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La importancia de lo que está a mano. Si lo piensas un poco, rápido cobra sentido. La cercanía que podamos tener con las formas que puede tomar el amor o el aspecto y maneras de quienes nos rodean, afectan directamente en la configuración de nuestros cuerpos, pues las emociones se dirigen con más facilidad hacia aquello con lo que entramos en contacto, hacia lo que es alcanzable en nuestro horizonte, especialmente cuando somos pequeñxs y todo es un descubrimiento porque el mundo, tu mundo, es todavía una hoja blanca de papel.
Es que es una característica tan humana esto del lenguaje, tal vez la principal. Si no podemos nombrarlo, no existe. Resulta clave conocer las expresiones que nombran las pulsiones expatriadas por la norma: Niñitovaron gusta de Niñitamujer y así, como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Realmente es una cosa de orientación. Si estás pérdido y no conoces el nombre de las calles: preguntas por referencias. Ahora, puede pasar que ninguno de los objetos presentes te conduzcan hacia un espacio que se sienta bien. Entonces, nos toca construir estos objetos, incluso, o precisamente, cuando nos faltan las palabras.
En esta entrevista colectiva reunimos a seis directorxs de cine, menores de 30 años, cuyas identidades y orientaciones se arman por fuera de esta idea normativa. Sus primeros trabajos forman parte de estos artefactos y puntos de referencia, cortometrajes que han viajado por dentro y fuera del país, de festival en festival, aportando al diccionario de vocablos con que nos podemos nombrar.
Camila Suazo comparte lo de ir contra lo impuesto, de responder de vuelta a una sociedad que “se caracteriza por estar estructurada de modo tal que ciertas experiencias, perspectivas y concepciones se encuentran jerárquicamente ordenadas, unas por encima de otras”, explica. Idea que la escritora Sara Ahmed desarrolla en su libro Fenomenología Queer (2019), cuando formula que si la orientación es hacer que lo extraño sea familiar a través de la disposición de los cuerpos en el espacio, la desorientación ocurriría cuando esa disposición falla, cuando “algunos espacios disponen ciertos cuerpos, y simplemente, no dejan espacios para otros”.
“Me tocó crecer viendo que mi identidad no encajaba para nada en los modos de representación de la tele o el cine y es por eso que cuando aparece un proyecto tengo la inquietud de aportar con algún personaje o contexto que permita alimentar nuestro imaginario y así ir aportando a que eso que me ocurrió cuando pequeña, que marcó definitivamente mi personalidad, sea menos injusto, más cómodo y más liberador para quienes vienen”, cuenta Suazo.
¿Recuerdas la primera vez que viste un personaje que reflejara de manera más genuina tu identidad?
–Me acuerdo de Naomily en Skins, donde evidentemente luego veía recapitulaciones en YouTube de la historia de sólo ellas. Era emocionante verlas, me ponía nerviosa al ver sus escenas, me emocionaba que el amor creciera o me frustraba que no resultara. Las acompañé más que cualquier otra pareja de esa serie. Me enamoré al igual que ellas. Fuera de eso, creo que llegaron tarde mis otros referentes lésbicos o con expresiones de géneros no hegemónicas. Además que, como cualquier historia disidente, todo giraba en torno a lo malo que era ser lesbiana.
Camila Suazo estudió Dirección Audiovisual y luego Estética en la Universidad Católica de Chile, donde escribió y dirigió el cortometraje Variable y Fugaz (2021). Paralelamente, ha dirigido numerosos videoclips a músicos/as nacionales, entre los cuales destacan: Si Bien de Bronko Yotte, Invierno de Rubio, y Summer Love de Princesa Alba con Gianluca.
En el documental The Celluloid Closet (1996), repasan cómo la homosexualidad fue representada en las películas Hollywoodenses hasta la época. Determinan tres posibilidades para la existencia de este tipo de personajes en pantalla (para las y los pocos que lograron pasar a través de un severo, pero torpe comité de censura): El payaso, por lo general un hombre afeminado, el mejor amigo, el decorador de interiores, el vestuarista, el millonario excéntrico; el/la villano/a, asesino/a, trastornado/a; y el/la asesinado/a, o en su defecto, quien se mata por la culpa que carga su deseo. En definitiva: lesbianas y gays infelices, trastornados, bufones, suicidas y desesperados.
Antonia Sánchez enfatiza precisamente en que “las historias que trataban estos temas o personajes lo hacían desde un recurso cómico, pero nunca de realidad social. Los cineastas que fueron abriendo las puertas como John Waters o Barbara Hammer, no creo que hayan tenido un camino fácil”.
Para Sánchez, la representación continúa siendo un territorio en disputa en el cine, a pesar de los hitos que pudieron marcar películas como Call me by your name, Moonlight o Una mujer fantástica en la Academia y en el mainstream.
“Es de suma importancia tomarnos ese espacio y hablar sobre nuestros mundos habitados. (…) Al crear es importante conocer de lo que se habla o bien tener una relación con eso, vivirlo en persona otorga una perspectiva más profunda y visceral. (…) Desde la mía, los personajes a los que quiero darles vida sostienen historias que me conmueven, siempre desde un acto de respeto y normalización, no desde problematizar su existencia o marginalizar. Hay un tema detrás que no radica en la problematización de la orientación sexual de cada persona, sino en la raíz de sus emociones, en el nacimiento del amor, del dolor, en lo que se siente al vivir en el mundo actual, casi apocalíptico y distópico entre tantos tipos de crisis globales”, reflexiona Sánchez.
Antonia Sánchez estudió Cine y Audiovisual en el Instituto Arcos. Co-dirigió los cortometrajes documentales Antes del fin y Hoy no hay mañana, los cuales se han presentado en numerosos festivales nacionales e internacionales. Recientemente, dirigió el videoclip Amarte Así de Marineros.
A esta altura del texto, te pregunto a ti, lectorx: ¿Cuántxs directorxs trans chilenxs conoces?
Cuando me tocó responder fue un golpe pues en largos minutos solo logré completar los dedos de una mano. Pensé en Ume Tora, Inti Lorca, Mati Araos, Aura Sinclair y Blanca Rojas, pero hay más, sin duda.
«El cine hecho por voces disidentes es un vibrador, es una mano masturbadora que indaga en las viscosidades interiores de un cuerpo doliente y erógeno».
Así Blanca Rojas defendió su tesis para optar al título de Realizadora Audiovisual. En su título ampara la vitalidad de las voces disidentes en el cine de autor nacional; en ellas, Blanca observa una sensible peculiaridad en la forma en que estas voces narran historias vinculadas siempre a una vivencia única: “Creo que cuando les creadores tenemos experiencias relacionadas a lo trans marika nuestra mirada se tiñe de una esencia sensible y auténtica que tiene que ver mucho con los dolores que hemos pasado”.
Y de forma orgánica, el cine de Blanca se construyó de esa manera: “En Pulcra, Val Flagrare, trans no binarie, fue mi protagonista. Ahora, terminé el rodaje de mi corto de egreso, Ingrata, en el que protagoniza Azul, también trans no binarie. En ambos casos, son dos roles principales (intérprete y directora) que asumimos personas trans. Esto lo considero hermoso porque nunca lo planeé así, solo se dio que las personas con las que más compartimos sensibilidades fueron elles”.
Blanca Rojas estudió Cine y Audiovisual en el Instituto Arcos. Escribió y dirigió su primer cortometraje, Pulcra, el cual se estrenó en SANFIC19 donde obtuvo el premio a Mejor Cortometraje Talento Nacional. Recientemente Tajo, cortometraje escrito y dirigido por ella, formó parte de la selección oficial de la Competencia de Cortometrajes Emergentes en la 27° edición de FIDOCS.
Para Diego Céspedes, cuando las personas de una misma comunidad logran hacer cine, o cualquier tipo de arte, con sus manos y desde sus entrañas “siempre florece algo nuevo, algo lindo, algo raro, algo honesto”.
Asimismo, también indica un punto de inflexión a esta narrativa pues “de la misma forma en que creo que tenemos que exigir nuestros espacios, y sobre todo para las personas más marginalizadas de nuestra comunidad, también creo que hay que evitar la superficialización del debate. Hoy las redes sociales han traído un sistema de censura rápida. Se ha popularizado pensar que solo las personas que somos abiertamente disidentes podemos trabajar con estas temáticas y eso limita mucho las cosas porque se generan problemas o efectos secundarios adversos. Uno de ellos es que no tenemos la capacidad de saber qué está pasando por la cabeza de las otras personas. Sean directores, guionistas, actrices, actores, o cualquier otro artista. No podemos exigirle a nadie un pasaporte disidente, porque todo se vuelve igual de violento y muy poco diverso”.
Diego Céspedes estudió Cine y Televisión en la Universidad de Chile. En 2018, escribió y dirigió su primer cortometraje, El verano del león eléctrico, que ganó el Primer lugar de la Cinéfondation en el Festival de Cannes y el Primer Premio del NEST en el Festival de San Sebastián. En 2022 presentó en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes su segundo cortometraje, Las criaturas que se derriten bajo el sol.
Sobre lo mismo, Javier Alonso puntualiza que en un tiempo tan visual como el actual, vernos representadxs resulta importante, es innegable, pero conduce su cuestionamiento hacia el cómo y el dónde: “A mí al menos no me llena el corazón ver una publicidad de Falabella con gente ‘disidente’ o una serie de Netflix con gente hermosa y dramas románticos típicos. Pienso que la identidad es un concepto represivo. Para mi ser cola es una posibilidad de rechazar tener una identidad. Creo que encarnar y ejercer un deseo prohibido nos dejó al margen de muchas cosas, y aunque eso tuvo y tiene millones de efectos adversos en nuestras vidas cotidianas, sumado a la clase que lo hace muchísimo más difícil para otrxs, también lo veo como una bendición porque estar en el margen no te deja otra que observar desde afuera, y desde afuera tienes una panorámica más amplia y puedes ver todo el mapa funesto, el entramado horroroso del mundo, y viendo eso no te dan ganas de ser parte, y la creatividad se dispara y empiezas a formular nuevas cosas, nuevas posibilidades que quizás ni existen, y que ni uno mismo puede practicar. El tema es que ya somos muchas las que estábamos mirando desde afuera, y que ahora nos miramos entre nos. Es lindo unirse y crear, y no estar sola, pero pondría ojo en no encerrarse en una verdad”.
Javier Alonso estudió Cine y Televisión en la Universidad de Chile. En 2019, escribió y dirigió su primer cortometraje, Una historia de amor imposible, cuyo estreno internacional tuvo lugar en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara y su estreno nacional en el Festival Internacional de Cine de Valdivia. En la actualidad, se encuentra realizando videoclips para músicos/as nacionales. Su primer videoclip, Con el frío de Salares, obtuvo el reconocimiento a Mejor Videoclip en los Premios Pulsar y en el Festival Internacional de Cine de Lebu.
En Marlen, retrato de unas tetas peludas, Javi de Miguel pone precisamente en tensión la corporalidad fuera de los parámetros sociales clásicos, preguntándose: ¿Por qué unx cuerpx con pene no puede tener tetas de mujer? Despotrica en embestida contra verdades únicas, permitiendo a Marlén construir relatos de familia y amor, ubicando a sus tetas peludas como el centro en la construcción de su género, placer y sexualidad.
Para de Miguel esta lucha radica precisamente en desvincularse de las restricciones normativas y vivir en armonía según sus propias pautas: “En última instancia, la comprensión de ser no binarie revela que nuestra vida se constituye fuera, es decir que podemos crear nuestras propias reglas, vínculos, identidades y sentires. Desde esta perspectiva, intento presentar una visión que no emana de una necesidad de lo representativo, sino más bien de una expresión inherente de la naturaleza propia”.
Javi de Miguel estudió Cine en la Universidad del Desarrollo. Escribió, dirigió y produjo su primer cortometraje, Marlén, retrato de unas tetas peludas, el que se presentó en BAFICI el año 2022 donde obtuvo el premio a Mejor cortometraje vanguardia y género. Paralelamente, ha dirigido videoclips para músicos/as nacionales como Conijitu y Rosimar. Actualmente se encuentra en el desarrollo de su primer largometraje documental: «En mi cámara, mi tía lesbiana me pena».