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Con 20 años de edad, 1.80 metros de altura y una chasquilla que le tapa la mitad de la cara Luciano Jardievich a.k.a. Kuraimokha pasó de ‘escribir puras weas’ para SoundCloud a llenar la Sala Metrónomo en tan solo unos años. Hablamos con el músico sobre sus inicios en el hard trap, los Kinotos y por qué le importa un pico que le digan cuico.
“El capitalismo global es la primera forma de sociedad que se autorrevoluciona constantemente para sobrevivir”, dijo en 2009 el filósofo Slavoj Žižek, o en palabras más simples, toda revolución que ataque al mainstream será tomada por el capitalismo, limpiada y vendida como mercancía inofensiva. Pasó con el hippismo (¿se acuerdan del ‘hippie chic’ de los 2000?), pasó con el grunge (hasta a Avril Lavigne la venden como grunge hoy día), pasó con el trap.
Nacido en los 90s en Atlanta, Georgia, el trap es un género músical que originalmente denunciaba las experiencias de crímenes y drogas del sur de Estados Unidos, por medio de sonidos pesados, un bajo 808 y hi-hats atresillados. No obstante, de esos rebeldes y humildes orígenes muchas cosas han cambiado: Three 6 Mafia y Outkast se pasaron al pop, el autotune de Future se hizo obligatorio y Bad Bunny mezcló el sonido con el reggaetón y convirtió al género en el favorito de los niños y Billboards.
Pero fue Karl Marx -a quien Žižek le debe mucho- quien aseguró que ‘toda revolución viene seguida de una contrarrevolución’. Y eso en el caso del trap significa una cosa: si todos los artistas se vuelven serios y sueñan con estar pegados en las radios, la contrarrevolución será que todo es una broma y el fin es mantenerse siempre en el underground; justamente lo que define al proyecto de Luciano Jardievich, más conocido como Kuraimokha.
Luciano Jardievich (Santiago de Chile, 2004) siempre quiso ser famoso. A los 13 años intentó ser youtuber, pero ninguno de sus videos se hizo viral. Luego trató de ser rapero, pero sus temas grabados en Camtasia Studio nunca tuvieron la calidad necesaria. Su búsqueda parecía truncada, hasta que el mundo le dio lo que tanto necesitaba para crear algo original: encerrarse en su pieza. “Cuando pasó el estallido social yo vivía muy cerca de donde eran las manifestaciones, entonces no podía salir a la calle, yo tenía 15, 14 años, y luego vino la pandemia. El 2020 me descargué programas de edición y empecé a aprender a hacer música de verdad”.
Solo meses después de esa decisión aparecería su primera compilación de canciones titulada ‘Kinoto Vol. 1’, seguida un año más tarde por ‘Kinoto Vol. 2’. Ambos proyectos bajo el seudónimo de Kuraimokha [oscuro + café en japonés] y con una fuerte influencia del hard trap. Subgénero que se caracteriza por mezclar rap/dubstep/EDM/screamo y letras que hablan de depresión, drogas y estar caliente 24/7. “Partí haciendo hard trap porque era parte de mi inspiración más directa, los gringos Trippie Redd, Lil Pump, Xxtentations. Al principio era todo muy cliché, muy de receta, pero después empezó a agarrar más un gusto propio, como algo mío”, asegura el artista.
Este toque personal incluiría referencias muy chilenas (‘A la capital me vino a visitar, quiere de mi prieta y no soy de Chillán’), animé (‘Quiere estar conmigo porque tengo un Moltres’) y una nostalgia por los 2000, con una ‘imagen se vea mal a propósito, de baja calidad, pixelada y los dibujos parecieran hechos con el paint’.
Pero, ¿qué tiene de revolucionario un twink de 20 años que canta sobre el pico con filtro sepia? Básicamente, como diría Emmanuel Kant, la intención detrás de la obra. “Soy un cabro chico webiando pero eso no significa que lo haga al lote”. Y es que el proyecto de Jardievich desde sus inicios tuvo como fin el generar algo más, una escena under, con personas que compartan su sentido de humor y referencias. “Cuando estaba encerrado me descargué Discord, ahí comencé a reclutar cabros por Instagram y hacíamos música a través de las llamadas privadas. Era un afán mío hacer crecer la escena a través de la colaboración”.
De ese modo nacería ‘Kinoto’, colectivo de músicos chilenos, liderado por Kuraimokha, que se dedica a hacer hard trap hace cuatro años y que es definido por el artista como ‘el lado punky no-maleante de la escena’. “Es hardcore pero no de ‘tengo una pistola y estoy con tu puta’, sino que es más de gritos y payasadas”. Un proyecto compuesto por cantantes de diferentes partes de Chile que aspiran a convertirse en los nuevos referentes del under nacional… vestidos de payasos. “Sé que eso es difícil, muchos artistas se retiran, la Ryodan fueron importantes pero ya no existen. Pero por eso mismo creo que está el espacio abierto para ir y tomarlo”.
Pero no todo es tan fácil. El filósofo José Ortega y Gasset (1914) dijo: ‘Yo soy yo y mi circunstancia’, algo que podría traducirse como ‘hazte cargo de dónde provienes antes de convertirte en lo que deseas’. En el caso de Kuraimokha esto significa enfrentar las críticas sobre su origen antes de llegar a convertirse en referente. “Cuando empecé a las 17 años los únicos comentarios que me llegaban eran ‘Ryodan de Las Condes’, ‘Ryodan de Lo Barnechea’, pero es muy raro porque no soy de ninguna de esas dos comunas, solo he estado al lado del parque Bustamante, en Providencia, toda mi vida. Es un odio que me tiran que no tienen de a donde. Me dicen que todo me lo han regalado y ¡no po’ conchetumare!, soy probablemente el único weón que no tiene ni manager, que si quiere grabar un video lo tiene que pagar y hacer todo él”.
“Igual es una crítica que ya ni me molesta”, continúa. “Es un hate que le ha llegado a varios artistas, a la Akriila que es de Maipú, a la Kuina que es del sur y decían que había estudiado en el Villa María, al Kidd Voodoo lo webiaban con que jugaba padel o incluso a la Ryodan la trataban de cuica cuando es de la P.A.C. Yo podría haberle metido discurso político a mi música, pero sentía que desde mi posición lo mejor era hablar de otras cosas. Mis letras tratan sobre ridiculizarme, decir que soy un twink o que parezco mina, me encanta que me digan weco en los comentarios, me lo han dicho toda mi vida, me vale pico todo”.
Pico o no, Kuraimokha no ha dejado de generar música [’Teen Titan’ (2022), ‘Kinoto Vol. 3’ (2023), ‘Kinoto Vol. 4’ (2023), ‘Mokoso’ (2024)] y nuevos adeptos, quienes lograron llenar la icónica Sala Metrónomo de Santiago el pasado 22 de diciembre de 2024. Esto a tan solo días de que lanzara su más reciente EP ‘hasta algún día’ (2024), nacido de ‘esas madrugadas en las que te quedas pegado mirando un zapato y sin nada que hacer’, y que se aleja del hard trap para acercarse al plug. “Un par de personas me dijeron que me vendí porque dejé de hacer hard, pero no es así. Lo que quiero es poder experimentar cualquier género sin limitarme. […] No quiero hacerme comercial, creo que nunca lo haré. Mi meta no es llegar a un Feria Pulsar tocando reggaetón… o sea, no estoy tirándole odio a la Pulsar, siempre voy, pero eso no es lo mío [se ríe]”.
Por lo pronto, el artista ya se encuentra produciendo su próximo mixtape ‘No me mires así’, compuesto por 15 canciones que van del rage al rock ‘a lo Ñuñoa’, y planeando fechas para Argentina, México, Venezuela y España, para así ‘sembrar el veneno de Kuraimokha’. “El under es difícil, pero hay artistas que han logrado. Me gustaría que cuando se hable del under de Latam se hable de mí”.