Reportaje
16/03/2022
Texto: Diego Ignacio Ramirez Agradecimientos: Pamela Droguett
Texto: Diego Ignacio Ramirez Agradecimientos: Pamela Droguett
16/03/2022

El Covid-19 me convirtió en adicto al Kpop

El Kpop (Korean Pop/Pop Coreano) es un género musical nacido en Corea del Sur que mezcla elementos de la electrónica, pop, rock, R & B, hip hop y que suele ir acompañado por bailes coreografiados. Sin embargo, después del Covid-19 esta definición ha quedado corta para lo que se ha convertido el estilo, el cual va más allá de un grupo de hermosos asiáticos meneando sus esbeltos cuerpos al ritmo de canciones híper producidas.

 

Es marzo de 2020 y el Covid-19 aún no ha llegado oficialmente a Chile, no obstante, las redes sociales -especialmente el apocalíptico Twitter- ya alertan sobre la amenaza que se aproxima. Por esa razón, y ante la ineptitud del gobierno de Sebastián Piñera, mucha gente decide hacer cuarentena preventiva la cual -supuestamente- duraría solo unos días pero que terminó convirtiéndose en semanas, meses y luego años, llevando a varios a un estado agónico entre mandar nudes, hacer pan de masa madre y consumir la droga más dura conocida hasta ahora: el Kpop.

 

 

 

Orígenes de una adicción

 

En términos simples el Kpop nació como un plan económico, político y cultural del Estado de Corea del Sur para ganar dinero. Corta. Y es que a diferencia de la mayoría de los género musicales en la historia -que suelen originarse con un grupo de adolescentes con look de funados metiendo bulla en un patio de tierra- el Kpop fue resultado de la ‘Ley de Promoción a la Industria Cultural’, promulgada por el Gobierno de Kim Dae-jung en 1998, la cual inyecta una gran suma de dinero a la industria cultural coreana. Un plan que, por supuesto, no se basa en la buena onda hermanx, sino que tiene que ver con la creencia surcoreana de que ante cualquier crisis (como una pandemia jiji) es más fácil vender productos culturales que otro tipo de cosas, como un auto, ya que tienen menos competencia y obstáculos mercantiles (See, 2021).

 

Y bueno, como la plata mueve al mono, esta inyección de dinero inicial fue para muchos empresarios el incentivo principal para probar suerte en el área cultural. Entre ellos se encontraba Lee Soo-man, un productor y ejecutivo que tuvo la brillante idea de fundar, en 1995, la primera empresa de Kpop llamada ‘SM Entertainment’, la cual buscaba crear música que agradara tanto a los jóvenes como a sus padres, que fuera fácil de consumir y que entregase una imagen positiva -sanitizada- de Corea del Sur al mundo. Un proyecto que tras un año de trabajo daría a luz al primer grupo de Kpop, ‘H.O.T.’ (1996), integrado por cinco chicos que cantaban y bailaban, y que terminarían convirtiéndose en los primeros ídolos o ‘idols’ del país; un apodo que acompañaría luego a todas y todos los músicos del género.

 

 

Obviamente el éxito de SM y H.O.T. atrajo al resto de los empresarios, así que el siguiente año apareció la segunda empresa dedicada al rubro, ‘JYP Entertainment’ (1997), seguida por ‘YG Entertainment’ (1998), convirtiéndose éstas, junto a ‘SM Entertainment’, en las empresas creadoras de Kpop idols más importantes hasta la actualidad.

 

 

Corea es un dealer

 

Aún cuando para muchas personas el Kpop es un primer acercamiento a oriente, para las y los expertos en Corea del Sur este género musical no es más que la segunda etapa de exportación cultural proveniente del país. Según Constanza Jorquera, politóloga e investigadora asociada del Chilean-Korean Study Center Program de la Universidad de Santiago de Chile, el Kpop forma parte del ‘Hallyu’ u Ola Coreana que exporta productos culturales de Corea a occidente desde 1995. “El Hallyu tiene dos definiciones: la primera, que es la oficial, entiende al fenómeno como la visibilización de manifestaciones y artefactos culturales de Corea orientados a la cultura popular, que tiene un gran recibimiento a nivel internacional. La segunda, que es más amplia, entiende a la Ola Coreana como algo que llega, tal como una ola, de forma masiva, en distintos ciclos y de distintas formas a través de música, drama, películas, gastronomía, moda, estética, etc., con lo cual se va transformando a Corea en un nuevo centro cultural, penetrando en distintas áreas de la política exterior y cambiando la imagen del país”.

 

Lo que haría diferente a este Hallyu u Ola Coreana en comparación a otras modas del pasado, como la fiebre latina de los 2000s [te queremos She Bangs de Ricky Martin], es su origen híbrido o mixto el cual, según Constanza, conecta la cultura tradicional asiática con las tendencias occidentales más progresista. Una mezcla que es posible de ver a través del proceso de ‘construcción’ de un artista/banda, el cual es b-a-c-á-n (Romano, 2018):

 

1)      Los idols suelen comenzar entre los 10 y 12 años con entrenamientos para convertirse en estrellas. Esto incluye intensas audiciones para empresas, como SM, YG o JYP, donde las y los afortunados seleccionados asisten a clases de canto, baile y comportamiento público. Ahí pasan años con entrenamientos y reglas -que pueden o no ser muy éticas- hasta que un día, con la edad suficiente, las empresas deciden quiénes debutarán como solistas o integrantes de un grupo.

 

2)      Una vez que son seleccionados, los estudios comienzan a generar las canciones, coreografías e imagen que van a tener el grupo o solista. Eso incluye frases pegajosas, movimientos de baile fáciles de aprender y conceptos de moda, todo basado, evidentemente, en qué quiere el mercado local e internacional en el momento.

 

3)      Con lo anterior listo, y lanzando los primeros singles, se pasa a las presentaciones en vivo, televisión, tours, el merchandising, es decir, toda la maquinaria publicitaria que tenga a disposición la empresa para que estos nuevos idols resalten por sobre la otra camada de artistas de su generación.

 

4)      Finalmente, y ya habiendo debutado y quemado todo el material con el que partieron, aparecen los ‘comebacks’, vale decir, el lanzamiento de nuevo material, con un nuevo concepto, ritmo y aspecto [teñidas de pelos casi siempre incluidas].

 

Es gracias a este proceso que, tras años de esfuerzo, el Kpop ha logrado amasar una petite fanaticada de 89 millones fans club en 113 países para el año 2019 (Yeon-soo, 2019), llegando a incluir en sus filas incluso a grandes artistas occidentales, quienes en los últimos años han estado en llamas colaborando con cuanto idol se les cruce por su camino: Blackpink con Lady Gaga, Selena Gómez y Cardi B, Hwa Sa con Dua Lipa, BTS con Halsey, Coldplay, Megan Thee Stallion, Nicki Minaj, Charli XCX… En fin, todos muy amigos entre Hollywood y Seul, mientras que el resto de los mortales disfrutan en casa, encerrados, con el celular en la mano, viviendo UNA DE LAS PANDEMIAS MÁS MORTALES DE LA HISTORIA.

 

 

 

El Kpop es el nuevo clona

 

Según el Gaon Chart, es decir, el registro de venta semanal de canciones y álbumes musicales de Corea del Sur, el 2020 la industria del Kpop rompió todos sus récords y vendió 18 millones de álbumes la primera mitad del año, siendo BTS, Seveteen y Twice los punteros en la categoría con 10 millones de copias juntos. Un hecho que, según el presidente del Chart, no deja de ser interesante si se consideran todas las presentaciones canceladas por el coronavirus. “Irónicamente la cancelación de conciertos y de meetups por la pandemia parecen haber ayudado a las ventas de los álbumes de Kpop, ya que los fans no tenían otra alternativa… más que comprar álbumes para demostrar su apoyo [a los idols]” (Yae-rim, 2020). Un fenómeno en que Japón continúa siendo el consumidor principal, absorbiendo el 60% de las ventas, pero que en 2020 comenzó a aparecer un alza importante de otros países, en especial de occidente, donde los fandoms han comenzado a ser cada vez más grandes y diversos.

 

Dentro de estos nuevos fans se encuentra Ian, productor de moda de 28 años, que comenzó a escuchar Kpop al inicio de la cuarentena en Chile. “Lo recuerdo perfectamente, fue en marzo de 2020, en la segunda semana de cuarentena. Estaba sentado en mi escritorio, con el celular en la mano y vi un meme que decía: ‘Yo en depresión pero bailando Kpop’ y salía una mina llorando a mares pero bailando Fancy de Twice. Al principio dije ‘oh la canción culiá mala’… pero después se me quedó pegada, así que ahí decidí buscarla. Luego vi el video y dije ‘oh qué mala la hueá ’, pero se me quedó impregnado igual. Así que tuve que aceptarlo, había caído en el género”.

 

¿Qué tiene el Kpop que te llamó la atención?

 

“El Kpop es como una caja negra donde no sabes qué es lo que pasa adentro de ella y que va liberando cosas cada cierto tiempo. Las empresas de Kpop siempre están produciendo, si no es un comeback es algún show o reality, muchos idols son también actores de Kdrama o modelos. Siempre hay algo nuevo de qué hablar, no como con los artistas de occidente. Por ejemplo, Florence and the Machine, me encanta, pero no saca un disco hace mil años, ¿de qué voy a hablar yo sobre Florence?, en cambio de Irene de Red Velvet hay material todo los días”.

 

 

 

¿Cómo crees que comenzó tu adicción?

 

“Creo que para muchos es el mismo proceso: partes con un grupo y luego Youtube, Spotify o amigos empiezan a recomendarte otros, hasta que te termina gustando. Yo comencé con ‘Fancy’ de Twice, después con ‘What is love’, ‘TT’, ‘Knock Knock’, hasta que un día publiqué canciones en mi Instagram y un amigo me respondió ‘hueón, caíste en la pasta del Kpop, te recomiendo a Red Velvet’. Pienso que grupos como Twice, BTS, 2ne1, Blackpink son como la marihuana, es decir, la entrada a drogas más duras”.

 

¿Por qué decidiste probar esa droga en pandemia?

 

“El Kpop me hizo sentir que la vida continuaba a pesar del contexto, y eso se debe a que la industria del Kpop nunca dejó de producir, jamás hubo un entremedio donde pararon por la cuarentena, se convirtieron en una especie de mundo paralelo de fantasía. Sus producciones me trajeron alegría y esperanza, emociones que no sentía si veía las noticias o las redes sociales”.

 

Una sensación de bienestar corroborada por un estudio de la Universidad de Tarumanagara, Indonesia, donde se entrevistó a 640 fans del Kpop y que llegó a la conclusión de que los valores que entrega el Kpop y los idols influencian de manera positiva a sus consumidores tanto a nivel físico, mental, como también social, motivándolos a mejorar en sus vidas personales y laborales (Safithri, Sahrani, & Basaria, 2020). Valores como la amistad, confianza, respeto, etc. que son promovidos por las canciones y que, además, van acompañados por actos cada vez más políticos, a través de causas sociales u organismos internacionales, como es el caso de Blackpink colaborando con la COP26, Red Velvet siendo embajadoras del Día Internacional del Aire Limpio de la ONU o BTS quienes, además de ser embajadores de la ONU, donaron $1 millón de dólares al movimiento Black Lives Matter… solo para que sus fans o A.R.M.Y. igualaran esa donación en tan solo 25 horas (Rapkin, 2021).

 

 

 

 

“Los boomers no lo han entendido aún pero las personas más jóvenes no tienen grandes referentes ideológicos, no pertenecen a partidos políticos, su única militancia son sus artistas favoritos. Por eso, al momento de hacer campañas políticas se utilizan esos elementos que permiten comunicar a una comunidad con otra a través de códigos específicos. KpopersxBoric fue tan exitoso porque utilizamos los códigos que aprendimos por años para comunicarnos por un fin específico. Ahí aparece lo bonito del Kpop, cuando se cambia el fin puramente comercial del género por algo más significativo”, explica Constanza.

 

Para Anto, de 13 años, el Kpop no solo es un género sino que se convirtió en una herramienta para desarrollar amistades post cuarentena. “Me ayudó a socializar mucho más, me impulsó a meterme a un a un grupo de dance cover, que son grupos de baile que imitan las coreografías de los grupos de Kpop, donde he conocido varios amigos. Además fortaleció mis amistades antiguas porque ahora tenemos más temas en común y podemos pasar mucho tiempo hablando sobre eso”. A pesar de ello, Anto admite que su primer acercamiento al género ocurrió años antes, a mediados del 2015, gracias a una youtuber que recomendó la banda 2ne1 en uno de sus videos, un hecho que le llamó atención porque sentía que podría aprender más sobre Corea del Sur gracias a sus canciones y videos. “Me gustó pero deje de escucharlas al poco tiempo porque en ese momento a la gente que le gusta el Kpop era catalogada como ‘otaku’ o ‘kpoper’, la miraban feo, eso, hasta que el 2020 se puso de moda”.

 

El año 2020 fue un año decisivo para el Kpop: BTS se convirtió en el primer grupo -después de The Beatles- en tener tres álbumes n°1 en el mismo año en Billboard, además de ganar un Grammy. Blackpink estrenó su documental en Netflix sobre su participación por el Festival Coachella, siendo el primer documental de una agrupación de Kpop en la plataforma y el primer grupo femenino del género en presentarse en el festival. SuperM se convirtió en la primera agrupación de Kpop en hacer un concierto completamente online para más de 75.000 fans, siendo sobrepasado luego por BTS quien se presentó para cerca de un millón de personas (Herman, 2020). Mientras que Twitter registró un nuevo récord en tweets relacionado al Kpop, con 6,7 mil millones de tweets, en donde BTS, NCT, EXO y Blackpink fueron los más mencionados por los usuarios (YeonJeong, 2021).

 

 

Según Abi, diseñadora gráfica de 27 años, el hit del Kpop fue posible sólo gracias a la pandemia, es decir, un momento histórico exacto en que la gente no tenía nada más que hacer que estar conectada a internet, espacio donde el Kpop es amo y señor. “Las personas necesitaban entretención y evasión y eso el género lo tiene por montones. Una vez que comienzas a ver los videos te pasas a ver los backstages y, de ahí, te vas encariñando con los idols y comienzas a sentir que los conoces realmente. En cuarentena los contenidos eran principalmente los idols pasándola bien y compartiendo juntos, que exactamente lo que nadie podía hacer porque todos estaban en sus piezas sin poder salir. Era vivir a través de ellos”.

 

¿Crees que puede haber un problema en ese nivel de inmersión?

 

“A veces me analizo y pienso ‘¿estoy realmente viendo por 30 minutos a un hueón cortar cebolla pa’ cocinarle a sus amigos?’. Y claro, yo entiendo que ese nivel de inmersión es algo planificado por las empresas, pero al final igual es un rato agradable, justo lo que uno necesita en medio de una pandemia”.

 

Al igual que en el caso de Anto, Abi ya había tenido un acercamiento al Kpop previo al Covid-19, pero dejó de escucharlo al ingresar a la universidad. “Hubiese querido seguir escuchándolo pero no podía mantener el ritmo, cuando eres joven no tienes mucho qué hacer así que obviamente puedes estar todo el día viendo Youtube, en los fandoms, etc.”.

 

¿Cómo fue el proceso de retomar el Kpop?

 

“Empecé escuchando los hits de BTS, tipo ‘Dynamite’, que no me pareció nada particular pero con el tiempo comencé a generar una especie de apego emocional, así que terminó convirtiéndose en una de mis canciones favoritas. Estaba en ese proceso cuando me percaté que mucha gente a mi alrededor comenzó a caer en la droga del Kpop a una magnitud que no había visto antes. Así que ahí empecé a escuchar más canciones y más grupos para tener más temas de conversación”.

 

¿Sientes que el género fue beneficioso para tu salud mental en cuarentena?

 

“Me ayudó harto, BTS tiene canciones heavy que me hicieron sentir mejor cuando peor lo estaba pasando. Escuchaba BTS cuando no podía salir de la casa, me ponía a ver las tonteras que estaban haciendo y me reía un rato. La gran diferencia entre los artistas occidentales y los idols es el involucramiento emocional porque los artistas de Kpop tienen otro tipo de contenido más allá de la música, tienen videos graciosos y otros más profundos que no tienes con los artistas occidentales, quienes suelen hacer un espacio entre ellos y sus fans. Por eso yo creo que con los artistas occidentales se suele hacer una separación artista/arte más fácilmente, mientras que con el Kpop no se dice ‘me gusta la música de…’ sino que ‘me gusta él o ella’. El gusto musical por el Kpop se desarrolla principalmente por la conexión emocional que se tiene con los idols”.

 

 

 

¿Cuánto rato pega esta droga?

 

No se sabe bien qué es lo que pasará en el futuro con el Kpop, lo cierto es el que género ya lleva más de tres décadas dando vueltas y no pareciera irse a ningún lado, e incluso ha dado pistas de volverse cada vez más global y digital, como es el caso del grupo Aespa que cuenta con cuatro integrantes de reales y cuatro virtuales. En el caso de Ian, admite que luego de que se levantaron las medidas de cuarentena en Chile su adicción al Kpop ha bajado un poco, sin embargo, cree que el género lo acompañará durante otras etapas de su vida debido al poder de reinvención que tiene. “Hay grupos que comienzan con temas muy infantiles y luego con el tiempo van hablando sobre temáticas más adultas, por ejemplo ‘Make a Wish (Birthday Song)’ de NCT, que habla sobre sexo oral, y  ‘머리에서 발끝까지’ de Mamamoo, que habla de sexo lésbico”.

 

Una mirada optimista que contrasta con la de Anto, quien sostiene que la reinvención del género no será suficiente y probablemente comience a decaer su boom con las nuevas etapas de la pandemia. “Ahora podemos salir a la calle y eso hace que tengamos menos tiempo para ver cosas. Pasa también que cuando una es chica tiene más tiempo para ser fan, pero cuando una es grande tiene más responsabilidades y, por tanto, menos espacios para dedicarle a todo el asunto. Creo que comenzarán a salir otros géneros musicales y me interesaría conocer más sobre ellos”. Para Abi, en cambio, el Kpop alcanzará una posición intermedia, donde haya gente que lo siga escuchando mientras que para otra pasará a formar parte de su playlist ‘viejitas pero bonitas’. “Probablemente para muchos el Kpop ya se ganó su espacio junto a otros géneros más antiguos. Yo creo que si escucho una canción de Kpop en diez años más me va a dar nostalgia, ya que me voy a acordar de cómo fueron estos años, y van a tener el mismo efecto que tienen las canciones cebollentas que mi papá ponía en el auto cuando chica”.

 

 

Referencias

 

Herman, T. (30 de diciembre de 2020). South China Morning Post. Recuperado el 4 de febrero de 2022, de K-pop’s 2020 highlights, from BTS’ No 1 hits to Blackpink’s album, Lisa’s dance and the Any Song challenge: scmp.com/lifestyle/k-pop/news/article/3115651/k-pops-2020-highlights-bts-no-1-hits-blackpinks-album-lisas

 

Rapkin, M. (7 de julio de 2021). COVID-19 couldn’t stop K-pop’s global rise. Recuperado el 2 de marzo de 2022, de National Geographic: nationalgeographic.com/travel/article/covid-19-couldnt-stop-kpop-global-rise

 

Romano, A. (26 de febrero de 2018). How K-pop became a global phenomenon. Recuperado el 25 de enero de 2022, de Vox: vox.com/culture/2018/2/16/16915672/what-is-kpop-history-explained

 

Safithri, N. A., Sahrani, R., & Basaria, D. (2020). Quality of Life of Adolescents (Korean Pop Fans). Advances in Social Science, Education and Humanities Research, volúmen 439 , 771-777.

 

See, T. (30 de octubre de 2021). Channel News Asia. Recuperado el 10 de enero de 2022, de channelnewsasia.com/asia/squid-game-parasite-bts-korean-wave-kpop-focus-2276341

 

Yae-rim, K. (21 de julio de 2020). The Korea Herald. Recuperado el 3 de febrero de 2022, de K-pop album sales remain robust despite pandemic: koreaherald.com/view.php?ud=20200721000974

 

YeonJeong, K. (4 de febrero de 2021). Twitter. Recuperado el 4 de febrero de 2022, de #KpopTwitter alcanza un récord con 6.7 mil millones de Tweets en 2020: blog.twitter.com/es_la/topics/insights/2021/kpop-twitter-record-millones-tweets-2020

 

Yeon-soo, K. (12 de enero de 2019). Korea Times. Recuperado el 4 de febrero de 2022, de 89,000,000 ‘hallyu’ fans worldwide: koreatimes.co.kr/www/art/2019/01/732_261877.html

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