Columna
12/10/2022
Texto: Delfina Harms Ilustración: blahblahblasfemia
Texto: Delfina Harms Ilustración: blahblahblasfemia
12/10/2022

Por qué se van las amigas

Hace un año exacto caminé las calles de Ñuñoa y Provi medio llorando porque tenía el corazón hecho trizas por un hueón. Iba a almorzar al Indian Box con la Gabs, una de mis mejores amigas, por su cumpleaños. No me había bañado en muchos días, llevaba meses sin usar aros ni maquillarme porque me sentía muy mal. Pero me arreglé, me puse mi chaleco rojo brillante, sombra en los ojos, aritos, un abrigo gris gigante: el disfraz completo que me hace sentir que tengo las cosas bajo control.

 

 

Igual me fui llorando, secándome con un pañuelito para no correrme la pintura, de depre y de emoción de que mi amiga me invitara al almuerzo de cumpleaños con su mamá. Es un lugar sagrado ese, con la mamá. Pareciera que un vínculo así nada puede derribarlo. Hasta que un día cae, un día la amiga se te va.

 

La Cata lo hizo y fue bien bien poético. Nuestro vínculo no cayó, pero un día de verano de 2020 se fue al sur y se tardó un año y algo en volver. Se fue a pasar navidad con la familia, tenía fecha de regreso para el 15 enero, pero evitaba hablar del tema. Hasta que pasó la fecha y la Cata se quedó. Cuando me llamó para contarme pensé, ahora vive en Temuco conchetumadre. Sin despedidas, sin persuasiones, sin alaraca. Se fue no más. Y es una prueba de amor brutal conservar la intensidad de nuestra amistad a tantos kilómetros. O una rebeldía quizá. La hueona se fue y yo la apreté con más fuerza que nunca porque la amo con locura. Y nos pasamos horas pegadas al teléfono haciéndonos reanimación, porque nos gusta el drama, o el drama gusta de nosotras. Pasan cosas. Y no como antes de los treinta, que nos enrrollábamos en culebrones divertidos y los dilatábamos lo más posible para no aburrirnos. Ahora las cosas que pasan, a veces arrasan con todo. Entonces por turnos, primero yo prestando primeros auxilios. Después ella. Y una no está en condiciones, la mayoría de las veces. Intentas ayudar, dar ánimo, empoderarla, y te suenas los mocos y las lágrimas pa callao en un rincón. Pero tení que hacerlo. Es tu amiga aunque se haya ido sin despedirse, la perra.

 

Hace unas semanas la Jo, otra amiga, se fue a estudiar afuera. Hizo una once despedida con sopaipillas pasadas y navegao. Yo no soy su mejor amiga, ni cerca de serlo. Pero nos queremos y nos admiramos mucho. Ahí estaba ella, de anfitriona, muy linda como siempre, y me dejó sola entre mucha gente que no conocía. Después de un rato fumando y haciendo como que escuchaba conversaciones, mis habilidades sociales caducaron. Entonces apareció la Olivia, su mejor amiga. Yo digo que es su mejor amiga porque eso siento entre ellas dos, aunque quizá es bien noventero de mi parte catalogar a la gente así. Nos pusimos a conversar en la cocina de poesía punk y mujeres poetas que pegan puñetes. Mientras ella hacía más navegao, buscaba descorchador, bolsas de basura, sillas, abría la puerta a lxs invitadxs, barría vidrios rotos: todas las cosas que hacen las mejores amigas que están por quedarse viudas. Eres la viuda, le dije. Después me mandó un poema que le escribió a la Jo. Y yo le pregunté, ¿por qué se van las amigas? Yo también me fui una vez y recuerdo que entonces, hace 9 años, mis amigxs me ayudaron a guardar mis cosas en cajas llorando. Éramos muy chicxs.

 

Ahora pienso en ese rincón de toxicidades del que nadie puede renegar, que me explotó en la cara cuando la Cata no volvió y que está rallado entero con preguntas como, ¿por qué prefiere irse a estar conmigo? ¿Y nuestra vida juntas? ¿No es suficiente este amor para que se quede? ¿Por qué no nos fuimos las dos? Soy muy intensa con este tema, pero hay partes del corazón que no maduran, fíjate. Se quedan en la primera infancia. Y, cuando estas cosas pasan, se llora a gritos en lo más profundo del pecho, ojalá en secreto. Porque es tu amiga y le tiene que ir bien aquí o donde sea, con o sin ti.

 

Ayer fui al Indian Box de nuevo. No iba desde aquel cumpleaños, hace un año. Fui con mi compañero, Santiago, y solo al leer el menú, tratando de recordar los platos que pedí la última vez, caí en la cuenta de que había estado ahí hacía exacto un año. Y pensé, chale, qué pasó. Qué habrá hecho la Gabs para su cumpleaños, ¿habrá celebrado? O estará muy ocupada, llena de cosas, la saludé pero no contestó, nunca para, nunca tiene tiempo. Estuve un poco retraída pero la comida estaba deliciosa. En la mañana, muy temprano, miré mi celular, leí su mensaje y entendí. Las amigas se van de muchas maneras. Y este año yo no estaba invitada.

 

Otros Relacionados