Has mencionado con anterioridad que tus principales referentes para crear a Nia son los matachines colombianos y las reinas de concursos de belleza. ¿Qué te llama la atención de ambos?. ¿Tienes referentes chilenos?
Crecí en la ciudad de Bucaramanga donde cada año, en temporada navideña, las calles se llenan de matachines: personajes enmascarados con trajes de colores que jóvenes del barrio La Cumbre dan vida con el fin de pedir monedas en las calles asustando a quien se les atraviesen en el camino, correteando a modo de juego a los niños y adolescentes de los barrios más populares. Creo que mi interés por los matachines está mezclado por el miedo y la fascinación que me generaban desde mi infancia, los trajes coloridos que salen a adornar las calles, el ruido que hacen con su bomba hecha de cuero de vaca, y el particular sonido mudo con que se te acercan a pedir una moneda, una especie de grillido grave que a más de uno incomoda. De las reinas de belleza, por el contrario, no se da en un solo mes del año, sino que es tan habitual como hablar de fútbol: tenemos reina de la papa, de la policía, de la piña, del carnaval y una cantidad infinita de títulos para cada uno de los emblemas nacionales. Mis referentes visuales en Chile se relacionan más con los carnavales del norte y las pinturas corporales de los Selknam en el sur. Nia De indias es el cómo me identifico con mis raíces y la forma de dar vida a las cosas que voy aprendiendo poco a poco sobre mi nuevo hogar, Chile.
En tu Instagram comentaste: “Se está haciendo Drag realmente al momento en que se pisa la calle mientras el sol aun brilla y los rostros de las personas se desfiguran en la duda”. Estas palabras cobran sentido al ver tus performance con Nia, que se caracterizan por sacar del contexto ‘club’ al drag para así insertarlo en lugares públicos. ¿De qué forma la performance pública del drag se convierte en un acto político para ti?. ¿Consideras que el drag es político por naturaleza o es necesario tener consciencia y crear un discurso para que eso suceda?
Nia nace el 2015 en el contexto de una fiesta temática en Bellavista. Sin embargo, aún cuando era consciente de que el drag históricamente se ha ejecutado en espacios de entretenimiento y espectáculos, tenía muy claro que mi campo de acción no iba a ser ese, ya que sentía la falta de ‘algo más’ durante el día, algo que irrumpiera el transitar de las personas por la calle y su cotidianidad. De esta forma partí accionando durante las mañanas y tardes en distintos contextos y donde encuentre un mejor escenario. Recibo otra respuesta por parte del público que la de los aplausos y selfies que te brinda la fiesta. En mi caso, siento que la performance pública del drag es un acto político desde el momento que sales a la calle y decides expresarte tal cual te sientes. Sin embargo, es necesario tener conocimiento de qué contexto te vas a mover, la razón de porqué sales y el modo que construyes ese relato.
¿Has tenido alguna anécdota memorable realizando drag a plena luz del día?
El día que salimos junto a la fotógrafa Valentina Campos en las cercanías de la casa de mi familia en La Dehesa, las miradas de incomodidad de los vecinos y el constante ir y venir de la camioneta de seguridad ciudadana era muy evidente. Recuerdo que hasta se nos acercaron a dejarnos en claro que estábamos reportados en el grupo de Whatsapp vecinal y constantemente me preguntaban si ‘era del barrio’, pero bueno, es solo una anécdota y no guardo rencor por eso, más bien lo veo como un momento de aprendizaje.
En tu obra “La Piel” utilizas toallitas desmaquillantes para registrar así cada acto que haces como drag. ¿Qué carga simbólica tiene el maquillaje para ti que deseas conservarlo y exponerlo?
Esta serie, que vengo realizando desde el 2017, surge a la par con mis primeros intentos de maquillaje en Bogotá. Una de las razones por las que deseo conservar el maquillaje y las mascaras que hacía al principio en mis primeras salidas en drag se debe a que son rastros de lo que alguna vez estuvo sobre mi rostro: la toalla es una evidencia tangible de Nia en su mejor momento, pero a su vez simboliza la muerte del personaje siendo con esos mismos paños los que dan fin a la performance. Incorporar y manipular elementos asociados a la construcción de masculinidad es algo que siempre me ha llamado la atención desde que recuerdo. Figuras como Marilyn Manson y Jeffree Star me han llamado la atención desde pequeño y, siguiendo esta idea, me gusta poner en tensión esos detalles que nos hacen creer que algo es femenino o masculino.
¿Crees que ciertos drag fichy o ‘femeninos’ pueden ser perjudiciales para la lucha feminista al continuar reproduciendo de belleza binarios y patriarcales?
Creo que no afecta en lo absoluto; cada uno ve cómo entrega su mensaje. Sin embargo, no es una imagen que me llame mucho la atención por lo repetitiva y predecible que es. Lo que más me gusta del drag es que se noten ambas identidades comunicándose y luchando en un mismo cuerpo. Es justo en esta tergiversación femenina y masculina donde se rompen los estereotipos patriarcales de hombre y mujer.
En una entrevista promocional para el reality Versus DragQueens mencionaste que habías sido discriminado en distintos clubes gay de Colombia por ir vestido de drag. ¿Has sido discriminado en Chile por ir de drag?. ¿Qué diferencia puedes ver entre la escena drag chilena y la colombiana?
Se dio en dos oportunidades. La primera fue, irónicamente, en una en una de las discos más reconocidas a nivel mundial dentro del ambiente, y la segunda fue en una fiesta de música electrónica que se decía “open mind”. En Chile nunca me ha sucedido algo así. Considero que tenemos una oferta amplia de espacios y eventos inclusivos a todo tipo de expresión artística y de género como por ejemplo las Voguing Ball de House Of Keller y la fiesta Dragueadas y Drogadas, que produce un grupo de drag queens locales. Desde que llegué al país en 2011 hasta el día de hoy, me he dado cuenta de que en Chile tenemos una ventaja sobre otros países latinoamericanos con respecto al mundo drag, más referentes, espacios seguros y estilos de drag. En el campo de las artes visuales creo que estamos a la par; existen muy buenos artistas en ambos países produciendo obras y diálogos potentes, reconfigurando las prácticas artísticas con nuevos métodos y formas de hacer arte, algo que valoro mucho y que debería tener más visibilidad.
¿Cuál crees que es el rol que cumplen los drag dentro de la comunidad LGBTQ+?
Considero que el rol que tienen las drag dentro de la comunidad LGBTQ+ es el de ser una voz de ayuda constante al empoderamiento de otras identidades frente a sus cuerpos y gustos, las que, por varios motivos, aún se encuentran luchando contra sus miedos. Por otro lado, considero que frente al resto de la sociedad dicho rol cambia y se convierte en la voz más visible de muchas de las demandas sociales que se exigen al estado. Mi rol por ende, ya sea como drag queen y como artista, gira en torno a la difusión e incorporación del drag dentro de las artes visuales, acercando ambos mundos.
Hoy en día el drag ha conseguido posicionarse dentro de la cultura pop, sin embargo, RuPaul, uno de sus mayores exponentes, ha declarado que este arte nunca se convertirá en mainstream. ¿Crees que esto último es cierto o hemos llegado a punto en que el drag ha dejado de ser rupturista?. ¿Consideras que la masificación del drag podría traer consecuencias negativas?
Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice RuPaul. En mi opinión, la cultura mainstream nos está mostrando que el drag se volvió algo normal y que de repente ‘todos lo están haciendo’. Sin embargo, muy en el fondo sabemos que existe un fuerte rechazo a este tipo de expresión y a múltiples discursos de género en distintas culturas del mundo, las cuales, en muchas ocasiones, resultan en condenas hasta la muerte. Aún cuando creo que se volverá convencional en algunos años, jamás dejará de ser rupturista.
¿Cuáles son tus planes a futuro?
He estado enfocado en la producción de mi primera exposición individual para galería Casa Andacollo, la cual se inaugurará a finales de agosto en Providencia. En ella presentaré, con la curatoría del artista y gestor cultural Sebastián Leal y el texto del escritor, poeta y académico Jorge Cid una nueva serie de obras titulada ‘La Restauración’. Se trata de imágenes de obras de pintura clásica de la historia del arte, las cuales han sido intervenidas por el maquillaje de un nuevo personaje en el cual estoy trabajando llamado ‘El Invasor’, un gesto que de a poco se ha ido expandiendo sobre otros rostros, humanos o no, con el fin de cuestionar aquellas figuras de representación hegemónicas históricas y buscar, a través de esas imágenes alteradas, una posible representación de ‘lo distinto’ en la oficialidad de arte.
Puedes ver más del trabajo de Nia De Indias en su Instagram: @niadeindias