© 2024 Galio.cl – Terminos & Condiciones info@galio.cl
¿Eres trans y/o no binarie?, ¿vives en o cerca de la Región Metropolitana?, ¿te gusta jugar fútbol y/o básquetbol?, ¿respondiste que sí? Entonces te invitamos a leer el siguiente reportaje sobre Disforia, el primer club deportivo para personas trans y no binarias de Chile.
“Es una familia, es un espacio seguro para jugar a la pelota, es un espacio para compartir con gente que está pasando por lo mismo que yo”, dice Chris, uno de los participantes del cortometraje de Inti Lorca (2021) que registra a la división de fútbol de Disforia Club, el primer equipo deportivo para personas trans y no binarias del país.
Disforia Club partió el año 2019 por la necesidad de Christopher Erlandsen, a.k.a. Chris, [pronombre: él] de retomar el deporte que siempre ha amado pero que debió abandonar por una serie de eventos desafortunados. “Al haber nacido con un cuerpo femenino siempre me fue difícil jugar fútbol, siempre tuve que demostrar que era muy bueno. Recién en la universidad encontré un espacio para jugar en un equipo femenino de manera más profesional, pero fue justo en ese momento en que comencé mi transición, por lo que en mi peak tuve que dejarlo todo”.
A pesar de que sus compañeras de equipo le ofrecieron seguir jugando con ellas, Chris declinó la idea debido a varias discriminaciones que había sufrido en el pasado por su aspecto masculino. “Los otros equipos femeninos me cuestionaban todo el tiempo”, explica.”Reclamaban que por qué había un hombre jugando y yo tenía que darle explicaciones al árbitro. Todo eso antes de que yo supiera que era trans o que comenzara a hormonarme. Por esa razón preferí no pasar por eso de nuevo, no quería escuchar comentarios negativos”.
Dos años sin deporte, hormonas y una operación agendada después, Chris se encontró en medio de una profunda crisis. “El deporte era un salvavidas emocional, en especial para un momento en que no conocía a otras personas trans, ni menos trans que les gustara el fútbol”. Sin embargo, una conversación de Facebook le hizo recobrar las esperanzas. “Me uní a un grupo donde personas trans masculinas se daban datos sobre doctores y cosas así. Fue allí donde conocí a un par de personas que les gustaba el deporte, a quienes les conté que tenía la idea de hacer un equipo para juntarse a chutear”.
A través de un flyer, publicado en sus redes sociales, hicieron un llamado a personas trans para participar de una mañana de fútbol. Una convocatoria que lograría su cometido, reuniendo a seis jugadores entre los que patearon la pelota un rato y compartieron sus experiencias como personas trans. “Al final de la jornada decidimos ponerle nombre al grupo y entre todes salió ‘Disforia’. Le creamos un Instagram y sacamos un nuevo flyer para la siguiente semana, a esa junta llegaron doce personas, para la tercera, dieciocho, y así. Fue sorprendente, me encontré con personas que tenían historias muy parecidas a la mía, que habían jugado fútbol toda su vida pero que al hacer la transición tuvieron que dejarlo. También había otras que nunca habían jugado pero querían conocer más personas trans”.
Según un estudio realizado por The Trevor Project, les jóvenes transgénero y no binaries reportan tasas de participación en deportes más bajas (17%) que sus pares cisgénero dentro de la comunidad (27%) (The Trevor Project, 2020). Mientras que una investigación de la organización Trans Connect y la Universidad Simon Fraser de Canadá, donde se encuestaron a personas queer, no binaries y transgénero de 14 a 26 años, arrrojó que el 66% de les jóvenes no binaries no participan de deportes en equipo ya que tendrían que jugar en equipos binarios (hombre o mujer). Asimismo, 4 de 5 han evitado este tipo de deportes debido al diseño abierto de los camerinos. Mientras que la mitad de las personas no binaries encuestadas que sí han participado de deportes han sido testigos de discriminación, y 1 de cada 6 han han visto a algun jugador siendo acosado físicamente debido a su identidad de género (Gumprich & Hare, 2023).
Actualmente Disforia Fútbol cuenta con una comunidad de 120 personas activas en Whatsapp, con una rotación de 200 y un rango de edad que va de los 15 a los 45 años. Esta popularidad, según Chris, se debe a que la mayoría de las personas antes de entrar a la organización se encontraba aislada o no conocía más personas trans o muy pocas, por lo que el espacio se ha convertido en un lugar para socializar y crear amistades. “Muches tenían ansiedad social, no salían a carretear, solo estaban en sus casa con depresión. El hacer deporte les cambia la mirada y se activan hormonas que les hacen sentir mejor. Me acuerdo que cuando nos juntábamos en Borja era bien temprano, tipo 10:00 a.m, cuando terminabamos de entrenar íbamos a almorzar, y después a caminar. La salida para hacer deporte se convertía en una de todo el día, todo el día rodedados de personas trans, donde compartíamos experiencias que nosotros entendemos y que no son las mismas que las de personas cis”.
Christofer Waldo (desde ahora en adelante Waldo) [pronombres: él/elle] es una de las personas que comenzó a participar de Disforia Fútbol motivado por conocer más gente transgénero. “No fui a la primera junta, por miedo, porque significaba enfrentarse a más personas trans y yo no conocía a otros como yo. Entonces no era solo enfrentarme a un fútbol distinto sino que también a una comunidad… a la que yo quería pertenecer. Pero para el segundo llamado vi que subieron fotos del primer encuentro y se veía bacán, así que dije ‘ya, voy a ir’. Así fue como me fui haciendo parte del espacio, en especial porque vi que tenía un propósito y que era necesario”.
“Es bueno para la comunidad LGBTQAI+ y en especial para la comunidad trans el tener este tipo de espacio deportivo”, continúa. “A esta población se le suele negar el hacer actividades deportivas porque se supone que no lo van a hacer tan bien como un hombre cis hetero. Disforia es una alternativa que va más allá del carretear con personas de la comunidad, porque generamos un espacio social y deportivo donde logramos distraernos de todos los problemas que podemos tener personalmente a través de actividades sanas y que ayudan a nuestro cuerpo y mente”.
Según el Instituto Nacional de Derechos Humanos de Chile, el primer vínculo oficial del país entre el deporte la comunidad LGBTQAI+ fue en 2005, cuando se realizó en Cerro Navia, Santiago, el Primer Encuentro Multicultural de Juegos Deportivos de Chile, donde estuvieron representantes de la diversidad sexual, entre otras comunidades. Un año más tarde sería fundado ‘Chile Gay Deportes’, la primera agrupación deportiva LGTBIQA+ del país.
En 2009 aparecería en la escena deportiva Andrea Paredes (1971), la primera tenista transgénero en Chile -y la segúnda en la historia despúes de la estadounidense Renée Richards- quien lograría participar en el circuito femenino profesional luego de obtener la autorización de la Federación Internacional de Tenis (Molina, s/f) (Menayo, 2009).
Diez años después, la futbolista Ignacia Livingstone se convertiría en la primera mujer transgénero en ingresar a un equipo federado; en su caso la Universidad de Santiago de Chile. Debido a la repercusión de este caso, la Federación Atlética de Chile (Fedachi) acordó el mismo año aceptar la inscripción de deportistas trans en cualquier categoría, sumado a que les integrantes de la Federación serían capacitados por el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) para así prevenir y erradicar la discriminación que podrían enfrentar les atletas (Movilh, 2019).
El año 2020, la ciclista Antonia Saelzere revelaría que es una mujer transgénero, iniciando así su proceso para competir en la categoría femenina por la Federación Nacional de Ciclismo de Chile. En la actualidad, la figura más destacada no binaria del deporte podría ser Maqui ‘Maquinita’ Orellana quien practica el kickboxing de manera profesional.
Aaron Domke [pronombre: él] juega básquetbol desde el colegio, siendo parte de equipos y compitiendo por su establecimiento. Una actividad que, sin embargo, tuvo que poner en pausa debido a que muchos de sus compañeros de equipo perdieron interés luego de un tiempo. En 2023 Aaron quiso retomar el deporte, uniéndose a la rama de fútbol de Disforia, un año más tarde su interés por el básquetbol reapareció -el fútbol nunca fue lo suyo, admite riendo- levantando así esta nueva rama dentro de Disforia Club. “Le comenté a Chris sobre la idea de hacer un equipo de básquet y me dijo que él me podía ayudar. Primero creé el Instagram para hacer la convocatoria y se metió harta gente, algunos se fueron al poco tiempo por la cantidad de compromiso que se necesita”.
“Siempre recibimos mensajes por Instagram de si conocemos un club trans de otros deportes», explica Waldo. “Nosotros les respondemos que no, pero que les invitamos a levantar el espacio, pero nadie realmente lo hace. Eso hasta que llegó el Aaron, quien estaba súper motivado a hacer el equipo de básquet. El espacio se gestionó súper rápido, y ya cuentan con lugares cerrados y seguros. Hoy Disforia Basket lo componen cerca de 50 personas y se reúnen semanalmente”.
Según Aaron, algo que diferencia a Disforia de los equipos cisgénero es su búsqueda por cambiar las dinámicas de violencia que suelen darse en los deportes. “Siento que el método educativo deportivo clásico está basado en la ley del más fuerte, y ese es el primer desafío que enfrentamos como equipo trans, no replicar dinámicas de violencia, abusivas o, incluso, de humillación”. En ese sentido, aún cuando la disciplina de les jugadores es parte importante del entrenamiento, Disforia enfatiza aspectos sociales y emocionales que no suelen ser abordados comúnmente. “Siempre hablamos de que son importantes los pronombres. Si una persona llega a jugar, tenga el aspecto que tenga o tenga la expresión de género que tenga, todo el equipo debe preguntarle sus pronombres, porque a lo mejor lleva un par de meses en transición y lo único que quiere es que otras personas trans digan ‘tú te llamas Juanita Pérez, bacán’”.
Para Chris, uno de los valores centrales que inculca Disforia es el aprender de los errores y pedir disculpas, en especial si esto tiene que ver con la identidad de las personas. “Otro valor que también es súper importante es el respeto, porque en la organización uno puede jugar sin sentirse juzgado por su cuerpo, nadie está mirando si eres gordo, flaco, si tienes pechugas o no, si la voz es grave o aguda”.
En abril del 2022, el diputado Cristóbal Urruticoechea, en ese entonces jefe de la bancada del Partido Republicano [renunció al partido por una investigación de mal uso de caudales públicos *pretends to be shocked*] presentó un proyecto de Ley al Congreso con el cual buscaba prohibir a las personas transgénero de participar en deportes de competición y alto rendimiento junto a personas de sexo biológico diferente al suyo. Un proyecto que no solo pretendía modificar la Ley del Deporte, sino que también la Ley 20.609, contra la discriminación (Ortiz, 2022).
A pesar de que la idea Urruticoechea sigue durmiendo en el Congreso, ésta no deja de reflejar la visión que tiene un sector político respecto a las medidas de inclusión que se han tomado para garantizar la participación de personas trans en el deporte profesional. Una realidad que continúa siendo debatida y que ni para les integrantes de Disforia tiene una solución única. “El deporte actualmente está regido por niveles de hormonas», dice Chris. “En ese sentido, si tus hormonas corresponden para participar de la categoría femenina o masculina, cualquier persona podría estar, incluyendo a las trans, quienes también tienen que pasar por exámenes de dopaje antes de cualquier competencia. Pero todo sigue siendo muy engorroso, así que con Disforia hemos hablado de la posibilidad de hacer una tercera categoría trans. Una categoría que también tiene sus problemas, porque no se podría ordenar hormonalmente, ya que las personas trans tenemos niveles hormonales distintos las unas de las otras, ya sea porque nos hormonamos o no, por eso más que el nivel hormonal lo que nos regirá sería la identidad de género”.
Para Aaron esta tercera categoría aunque suena bien no es ideal, puesto que podría significar un retroceso en el reconocimiento de les atletas trans. “Me gustaría que las personas trans pudiesen competir en el deporte de alto nivel y que pudiesen demostrar su habilidades”. Algo parecido opina Waldo, quien tiene miedo que esta tercera opción pueda reproducir aspectos biologicistas dentro del deporte. “Es darle un poco el gusto a esta sociedad que busca encasillar, que espera que todas las personas tengan las mismas hormonas aún cuando el mundo real no es así”.
Mientras el Congreso y les deportistas se ponen de acuerdo, Chris contempla la posibilidad de crear pronto una rama profesional dentro de Disforia. “Como grupo tenemos la capacidad actualmente de crear tres equipos de fútbol, por ejemplo. Mi sueño es que aún cuando yo no pueda hacerlo espero que otras personas sí… aunque igual a los 40 años podría competir (se ríe). Espero que en un futuro podamos jugar profesionalmente, que nos paguen por jugar, que exista una liga internacional, con equipos del Barcelona, del Real Madrid, donde nuestro trabajo sea jugar a la pelota, demostrar que las personas trans pueden hacer un espectáculo del deporte como lo hacen las personas cis. Me gustaría que Disforia siguiera por muchos años más, que tuviera una línea social, donde podamos acompañar a las niñeces y los padres que necesiten apoyo, hablarles de cómo pueden acompañar a sus hijes en sus procesos”.
La idea de tener una rama profesional es algo en lo que también piensa Aaron, quien ya está asistiendo a cursos de coaching en liderazgo, para así capacitarse y llevar al grupo a todo lo que aspiren. “Pero no basta con que nosotres nos preparemos. Para que Disforia pueda convertirse en un club deportivo profesional es necesario que otras organizaciones o personas puedan ayudarnos, necesitamos fondos que nos ayuden a tener los implementos, poder pagar entrenadores, arrendar canchas, todo lo que significa tener un espacio cómodo, seguro, con techo, baños, entre otras cosas”.
Para Waldo esta organización ya no se trata tan solo de sus integrantes actuales, sino que también de las generaciones trans que vienen. “Yo siempre digo que Disforia es mi espacio, donde puedo vivir como persona trans sin estar preocupado de sentirme discriminado, y espero que en un futuro muchas personas trans puedan vivir este tipo de cosas también. Es importante seguir creando una comunidad con este enfoque deportivo y social, ya que permite que las personas trans puedan habitar espacios. Hemos tenido que invertir mucho tiempo en este proyecto, incluso nuestro propio dinero, pero creo que al final todo eso ha llevado a que logremos cosas como el haber ganado el primer lugar en el campeonato de fútbol LGBT+ de fútbol de São Paulo, Brasil (2023). Eso se dio porque trabajamos en equipo y si seguimos trabajando de esa manera va a dar como resultado solo cosas bacanes. Disforia es algo histórico, y es importante que continúe creciendo. Quiero que se acabe el estigma de que si eres trans no puedes hacer el deporte que te gusta”.
Referencias
Gumprich, M., & Hare, N. (2023). The Canadian Non-Binary Youth in Sport Report. Ankors Trans Connect.
INDH Ciudadano. (s/f). Deportes. Visibilidad de personas LGBTIQA+ en el deporte.
Menayo, D. (2009, Abril 21). Andrea Paredes, la segunda transexual de la historia en el mundo del tenis – MARCA.com.
Molina, R. (s/f). Fútbol Femenino Chileno y Futbolistas Transgénero: Una Realidad aún no Presente (primera parte). Enelcamarin.cl.
Movilh. (2019). Federación Atlética de Chile apoya inscripción de deportistas trans y será capacitada en temáticas LGBTI – Movilh Chile.
Ortiz, F. (2022). Proyecto busca prohibir a deportistas trans competir contra personas del sexo biológico diferente. BioBioChile.
The Trevor Project. (2020). The Trevor Project Research Brief: LGBTQ Youth Sports Participation.