Entrevista
09/08/2022
Entrevista: Javiera Tapia
Entrevista: Javiera Tapia
09/08/2022

Camila Moreno: “El mundo actual me parece tan aburrido”

Mientras se prepara para el lanzamiento de su último disco, Rey, Camila Moreno no pierde el tiempo: se viene un cómic y un remix. Conversamos con ella sobre la construcción de su identidad, la droga que son las redes sociales y sobre los primeros años de su carrera. “Lo que ocurrió en esos años fue como una falla en la Matrix”, dice.

 

 

“Mi patio era un peladero”, dice Camila. A través de la pantalla se ve el cielo azul y mucho verde, aún cuando estamos en invierno teniendo esta conversación a distancia. Uno de los muchos descubrimientos que tuvo durante estos últimos dos años, es que tiene una conexión con las plantas. “Una conexión amorosa”, la define ella. “Antes siempre se me morían y me decía a mí misma, pucha, no tengo dedos verdes. Pero sí los tengo”, dice contenta. Le pregunto qué es lo que cambió, por qué ahora las plantas viven.

 

“La dedicación”, dice.

 

Camila Moreno responde esta entrevista desde su patio. El que hizo florecer durante la pandemia. El que la cobijó cuando durante ese periodo duro, muchos y muchas —también ella— se preguntaron ¿quién soy? ¿qué hago? ¿cómo se continúa? ¿se podrá alguna vez? Al parecer, se pudo: se encuentra terminando una gira de conciertos por México, Colombia, Perú y también Chile, mostrando Rey, su cuarto disco. Pero no solo eso: se prepara para el lanzamiento oficial del álbum, que se realizará en octubre; también el de un cómic junto a Félix Vega y, en las próximas semanas, el estreno de un remix de ‘Detonación’.

 

¿Qué significa soltar en el mundo una obra en plena pandemia? Construirla durante mucho tiempo hasta al fin darla a conocer, pero no poder hacerlo del todo. Si algo ha mostrado Camila Moreno durante la última década es que sus discos son más que canciones ordenadas en un tracklist. La música de Camila también se entiende con el cuerpo.

 

Dice que la imposibilidad de tocar estas canciones generó en ella “una ansiedad tremenda. Y cuando pude empezar a tocarlas fue maravilloso”. Su primer show de vuelta fue en agosto del 2021, en Concepción. “Pleno invierno, aforo reducido. Fue un concierto muy freak porque a la gente no la dejaban pararse y esto era al aire libre y hacía muchísimo frío. Cuando empezó a sonar la música, yo estaba afuera del escenario, la gente empezó a aplaudir y yo me puse a llorar. Fue súper fuerte. Yo entré al escenario llorando y me obligué a dejar de hacerlo, porque no iba a poder cantar”.

 

Y lloró por varios motivos. Lo que vivimos desde marzo del 2020 “fue un periodo laboralmente muy angustiante. No tener una entrada económica de lo que era tu sustento porque con mucho esfuerzo, digamos, vivo de hacer shows, a diferencia de otros artistas que viven de las marcas. También me di cuenta que esto es lo que yo sé hacer. Este es el lugar donde yo puedo desplegar lo que mejor hago y no sé hacer otras cosas. También me sentí una inútil ¿Qué soy? ¿Para qué sirvo?”.

 

Por primera vez tuvo ataques de angustia, dice. Y hablamos sobre la construcción de su identidad. “Empecé a trabajar desde muy chica en esto. Toda mi vida ha girado en torno a mi trabajo, hasta que llegó mi hijo y ahí mi vida empezó a girar en torno a mi hijo y mi trabajo. Soy una persona súper trabajólica, me encanta mi trabajo, me hace bien, me nutre, me hace sentir viva, me hace sentir que estoy entregando algo también, porque no es solo para mí, no es solamente un ejercicio de auto placer. Yo en la música encuentro muchas cosas que me ayudan a seguir con la vida. Perder el escenario fue como perder una casa”.

 

Y llegó a algunas conclusiones. Por ejemplo, a “aceptar esa dependencia como algo sano y real. El escenario es parte de mí. También concluí que siempre necesito estar creando. Porque durante la pandemia creamos todo el mundo de X y M y la historieta virtual, armamos una nueva manera de comunicar. Hay una pulsión creativa que, si no la puedo llegar a concretar, me deprime. Me deprimo mucho. Supongo que hay una cosa ahí relacionada con lo espiritual. En alguna parte vi que hacer canciones, discos, hacer shows, es como un ritual de invocación a los espíritus. Creo que hay una cosa que se relaciona quizás con algo medio arcaico”, dice.

 

Ahora que volvió a los escenarios, también se dio cuenta de que hay algo diferente. “Ahora estoy más relajada, disfrutando, menos tensa con respecto a lo perfecto que pueda llegar a salir el show. Y estoy también menos tensa con respecto a si el público está o no está tan receptivo como me gustaría. Antes quería tener más control. Ahora me da más lo mismo y eso es muy rico. Ahora lo paso bien desde el escenario y lo doy todo. Digamos que pude entender que todo es un juego, en el buen sentido. No somos tan importantes. Nada es tan importante. Yo no soy tan importante. Entonces aprovechemos de gozar porque estamos poco tiempo aquí”.

 

También explica que su equipo ha sido fundamental para sentir esa soltura. “Nos hemos subido a festivales donde no nos dieron prueba de sonido, donde las condiciones eran paupérrimas, donde estaba todo en nuestra contra, todo indicaba que iba a salir mal, pero el show salía impecable, porque mi equipo ha logrado que así sea. Entonces también esa calma te la da tener un equipo de trabajo bien conformado, gente que está comprometida y que está vibrando contigo”.

 

Y ese relajo también se manifiesta en el recibimiento que tenga su obra. “Si le gusta o no a mucha o poca gente, filo. Porque por ejemplo, Rey es un disco conceptual, es un disco complejo. Pero también me siento satisfecha. Yo creo que también tiene que ver con eso. Me siento satisfecha del trabajo, me siento orgullosa de lo que hemos hecho. Me siento tranquila en ese aspecto, porque siento que hicimos algo bueno, importante, arriesgado, peligroso, sobre todo en un mundo como el actual. El mundo actual me parece tan aburrido”.

 

 

—¿Qué tiene de aburrido para ti?

 

Todo el mundo de las redes sociales, el mundo de la moralina, la estética actual. La encuentro poco peligrosa, la encuentro aburrida. Es predecible. Es como que falta el rocanrol en su expresión más primigenia. En todo eso que tiene que ver con el arrojo, con el no saber, con el caos. Creo que en medio de esta era, que me parece una era bien terrible, hacer esto es un acto que me deja tranquila en ese sentido: sí hicimos una huevada arriesgada, algo que no está dentro de lo que tú puedas predecir y algo que nos llenará a nosotros a nivel estético, filosófico, político y espiritual. Sí hicimos algo más allá de la moda, más allá de lo que está afuera, más allá de las redes sociales, del algoritmo”.

“Imagínate toda la energía que uno invierte en redes sociales para no desaparecer. Todo, ese tiempo y esa energía creativa gastada en una tontería. Esto es súper injusto para las personas que son creadoras. Me imagino que a los más cabros les interesa tener esa expertise, qué sé yo. Pero hay una injusticia ahí, de tener que estar enfocado en una cosa que no tiene que ver con el arte, no tiene que ver con la música en sí”.

 

 

—Pero al final, nosotres somos los que creamos eso que llamas injusticia. No sale de la nada.

 

Sí, es la sociedad que quiere construir cosas instantáneas y pasajeras, poco significativas, intrascendentes. Finalmente, yo creo que es como una droga evasiva. El deseo de que algo que te desconecte de la vida y te desconecte rápido y te desconecte fácil y te desconecte sin pensar. Y todos somos adictos a la droga, igual.

 

 

—¡Hablando de redes! Vi en tu Instagram hace unos días un video en el que hablabas de tu primer disco, Almismotiempo. ¿Cómo ves esa época ahora? Era otro momento, muy diferente.

 

Otra industria. Eran tiempos un poco más fáciles, encuentro. Más prósperos para la música chilena.

 

 

—¿Por qué más prósperos?

 

“Porque en esa época existió una escena indie. Y esa escena indie fue la que hizo que mi generación pudiera existir. Lo que ocurrió en esos años fue como una falla en la Matrix. En ese momento los sellos, los grandes sellos, se retiraron. No existía el streaming. Y de repente empezaron a existir los sellos independientes. Como Quemasucabeza, Estudio Elefante entre otros, entre muchos otros. Y de repente la música chilena se puso de moda. Entonces existía la Radio Uno y existimos artistas variadas, desde Javiera Mena hasta Nano Stern. Toda mi generación son solistas, somos muchos y muchas y todos tenemos carreras y vivimos de esto. Y si vivimos de esto, yo encuentro que es gracias a esa falla en la Matrix. O si no, no sé si hubiéramos podido existir, la verdad.

Lo que pasó después es que los sellos volvieron a entender cuál era el negocio y volvió la misma lógica que existía antes, que era tomar productos, meterles plata, ponerlos en la radio y esa es la moda. Y eso de la mano con el fenómeno de la música urbana, hizo que todo lo que no fuera urbano quedara bien en el olvido, casi que en el under. Entonces, son tiempos mucho más difíciles para estar haciendo música en Chile que en el 2009.

Tan falla en el sistema fue que, por ejemplo, a mí me nominaron al Grammy siendo una artista que no existía, no estaba en el mapa, en ninguna parte. Yo estaba recién partiendo, era mi primer disco, nadie hizo lobby en ninguna parte, llegó por el Sello Azul, que como ejercicio de rutina postulaba a sus artistas. Y hoy día para estar nominado al Grammy tienes que hacer un nivel de lobby tremendo”.

 

 

*

 

 

Aunque Camila se encuentra alistando el lanzamiento de Rey para el 7 de octubre en el Teatro La Cúpula, no es lo único que la mantiene ocupada. Ha estado, por ejemplo, haciendo el ejercicio de recopilar todo lo que ha compuesto. Ha revisado lo que compuso en la pandemia y dice que le parecen interesantes. “Son súper raras, siento que me muevo siempre entre lo pop y lo más experimental, creo que todos mis discos tienen esas dos caras. Hay singles radiales, otras más raras, lo disfruto. También disfruto el arrojo a la cursilería”.

 

 

—Igual te has ido soltando cada vez más con eso.

 

“Sí, pero yo me acuerdo que la primera vez que tuve la sensación de uh ¿por qué estoy haciendo esta huevá tan cursi? fue cuando hice ‘Lo cierto’. Y me encantó. Me encantó esa sensación de incomodidad conmigo misma. Y lo he vuelto a sentir con otras canciones. Por ejemplo, con ‘Es real’. Cuan-do-te-en-con-tré-en-la-pista ¡ja,ja,ja! Se supone que eso yo no lo diría. De hecho un cabro con el que trabajaba me decía ‘pero Camila Moreno no diría eso’. Qué bueno poder romper esas barreras de lo que se supone que una es”.

 

 

El 7 de octubre, además, cuenta que estará listo el primer tomo de un cómic para el que está trabajando con el artista Félix Vega. “Él es bacán. Es hijo del creador de Mampato, Óscar Vega. Estoy súper entusiasmada con esto, con el área del guión y ver cómo las escenas se materializan en los dibujos de Félix. Yo soy súper fan suya, me leí Juan Buscamares, Duam… Cuando leí Juan Buscamares pensaba en todos los intereses comunes que teníamos. A mí me gusta la mitología, los dinosaurios, el mar… son cosas que me conmueven. Nos conocimos, nos hicimos súper amigos y para mí estar trabajando con él es un sueño hecho realidad”, dice.

 

Y a finales de agosto podremos escuchar el remix de ‘Detonación’. ¿Por qué es esta canción de Rey la que tendrá una nueva vida? Camila dice que “espontáneamente, este tema se transformó en single. Son raras las veces en que pasa que la gente se encariña con una canción del disco que tú no has promocionado. La piden mucho en redes, en conciertos y yo la tenía súper tirada, casi no la toco en los shows. Así que finalmente la tomamos y vamos a crear algo más pop, más rápida. Le subimos el bpm y tiene el fin de divertirnos. Es una canción súper sexy, además, así que estamos acentuando eso igual. Y el featuring es más que eso, es una colaboración porque la persona invitada creó la letra.

 

 

—¿Una pista?

 

“Mmm, hubo un shippeo ¿shippeo? ¿Así se dice? en redes sociales, para una colaboración, el año pasado”.

 

 

—Y hablando de shippeo. Chile, ¿va con el apruebo o el rechazo? ¿Qué piensas tú?

 

“Tengo esperanzas de que gane el apruebo. A veces todo dice que hay que no tenerlas. Pero quiero creer. Quiero creer que la gente es suficientemente inteligente como para no dejarse engañar con la tontera de que rechazar es para reformar. Eso sería retroceder de nuevo. Además es un gesto horrible a nivel simbólico, es como decir yo sí quiero que mantengan la Constitución que hizo Pinochet con Jaime Guzmán. Nos debemos a nosotros mismos salir del loop del sufrimiento y sentir que merecemos ser felices como país”.

 

 

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