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“Hoy en día, los asistentes a los desfiles de moda parecen más pavos reales que cuervos. Posan y se acicalan, con sus vestidos de múltiples estampados, sus piernas de araña en equilibrio sobre zapatos de plataforma (…) Existe una auténtica diferencia entre los que tienen estilo y los que presumen de ello, y ése es el dilema actual.”
Aunque parezca un comentario sacado de un post de Instagram del 2024, estas palabras fueron escritas por la famosísima crítica de moda Suzy Menkes en el 2013. Con “Los que tienen estilo”, Suzy se refiere a los veteranos de la industria como ella, que vestían como “cuervos negros” con uniformes de Comme des Garçons o Yohji Yamamoto para ir a los desfiles. “Los que presumen de ello” eran los nuevos actores en la escena de la moda- los blogueros, que buscaban llamar la atención de los fotógrafos de streetstyle como The Sartorialist con ropa extravagante y conjuntos elaborados.
¿Quién decide qué es y qué no es estilo personal? ¿Qué significa? ¿Usar un uniforme negro al estilo Comme des Garçons? ¿Usar vestidos de múltiples estampados y zapatos de plataforma y presumir de ello? ¿Cómo evolucionó el impacto de las redes sociales en el concepto de estilo personal desde el 2013? Todo esto pienso mientras leo la crítica de Suzy.
Hoy en día, el delicado equilibrio en la economía de las marcas tambalea, lo que hace que las casas de diseño apuesten por diseños seguros, comercializables. A la vez, los algoritmos de las redes sociales y el marketing de influencers, como una cámara de resonancia, constantemente nos alimentan exclusivamente con contenido que saben, a ciencia cierta, que nos va a gustar y que reafirma nuestras creencias.
En este contexto, ¿es posible tener ideas originales o auténticas respecto a nuestro estilo, si siempre vemos lo mismo? ¿Cómo volvemos a encontrar la línea entre tendencia y estilo personal? ¿Qué valor tiene nuestro estilo personal si no lo compartimos en las redes sociales?
Moda versus Estilo personal
En la teoría, la moda tiene que ver con las tendencias, y los estilos que son populares en cierta época. Las hombreras y colores brillantes de los ochentas, el minimalismo y colores neutros de los noventas, el tiro bajo y el strass de los 2000, etc. Y, a partir de la década del 2020, las microtendencias, que aceleraron el ciclo y dejaron un poco en duda cuál es el estilo predominante de esta época.
Por otro lado, el estilo personal generalmente se refiere a una forma de expresión personal, en donde el individuo elige cómo vestirse de acuerdo a sus gustos, estilo de vida, e identidad. Se supone que es inmune a las fluctuaciones en el ciclo de la moda, manteniendo una cierta coherencia a lo largo del tiempo. Por su “autenticidad”, a diferencia de las cambiantes tendencias, siempre fue considerado superior a la moda mainstream, con su atractivo masivo. En la moda ocurre lo mismo que en otras áreas de la cultura: la música popular es tildada de poco sofisticada y la comida popular es considerada demasiado simple.
El enfrentamiento entre moda y estilo personal no va a desaparecer, porque es uno de los factores fundamentales que mueve los ciclos de la moda hacia adelante. Se necesitan el uno al otro, existen en contraposición al otro. Por ejemplo, el estilo personal de una subcultura (como puede ser el punk) se vuelve mainstream a través de la industria de la moda, y ya no es cool ni original. Una década después, vuelve a ser cool porque ya estuvo mucho tiempo pasado de moda. Y así gira la rueda una y otra vez.
¿Una falsa dicotomía?
Hace unos meses, The Cut sacó un artículo escrito por la periodista Brooke LaMantia titulado: “¿Y si mi estilo personal no es tan personal?”. En el texto, Brooke describe lo que sintió cuando se dió cuenta de que, a pesar de esforzarse en cultivar su estilo personal, terminó vistiéndose igual que todas las otras chicas queer de 25 años aficionadas a la moda. Se preguntó a sí misma, “¿Qué dice esto de mi? ¿Que todas seguimos a los mismos influencers? ¿O que no me conozco a mí misma?”.
Pero después, hizo una reflexión que me pareció interesante: “El año pasado me compré un vestido corto y unos tacones para romper el molde de mi estilo. Estuvieron en mi armario durante meses; no quería ponérmelos. En lugar de eso, recurría día tras día a mis maxifaldas y camisetas oversize. Me di cuenta de que, en la era de las redes sociales, es casi imposible encontrar un sentido de la originalidad. Y quizá esté sobrevalorado. Todos sacamos nuestro estilo de algún sitio; ¿por qué no de otras chicas queer de mi edad?”
En su libro Filterworld, Kyle Chayka explica que los algoritmos de las redes sociales aplanaron nuestra cultura: “Los consumidores nos estamos volviendo más pasivos. Los algoritmos logran esto al recomendarnos constantemente cosas que es poco probable que rechacemos, o que vamos a tolerar pero no encontraremos demasiado sorprendentes o desafiantes.”
El crítico cultural Charlie Squire, que estudia las implicaciones de los algoritmos en el estilo personal, va más allá. “Si vas a este lugar generado algorítmicamente para buscar moda, no estás interactuando con ideas manifestadas en imágenes, como siempre ha sido la moda”, afirma. “Estás interactuando con datos que se manifiestan como commodities, así que te piensas a ti mismo en términos de Pinterest y palabras clave de SEO (Search Engine Optimization)».
Es así que, según la periodista Vanessa Friedman, el estilo de las influencers, como el de los famosos, es más un personaje creado para consumo público que algo necesariamente propio.
Sin embargo, ¿puede ser que, en esta época, sea lo mismo performance y autenticidad? ¿Es posible separar nuestro estilo personal de nuestro algoritmo en las redes sociales? ¿Cómo sabemos si efectivamente logramos separarlo? Brooke pensaba que lo había logrado y se encontró con que, en realidad, no lo pudo hacer.
Escapar del laberinto
Si queremos lograr crear para nosotros mismos algo parecido al estilo personal, creo que un buen primer paso es deshacernos de todas los preconceptos que tenemos sobre qué significa o cómo se ve:
Por otro lado, recopilé algunos de los consejos y estrategias que más me llamaron la atención en mi investigación respecto a cómo encauzar la búsqueda:
Personalmente, siento que, además de inspirarnos en películas, música, íconos de la moda, tiendas de ropa, etcétera, tenemos que mirar a las personas que nos rodean. Para llegar a nuestro estilo personal, y evitar un poco caer en la tentación del algoritmo, sirve un montón mirar a la gente con la que crecimos, la gente con la que tratamos ahora, la gente que está en la calle. Sacar ideas del mundo real, tangible, y de nuestra memoria.
¿Cómo se vestía mi mamá? ¿Cuáles eran esas prendas que tenía que me moría por usar? ¿Cómo se vestían mis hermanas, mis tías? ¿Cómo se vestían mis mejores amigas de la escuela y las chicas que admiraba? ¿Con quién iba a mirar ropa en las tiendas cuando era adolescente? ¿Con quién voy ahora? ¿Qué ideas puedo pedir prestadas a mis amigas? ¿Cuál fue la última vez que sentí el impulso de parar a alguien en la calle para preguntarle dónde compró una prenda?
En el mundo real, la mayoría de las personas no tiene tiempo, ganas ni recursos para actualizar su armario acorde al algoritmo. Puede que en las redes y en la industria de la moda la cultura se haya aplanado, pero si dejas el teléfono a un lado y te conectas con gente que te parece interesante o que querés, vas a ver que la individualidad está en todos lados. No se perdió, está ahí afuera y es una fuente de inspiración inagotable. Sólo hace falta curiosidad y conectar con otros para encontrarla.