Entrevista
26/01/2023
Dirección y Fotografía: Caro Salamanca , Max Lagos Texto: June García Ardiles Dop & Camara: Diego Jaña Foquistas: Luis Pinto, Cesar Urra Montaje: Vito Gadolfo Arte: Nataly Solari Rental-Luces: OB Rental Eléctrico: Miguel Gonzalez Música: Iván Barría Producción: Nicole Blanc, Ultra Estudio Color: Felipe Zaliz Agradecimientos: Gonzalo Madrid, La positiva, Puntociego
Dirección y Fotografía: Caro Salamanca , Max Lagos Texto: June García Ardiles Dop & Camara: Diego Jaña Foquistas: Luis Pinto, Cesar Urra Montaje: Vito Gadolfo Arte: Nataly Solari Rental-Luces: OB Rental Eléctrico: Miguel Gonzalez Música: Iván Barría Producción: Nicole Blanc, Ultra Estudio Color: Felipe Zaliz Agradecimientos: Gonzalo Madrid, La positiva, Puntociego
26/01/2023

Anna Balmánica: “Sacar al drag de la noche”

Loca, política y performer, así describe Bastián Pérez a Anna Balmánica, travesti que lleva casi diez años en la escena drag chilena y se ha consolidado como una referente. Ha querido escapar del mainstream, y migrar a Valparaíso fue el punto de inflexión para repensar su quehacer: más allá de éxitos individuales y apegada al territorio, al trabajo colectivo.

 

Anna Balmánica sabe ocupar el espacio. Su mera presencia llena salas, escenarios y calles. Se mueve segura y certera con cientos de ojos sobre su figura. No se le escapa ningún detalle y denota un trabajo minucioso al momento de pensar sus looks y performances. Pero, aunque para una noche planifica durante semanas, todo parte en su corazón: “Nace desde una pulsión emocional más que racional. Después esas emociones hay que conceptualizarlas y llevarlas a un look, a un maquillaje, a una composición visual”, explica.

 

Esa pulsión emocional existió desde un comienzo, no decidió que iba a ser travesti o de qué manera lo haría, simplemente empezó a suceder en el momento que fue una necesidad y quiso obedecer su sentir.

 

 

“La Anna empezó como un escape, un punto de fuga de lo que era el Bastián más adolescente. Yo tenía como 21 años, entonces también fue un escudo social, una forma de poder relacionarme, de estar de fiesta, existir en sociedad y poder ocupar ciertos adjetivos. Ser de una forma que me gustaría ser, pero que ya no podía porque ya había construido mi personalidad, entonces la Anna fue esa vía de escape para ser un poco más libre”.

 

Entre Bastián y Anna se han ido permeado con los años: “yo la he bajado un poco, en sentido de tranquilizarla y ella también a mí me ha traspasado esa libertad. Ya estamos un poco más equilibrados y creo que hay mucha más seguridad, libertad y también consciencia a la hora de actuar y de ser”.

 

Su proceso creativo se mezcla entre lo emocional y algunos caprichos relacionados al atuendo de la ocasión. Va conectando los sentimientos que quiere transmitir con colores, figuras, accesorios o ropa. La composición pasa por distintas etapas de ideas, bocetos y pruebas, hasta llegar al look final. En ese sentido, los referentes más relevantes para el trabajo de Anna Balmánica son principalmente maquilladores como Isamaya Ffrench, Sam, Niohuru y Celine Bernaets, artistas visuales como Josh Quinton y diseñadores como Vivienne Westwood y Thierry Mugler. Además de divas como Paris Hilton, Britney Spears y Madonna. Le interesa buscar inspiración para hacer maquillajes no convencionales: “Todo va en cómo deformar, para no apegarme a esas estructuras binarias. La Anna igual divaga en el sentido de que no es tan andrógina, igual es más femenina, pero viene a ser una exageración burda de lo que sería este personaje femenino. Va más a deconstruir la concepción del género o también a generar cierta burla a lo que se cree que es el género binario, va en la línea de tratar de transformar y desfigurar un poco esa frontera”.

Vives en Valparaíso hace más de tres años, ¿de qué manera migrar de Santiago tuvo relación con tu trabajo? ¿Cómo la ciudad porteña ha sido relevante en tu elaboración artística?

 

—Me fui de Santiago porque es una ciudad muy rápida, competitiva y exitista. Dentro del mundo del transformismo pasaba un poco lo mismo y ya estaba cansada de estar todo el rato tan arriba, con ese sueño de triunfar y de llevar un éxito internacional. Perdí ese sueño más exitista y me di cuenta de que podía pulir y trabajar otras cosas desde mi arte sin esa ambición. Creo que el arte viene de una necesidad de expresión, más que construirlo hacia un éxito. Uno genera arte por la necesidad de hacerlo, simplemente por contar una historia, por mostrar ciertas expresiones, más que por lucrar a partir de eso. Me fui politizando más acá en Valparaíso. Comencé a accionar con otras travestis que estaban un poco en lo mismo de hacer performance en la calle, de organizar cosas más culturales, de vincular el travestismo a otros nichos, a otros aspectos sociales. También sacar un poco el drag de la noche y del nicho más LGBT de fiesta, que generalmente eso es más para nosotras mismas. Cuando lo sacamos a la calle, lo ponemos en otros contextos, se amplía más y lo ven otras personas: lo ven niñes, lo ven familias, lo ven personas heterosexuales, heterocis. Me he vinculado más desde ese lugar, desde generar más apertura y más conciencia, más que estar focalizada en mi propio éxito, sino que una mirada más colectiva.

 

¿Cómo te parece que ha cambiado la escena de la performance disidente en los últimos años?

 

—El contexto político ha afectado mucho. Las performances se han vuelto un poco más políticas, con mensajes más fuertes. El arte siempre ha sido una pancarta cuando se necesita y en el último tiempo ha tenido ese requerimiento. Antes estábamos más enfocados en hacer el típico lip sync o shows, que va más en lo que te pide la fiesta. Ahora estamos más vinculadas a lo que te pide el contexto. Entonces ha sido un cambio personal y también lo he visto en la comunidad transformista, que ha ido evolucionando un poco hacia ese lado.

¿Crees que el drag siempre es contra hegemónico o también puede ser servil a los sistemas de dominación?

 

—Yo creo que ambas son correctas. Depende del nivel de conciencia o el nivel de empoderamiento que se utilice al momento de generar una propuesta. En esos lugares que voy a irrumpir, de repente la Anna iba muy hegemónica, pero consciente de lo que estaba haciendo, justamente para provocar esa ruptura de ilusión de perfección, de una mujer hiper feminizada, perfecta, pero que en el fondo la gente sabía que de alguna forma no correspondía a su género binario. Eso provocaba chispas en los cables cerebrales y por eso pues creo que el drag puede no ser hegemónico o puede serlo. Se puede utilizar como una herramienta más que nada, dependiendo del contexto al que yo vaya a llevar mi performance.

 

¿Qué es lo más desafiante para Anna hoy en día?

 

—Darme cuenta de que ya no me gusta tanto habitar la fiesta y el mundo nocturno, que es de por sí el mundo de las travestis. El desafío es volver a ubicarme en este momento, aceptar que ya no disfruto tanto la noche, que estoy desde un trabajo más diurno, más fuera de contexto para mí como travesti. Poder encontrarme en ese lugar y volver a hacer lazos, ver cómo puedo proyectar a la Anna desde ahí. Mis objetivos desde ese punto de vista serían entrar en otras formas de producción, porque también me pasaba que la noche me quedaba corta: es harta preparación de un look que quedaba solamente en ir a bailar una noche, sacar una buena foto para Instagram y eso sería todo. El mundo de la noche se me transformó en algo más vacío, porque mi aspiraciones van ahora más en lo cultural y lo político. Voy avanzando hacia ese camino de instaurar mi drag de manera más colectiva y de abrir espacios para otras drag, para otras comunidades o para las disidencias sexuales, que se puedan ocupar cada vez más espacios dentro de la sociedad.

En julio del 2022, se realizó “Trava, primer festival de la memoria disidente sexual de Valparaíso”, organizado por la colectiva Última, que integra Bastián junto a Vicente Fernando, Brayo Cortez, Organa Feminazi y Jose Ignacio: “lanzamos este festival como contra propuesta al mes de la diversidad, enfocada en la memoria y el luto por nuestra historia. A veces sentimos que la bandera y los colores no nos representan tanto a todas, creo que algunas somos un poco más oscuras, principalmente las disidencias porteñas”.

 

¿Qué es y cómo nació la colectiva Última?

 

Última partió desde Vicente y Brayo, por la necesidad de generar espacios seguros para las disidencias sexuales. Postpandemia se volvió más peligrosa la calle y la disco. A falta de esos espacios, crearon Última: una fiesta/feria separatista, exclusiva para disidencias sexuales y mujeres, que tuvo muy buena acogida por parte del público. En paralelo con Organa Feminazi estábamos en creación de performances callejeras con más travestís del puerto como Mamma Virginia y Furia del Nilo. Una de ellas se presentó previo a las elecciones presidenciales en Plaza Victoria con desplazamiento al Parque Italia: “Necrocracia”, que fue registrada y se transformó en una vídeo performance. Pensamos cómo mostrar este material a más personas y ahí nació la idea y el capricho de generar un gran estreno. Así fue como Última nos acogió y se transformó en colectiva, donde nos integramos Organa, Jose y yo para generar un espacio cultural. Hicimos lazos con el Parque Cultural de Valparaíso, se les presentó el proyecto que incluía: feria, estreno, alfombra roja, museo, performance y distintas actividades en dos días. “Trava” fue un festival desde y para las disidencias porteñas pero abierto a todo público. La idea es abrirnos paso más allá de la fiesta y la noche, recuperar el espacio público y las relaciones con las instituciones culturales.

Anna Balmanica
Galio
transformismo
disidencias
LGBTAQ+
entrevistas

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