuéntanos cómo nació la idea de crear tu propia marca y desde hace cuánto tiempo.
La idea y la curiosidad creo que siempre estuvo ahí. Tal vez no siempre lo visualicé como una marca, pero siempre quise tener un espacio para crear y explorar libremente. No fue sino hasta el 2020, tras el inicio de la cuarentena, que las circunstancias me orillaron a comenzar a crear por crear, y a partir de ahí todo fue tomando forma muy natural.
Muchas de tus primeras creaciones fueron generando una rápida demanda. ¿Qué tanto influyó esto en tu ímpetu creativo?
Sí, la creciente demanda hizo un poco difícil el lado creativo. Al inicio sólo era yo diseñando, cosiendo y subiendo fotos de mi trabajo. Luego comencé a trabajar con una costurera, pero aun así no podíamos abarcar toda la demanda y eso me quitó tiempo de diseñar y explorar cosas nuevas, por tener que trabajar en la producción. Ahora estamos intentando estructurar todos estos procesos y poder trabajar de forma más eficiente, pero igual de consciente.
¿Es relevante para ti el éxito en este proceso de crear o viene más de una necesidad de expresión?
Todo vino de una necesidad de expresión. Hay prendas que no son tan populares, pero al final el proceso de diseñarlas, explorar y crear un mundo visual es lo que me llena. También es increíble el sentimiento de que alguien en alguna parte del mundo se identifica con tus diseños, tanto como para adoptarlos y hacerlos parte de su identidad.
Maison Quintanar Nicolete trabaja con materiales usados anteriormente y con un stock relacionado con la demanda. ¿Es ésta una decisión valórica que te gustaría mantener en el tiempo independiente del crecimiento de la marca?
¡Sí! Definitivamente es parte de la propuesta de MQN un modelo de trabajo mucho más consciente y lento. Me permite dialogar mucho más con los clientes, parar y entender qué es lo que quiero poner allá afuera. Intento encontrar materiales dead-stock o reutilizar, pero también usamos materiales nuevos.
Una de tus inspiraciones viene de tu infancia en el límite de México con Estados Unidos. ¿Cómo se refleja esta experiencia de vida en tu obra?
De muchísimas. Desde que me mudé a Ciudad de México pude ver con otros ojos mi herencia cultural, tal vez por nostalgia, y me di cuenta de lo diferente que puede ser el mexicano en la frontera y el mexicano en el centro del país. Intento explorar y desglosar al mexicano fronterizo, en términos visuales: en qué espacios se desenvuelve, de qué se rodea y por qué.
El concepto de lo latinx puede estar lleno de clichés, sobre todo visto desde afuera. ¿Cómo crees que se expresa la identidad latina en tu trabajo?
En lo bizarro, en lo cotidiano. Creo que estamos rodeados de tantos híbridos culturales, que el latino fronterizo termina siendo algo muy extraño.
