Editorial
27/05/2022
Texto: Geraldine Neary, Dindi Jane Fotografía: Nico Loren Concepto, styling, pelo y maquillaje: Francisco Aravena Modelo: Geraldine Neary, Dindi Jane
Texto: Geraldine Neary, Dindi Jane Fotografía: Nico Loren Concepto, styling, pelo y maquillaje: Francisco Aravena Modelo: Geraldine Neary, Dindi Jane
27/05/2022

La antigua fantasía de Hollywood

 

Estaba filmando una película de época donde tuve la suerte de interpretar a una vedette. Mis pechugas aplastadas por el corsé se llevaban el mayor protagonismo. Una niña de 11 años, la real protagonista de la película, se acercó entre tomas y me preguntó; “No te da vergüenza?” A lo que yo respondí “No”, no sé si con orgullo.

 

Ella me dijo “A mi me daría vergüenza” y yo le dije, “Bueno, tú no vas a tener que hacer esto” mientras imaginaba su prometedora carrera de actriz, luego de verla a su corta edad robarse la cámara a puro talento, con el apoyo de toda su familia, en especial de su padre que la acompañaba entusiasmado en la aventura.  Conversando con la niña le pregunté si quería dedicarse a esto, dijo que sí, pero se iría a estudiar afuera; Estados Unidos o España porque, ¿cómo ganarse un Oscar en Chile? Y yo, la optimista actriz que no se ha ido de Chile, le dije que tal vez esta película llegaría a ser nominada a un Oscar, ella me miró y no dijo nada.

 

 

 

El año pasado viajé a Madrid por la serie de Los Prisioneros de Movistar TV que se presentaba en el marco de Iberseries de los premios Platino. Me pagué el pasaje, me alojé donde una amiga. Conseguí ir a la premiación como acompañante de Mariana di Girolamo y que Freddy Alonso me prestara un traje. Maquillada, peinada, parada en una alfombra roja, mientras nadie me fotografiaba, entre lxs presentes me encontré con la mirada de un fotógrafo quien me señaló frente a otra señora para preguntarle si me tomaba una foto o no. Ella se giró para verme y como oliendo caca, negó con la cabeza. Y bueno, pude estar muy cerca de varios famosos españoles que no conocía y sentí la relevancia internacional muy lejos.

 

Chile está muy lejos, y dentro de Latinoamérica una incómoda cordillera nos separa mientras hace nuestra tierra inestable. En cualquier momento todo se desarma por un marepoto. A mi alrededor muchxs quieren irse y yo también, pero algo me tira. Buscando estabilidad en Santiago, cerca de mi familia y amigues, donde nos entendemos aunque no se entienda nada de lo que hablamos, queremos hacer cositas y hay que generar dinero. En el contexto de una pandemia, donde el teatro sucumbe a diferencia de un restaurante, me quedaban dos opciones: generar contenido con una cámara o trabajar de mesera esperando el llamado de la audición, como si viviéramos en Nueva York. Vamos generando contenido; esperaba de mí misma que éste fuera divertido y para todo espectador; quiero llegar a eso, pero una parte de mi, dentro de esta pesada cabeza que sobre piensa todo, se apaga cuando se prende una cámara. Puedo hacer cualquier cosa. De todo el espectro de cualquier cosa que podría hacer frente a una cámara, hay algunas cositas que se me ocurren que no podría subir a Instagram ni a Tiktok y me tientan lo suficiente como para abrir una cuenta de Onlyfans. Mi público podrá pagar una entrada y seguirme al ingenioso mundo del espectáculo en la intimidad de mi pieza.

 

 

 

 

Yo no sabía que me gustaba el show erótico hasta que lo vi. Tenía alrededor de 9 años en 1997. Estaba viendo televisión en la pieza de mis papás, en aquella época cuando, después de las diez de la noche, podías cruzarte con nudes en la tv abierta. Me encontré con una mujer pelirroja de pelo y cuerpo voluptuoso, desnuda sobre un escenario dentro de una tina con agua y espuma. Maravillada ante la imagen, entra inoportunamente mi mamá a la pieza, entonces debía cambiar el canal. Lo hice para arriba y para abajo, para así poder pasar por el show y ver espasmos de esta imagen tan atractiva para mi y para todo el público asistente, que estaba dentro de la televisión con ella. Inspiración que dio inicio a mi carrera sobre el escenario. Ese verano anunciaba mi propio espectáculo a las cinco de la tarde. En la pieza de mis hermanos que tenía cortinas azules, a diferencia de las mías rosadas, se lograba un ambiente más oscuro. Solo podían entrar mis dos primos. No tenía ni tetas, pero me sacaba el traje de baño bailando sobre un baúl. Todavía tengo ese baúl, ahora está en mi pieza.

 

Décadas después le conté esto a mi madre, para explicarle que desde siempre me gustó sacarme la ropa y hacer show, me gusta y lo haré en una plataforma que se llama Onlyfans. Si no lo hago me iré a vivir con ella; idea que no me gusta para nada, pero a ella la idea del Onlyfans tampoco; es como ser puta, me dijo y también dijo: con razón ese primo abusó de ti.  Pero se arrepintió de decir eso. La culpa no era mía. Nunca pensé que lo fuera. Pensé: no se puede confiar en un hombre y si mis tetas (ya crecidas) van a llamar la atención de ellos, mejor esconderlas con una joroba. Cuando al fin entré a estudiar teatro aprendí a enderezar la postura atrofiada por el peso psicológico de mis tetas y logré abrir el pecho desnudo frente a cualquiera. Se siente bien no tener miedo y al fin poder ver cómo se les arruina la vida a ellos; los abusadores, y no a nosotras. Aunque ya se nos arruinó, podemos sanar.

 

 

 

 

Volviendo a Madrid y la persecución de una carrera como actriz. Fuimos una noche a un bar con un amigo actor. Un caballero se acercó a la mesa para felicitarlo por su trabajo. Lo acompañaba una señora que es una representante de actores y nos la presentó. Hola, yo también soy actriz! De Chile, estuve en Iberseries de los premios Platino por la-e Lo- Prisioneroh, bla bla bla. No mostró ningún interés, quizá no me entendió o no me escuchó porque hablo muy bajo, entonces siguieron su camino a jalar al baño. Cuando cerró el bar y nos estaban echando, volví a cruzarme con ellos y decidí acercarme para pedirle el mail. Cuando se estaba poniendo de pie para salir del local, hice mi jugada: le pido el mail. Me pregunta que quién era yo. Le expliqué; soy la actriz que estaba sentada en la mesa de allá, donde nos presentaron, mi nombre es Geraldine… y ella: Sí, sí, pero QUIÉN ERES? _____ Entonces entendí que yo no era nadie y que estaba molestando, pero accedió a conversar conmigo afuera. En el trayecto saliendo del bar me dijo: debes ser muy poco profesional si estás haciendo esto. Me paralizé un poquito y una vida de actriz poco profesional se pasó por delante de mis ojos. Luego en la calle me cuenta que le interesaban mucho las historias de Latinoamérica, que quiere que vayamos a contar nuestras historias allá. Que me venga a Madrid, porque desde aquí sí se puede actuar en todo el mundo. Le agradecí su consejo, me dio su mail y le pedí perdón por molestarla, pero como en mi país no hay industria no sabría cómo comportarme profesionalmente en esta situación, que viniendo del pobre Chile sentí como una señal o al menos como una oportunidad esto de cruzarnos tan casualmente. Ya cuando estaba sola me puse a llorar de la frustración y la humillación por intentar un contacto en el mundo de los accesos.

 

 

 

 

Mi abuela también quería ser actriz y su papá no la dejó. También le dijo que ser actriz es como ser puta. Asi que no tuvo acceso, sin embargo, él mismo la llevaba a La Rueda de Valparaíso en 1950 donde mujeres bailaban con poca ropa. Mujeres que a él le gustaba mirar, pero su hija no podía ser. Mi abuela no le discutía a su padre, respetaba sagradamente los límites que le imponía. No podía casarse con un chileno, ni con italiano y menos con un español. Se casó con un inglés y fue profesora. Una vez se compró tapa pezoneras en Nueva Orleans, para moverle las tetas a su marido, mi abuelo, y lo hizo reír. Luego él se gastaría la herencia en un putero. Mi abuela tendría que salir temprano a trabajar como profesora y bibliotecaria infantil. Le gustaba contar cuentos. Somos bien parecidas y la historia se vuelve a repetir. Mi papá tampoco me dejó ser actriz, pero yo no respeté sagradamente los límites que me impuso. Después de 3 años lo convencí, como buen abogado que pude haber sido, que me pagara la carrera de actuación en la Universidad. Gracias papá. Qué alegría cómo van cambiando las cosas. Quizá algún día se pueda estudiar “puta” en la U.  Ahora mi papá me celebra el Onlyfans porque me da un sueldo estable. Hasta me da ideas, como por ejemplo: disfrazarse de monja, lo que me resulta particularmente incómodo.

 

 

 

En la prisión patriarcal no hay ninguna opción libre de miedo. Temo por el rechazo y el abandono, entonces me moldeo para que me quieran. Luego hay que salvarse sola en un mundo descomunal e individualista, no hay tiempo para darse vueltas en la cabeza entre el ser o no ser. Si soy para mi o para los demás. En verdad da lo mismo, solo quiero salud mental para disfrutar del proceso. Quiero ser esa mujer libre que hizo lo que quiso. Pensar mucho me distanciará de mi cuerpo. Ya aprendí que el universo se ríe de mis planes. En esta relativa sensación de libertad contemporánea, sin tantas ideas sobre el futuro y desconectados del presente, volvemos a las estéticas del pasado. Por la nostalgia que nos inspira, como la muerte, lo que ya no es, lo que ya no está, la juventud, el divino tesoro de tantas personas que ya son diferentes, o que ya no son siquiera. Aferrarse a estéticas, merecer la atención, merecer la foto; el registro. Vencer a la muerte. Al mismo tiempo que debemos soltar la apreciación de esta imagen que se pierde todo el tiempo y como todo en esta vida. El respeto, la fama, la belleza, la relevancia, el momento.

 

Cito a Eminem:

“You better lose yourself in the music, the moment

You own it, you better never let it go

You only get one shot, do not miss your chance to blow

This opportunity comes once in a lifetime”

 

Que estrés pensar que hay solo una oportunidad en la vida, pero es verdad porque solo tenemos una vida en este cuerpo al menos.

 

-”So don’t miss your chance to blow?”

 

I always miss my chance to blow, thank you.

 

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