Desde hace un tiempo se viene escuchando el término neoperreo -como un nuevo género musical- en los círculos urbanos y en diversas plataformas de internet. Podría decirse que su génesis es el reggaetón; sin embargo, es eso y a la vez mucho más. En un principio, este nuevo género, o quizás subgénero, tiene muchas similitudes con su predecesor; la principal invitación en común es que ambos géneros buscan mover el cuerpo. Perrear. Con todo, la propuesta del neoperreo pareciera constituirse desde otros ejes e inquietudes, diferentes a los del tradicional reggaetón, y más consecuentes con las formas de relacionarse de las nuevas generaciones en un contexto digital y globalizado.
El neoperreo nace, como ya se ha dicho antes, del cruce entre el reggaetón y la era digital. Es una propuesta estética y musical que, por su carácter autogestionado, permite difuminar los límites entre producción e intérprete; así, muchas de estas producciones comienzan desde el computador de les artistas. Dentro de sus exponentes más destacades están Tomasa del Real, Ms Nina, Sailorfag, Tech Girl, etc. Incluso artistas no tan comprometides con el género, como Princesa Alba, han experimentado con esta nueva forma de hacer música. Es Tomasa del Real, la llamada “reina del neoperreo”, la que de cierta manera establece los cimientos de este nuevo género. Ella relata: “[…] fui a una entrevista con Andy de Red Bull Radio, me invitó a mí y a Riobamba y estábamos tratando de explicar cómo se llama esta música, y para mí que la verdad no es reggaetón porque eso es de Puerto Rico, esto para mi es como un nuevo reggaetón, lo que sí conserva es que está hecho para perrear, entonces es la nueva forma para perrear: el neo-perreo, y de ahí salió el término y dije ‘¡wow me encanta!’, era más fácil explicarlo”.
Precisamente, en esta nueva forma de perrear, la música denota también la necesidad de abarcar una pluralidad de nuevos discursos y narrativas en torno a la expresión del deseo sexual, la identidad, y la visibilidad de grupos minoritarios. Este último punto, es un eje central del género: gran parte de les cantantes son mujeres y esto es un reflejo de que la libertad de producir y transgredir desde internet permite al público y artistas conectar con grupos de diferentes etnias, nacionalidades, estilos, géneros y continentes. El neoperreo, en este sentido, se consolida como un espacio seguro para que grupos tradicionalmente aislados en el reggaetón -como las mujeres y disidencias sexuales- puedan subir contenido a las redes sociales y plataformas musicales libremente.
De ahí que la accesibilidad del neoperreo es una de sus características fundamentales; no se necesita cantar bien ni realizar producciones millonarias, este nuevo género exige empoderar, y esto lo hace a través de la ropa, del estilo, del baile y de la música. Es una estética que permite innovar, probar, transgredir y experimentar. Y esta estética se caracteriza por llevar un estilo particular en la ropa y maquillaje. Por ejemplo, el uso de elementos futuristas mezclados con una puesta en escena a veces noventera, y el componente urbano, influyen en la forma de vestirse, en el maquillaje, y en la producción audiovisual de les artistas. Las uñas falsas, pestañas postizas, maquillaje exagerado, fuego y cadenas, entre otras cosas, son elementos característicos de las presentaciones. En términos musicales, el autotune, los sintetizadores y las voces distorsionadas son componentes básicos en las canciones. Por sobre todo, el neoperreo busca expresión, jugar con los límites y por sobre todo diversión.
Este género entonces se constituye como una estética porque es un modo particular de entender y pensar la música, dentro de la diversidad y flexibilidad desde la que se genera, al mismo tiempo que propone nuevas formas de expresarse que transgreden los límites clásicos desde los que se entendían al reggaetón. La novedad del género además permite que les artistas exploren sin categorizar su música, generando producciones variadas que admiten las influencias de otros géneros. Eso también caracteriza al neoperreo: dentro de ciertos patrones identificables, existe el elemento creativo que busca explorar y pasarlo bien sin restringir a les intérpretes.
El neoperreo es feminista no exclusivamente por su alta participación femenina, sino que porque también desplaza el discurso del reggaetonero tradicional para permitir la participación de grupos periféricos. La aparente hipersexualización expresada en las letras es otra forma de empoderamiento: en este género se vive la sexualidad de la mujer de la misma manera en que la sexualidad del hombre es representada en el reggaetón. La incomodidad que pudiese surgir del contenido de las letras del neoperreo, solo evidencia nuestra frágil doble moral respecto a la industria musical. El neoperreo entonces, tiene menos de sexualización y más de empoderamiento. No pretende ni engaña; es simplemente lo que es. Y eso es uno de sus principios fundamentales: detrás de una estética exagerada les artistas parecieran afirmar “este soy yo, me gusta esto y no me importa lo que pienses”. En la escena del neoperreo, y mientras sea consensuado, todo es posible.
Ahora bien, el neoperreo descrito como feminista es una de las tantas lecturas que se pueden hacer del género. La misma Tomasa del Real no se considera feminista, y pareciera evitar adherirse a discursos que politicen su música: “[…]En Chile hay reggaetón feminista pero no sé, que la gente haga lo que quiera, o sea yo no lo voy a hacer porque a mí me gusta el reggaetón que habla de cosas feas, de lo que nadie quiere hablar, es maleducado, a mí me gusta eso porque es liberador […]”. Como ella, hay otras artistas que piensan similar. Es interesante reflexionar sobre las palabras de la reina del neoperreo; si bien ella no es feminista, el producto de su música sí se adhiere a muchas de los planteamientos feministas: el neoperreo reivindica los escenarios empoderando a la mujer intérprete, así como se reapropia de la noción de perreo. A través de sus letras y bailes, toma control de la idea feminista del placer sexual y evidencia también la necesaria descolonización del deseo.
Finalmente, el neoperreo es un subgénero del reggaetón con reivindicaciones modernas que responden a las necesidades de representación por parte de grupos no hegemónicos ni tradicionales en la industria de la música. Es un ritmo nuevo, que a través del perreo, rescata también elementos constitutivos del reggaetón tradicional pero que responde a las nuevas inquietudes identitarias de una generación que está en constante cambio. En este último sentido, y debido a la vorágine del internet, el neoperreo no puede encasillarse como un género estático: evoluciona, cambia y se replantea a sí mismo a la velocidad que se comparte música por internet. Es también interesante reflexionar sobre la paradoja: a medida que se consolida cada vez más como un género independiente, les artistas van despojándose del elemento casero, para potencialmente desarrollar producciones que les alejan del inicio del neoperreo: un computador.