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Gel, sudor y calzoncillos, eso es todo lo que cubre el cuerpo de Hans Kaempfer mientras pelea contra hombres que intentan dominarlo. Conversamos con la revelación de la lucha libre chilena sobre homoerotismo, queerbaiting y su amor por el wrestling.
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Suena música metal y aparece en el escenario un luchador cubierto por una piel de oso. El público abuchea y el luchador saca la lengua. Entra al cuadrilátero y se apoya a descansar. De repente, un corte. Las luces se centran en la entrada del recinto y comienza a sonar Smalltown Boy de Bronski Beat, la famosa canción sobre un hombre gay que debe abandonar su ciudad natal para ser feliz. Se activa una máquina de humo y tímidamente hace su ingreso un chico con calzoncillos dorados, rodilleras y una polera con las iniciales ‘E.N.B’. Hace una flexión de brazos, un movimiento de caderas y el público estalla en gritos. Sube al ring y da inicio la pelea. El primer ataque es verbal: “Me gritan hueco a mí y a este le sale por los poros”, dice el hombre vestido de oso. El público abuchea mientras el chico de dorado solo se ríe. Comienza el juego de llaves, saltos al vacío y abrazos entre luchadores. Veinte minutos más tarde suena la campana. El chico de dorado se levanta de a poco y recupera el aliento mientras exhibe su trasero a la cámara. Sonríe. “Con ustedes, el ganador, El Niño Bonito, Hans Kaempfer”.
Hans Kaempfer creció en Valdivia, Chile, tiene 25 años y se dedica a la lucha libre hace cinco. Su amor por ‘el deporte más antiguo’ se remonta a cuando era pequeño y veía la WWE en Chilevisión. Al crecer su interés por el wrestling se trasladó a la actuación pero la apertura de una escuela de lucha libre en su ciudad hizo que su pasión por la disciplina volviera a aparecer. “Cuando empecé a entrenar me di cuenta que de alguna forma la lucha libre conectaba todo, las artes escénicas, en el sentido de que tienes que ser un buen actor, un buen performer, para poder conectar con el público, pero a la vez también tienes que ser un buen deportista porque exige mucho trabajo físico”.
Tras meses de entrenamiento, el 7 de septiembre de 2019 Hans hizo su debut oficial como luchador como ‘El Niño Bonito’. Apodo inspirado en su entrenador ‘Pollo Loco’ quién constantemente remarcaba lo ‘encachado’ que era Hans en comparación con sus compañeros, quienes eran ‘más tirados para el lado metalero’. Por el contrario, Hans se sentía más atraído por el glam rock de los 80s, el pop de los 2000s y la metrosexualidad de los hombres de ambas eras. “Hans Kaempfer, El Niño Bonito, es vanidoso y siempre está preocupado de la forma en la que lo ve el resto. Nunca va a salir desarreglado a un show, siempre va a estar preocupado de que su traje sea muy colorido y muy bonito”.
Estas características no solo le permitieron destacar dentro de la lucha libre, sino que también ganar popularidad con la comunidad gay, la cual ha documentado la carrera de Hans en cuentas de Tumblr y TikTok dedicadas al soft porn. “Mi target no es el fanático de la lucha libre, el metalero, el rockero, el fan hardcore, mi target es al que le gusta este lado femenino y el tema del homoerotismo, otro tipo de fan. Creo que la gente ha logrado sentirse identificada conmigo por el hecho de que soy genuino, lo que ven es real, cuando yo me emociono arriba del ring por alguna lucha, por algo que dije o por algo que ocurrió, el sentimiento es genuino. Yo no estoy fingiendo ser algo que no soy, yo realmente tengo mi lado femenino muy desarrollado”.
Según Bastidas & Cruz (2017), la lucha libre ha contado a través de la historia con diversos personajes que adoptan modismos y vestimentas ‘femeninas’, apodados ‘exóticos’, quienes suelen tener el rol de causar risas en el público. Algunos de los exóticos más famosos han sido ‘Jorge El Hermoso’ (que solía ir acompañado de un séquito que se encargaba de peinarle, hacerle la manicura y perfumarlo en su camino al cuadrilátero), ‘Pimpinela Escarlata’, ‘Dulce Gardenia’ (que repartía gardenias a las mujeres del público y escupos a los hombres) y ‘Cassando’, siendo este último el único que se identifica como gay. En el caso de Chile, la tradición del exótico nunca ha sido particularmente destacada, enfocándose más en caricaturas como ‘La Momia’, ‘Gladiador Romano’ o ‘Pepino el Payaso’. “Yo creo que hoy en día se ve que los luchadores usan sus nombres reales, se ha dejado de lado la caricatura de los años 80, los 70, se busca más el realismo. Por ejemplo, yo no me describiría como exótico, yo me describiría como alguien con mucha personalidad, tengo un lado femenino desarrollado y se proyecta. Los exóticos de alguna forma tratan de parodiar a la mujer en cambio yo no parodio a nadie, yo soy yo nomás, no es como que me esté burlando de alguien. Si me pongo un crop top es porque siento que se me ve bien nomás”, explica Hans.
Esto último, no obstante, ha sacado más de un roncha entre los compañeros de lucha libre de El Niño Bonito, quienes lo acusan de ser una amenaza para la tradición chilena. “Están esos colegas que no respetan mi trabajo, no respetan lo que intento hacer, porque sienten que le falto el respeto a la industria, sin tener en consideración que este mundo es un espectáculo, un show y lo que uno busca es que esto vaya evolucionando. Pero algunos no lo entienden, algunos lo ven como ‘este cabro medio cola no respeta el ring’ y no ven que lo único que yo quiero es aportar a la lucha, darle nuevos ojos, nuevos aires a esto, para que esto sea masivo, porque así van a ganar todos”.
La tradición de la lucha libre chilena se remonta a los años 30s, cuando el empresario francés Constance Le Marand trajo a un grupo de luchadores para montar un espectáculo en Santiago. La popularidad de este tipo de eventos haría que Enrique Venturino Soto (productor del ‘Circo de las Águilas Humanas’) viera el potencial del deporte, llevando a cabo, desde la década de los 40s, diferentes eventos de lucha libre en el Teatro Caupolicán, masificando así el deporte en el país.
En 1971 la lucha libre llegaría a la televisión gracias a los ‘Titanes del Ring’, pero solo alcanzaría a estar tres años al aire antes de que la dictadura de Augusto Pinochet censurara el programa. En 1977 los Titanes del Ring vuelven a través de un segmento de 45 minutos dentro del programa ‘Dingolondango’ de Canal 7, conducido por Enrique Maluenda. Sin embargo, nuevamente es cancelado debido al contexto político. Dos años más tarde, gracias a la petición del público, los Titanes volverían a las pantallas, pero esta vez en color y en Televisión Nacional de Chile (TVN). No obstante, el régimen militar limitó la cantidad de violencia de las peleas por lo que gran parte del público terminó por desencantarse del espacio, dando como resultado su fin en 1982.
Tras casi dos décadas de baja en la popularidad del deporte en 1999 el programa ‘Pase lo que pase’ de TVN desarrolló el proyecto ‘Titanes 2000’, con exhibiciones abiertas y bajo un esquema similar al de los 80s. Ya en los 2000s diferentes escuelas comenzaron a surgir a lo largo del país, como Xtreme Lucha Libre (Santiago), Chile Wrestling Now (San Antonio), Arica Lucha Libre, FULL Lucha Libre (Antofagasta), Revolución Lucha Libre, Chile Lucha Libre, Asociación Machalina de Lucha Libre, FULL NSF (Talca), Valparaíso Lucha Libre, Nueva Alianza Guerra (Quilpué), Lucha Libre Calama, etc., fomentando con ello no solo que los estudiantes tuvieran una carrera local sino que también en el extranjero.
Suena música rock y aparecen en el escenario dos luchadores. Ambos gritan mientras suben al ring. Se posicionan. Golpean el suelo con sus piernas y alzan los puños. El público aplaude sin parar. Sin embargo, ocurre un cambio repentino en la música. Suena Telephone de Lady Gaga & Beyoncé y una presentadora en mallas introduce al siguiente equipo. La música cambia nuevamente a Fastlove, Pt. 1 de George Michael. Salen al escenario Hans Kaempfer y Dylan Fabrizio, más conocidos como la dupla ‘FastLove’. Se miran, sonríen y suben al cuadrilátero. Entre burlas a sus adversarios se comienzan a susurrar cosas a los oídos. Pareciera que más que luchar quieren besarse entre ellos. Empieza la pelea. Diez minutos más tarde el público está pidiendo que ‘se lo pongan’ a Hans como forma de castigo.
“La lucha libre es política en el sentido que las personas tienen la posibilidad de decidir quiénes los representan, quiénes comparten sus valores” dice Hans. “En la lucha libre tienes de todo tipo de personajes. Hay un personaje en mi promoción que se llama ‘Raso’ que es como un militar, de hecho el hueón era realmente militar, y yo en la vida real me llevo súper bien con él, pero en el show él me dice ‘maricón culiado’, entonces la gente me defiende. En el caso de FastLove, nació en una época de mi carrera donde todo estuvo concentrado en lo homoerótico y lo sexual. Quizás fue la época cuando más recibí mensajes en mi Instagram y me hice viral, pero hubo personas que me empezaron a acusar de queerbaiting, aún cuando yo nunca he dicho que soy gay. Yo nunca he parodiado o me he apropiado de algo. ¿Tengo que ser gay para disfrutar de los ochentas?, ¿tengo que ser gay para disfrutar de Britney Spears? Entiendo que de repente al público le despierta la curiosidad por saber cuál es mi orientación sexual pero siento que ese tipo de temas son tan ambiguos o tan innecesarios que no vale la pena decir nada. Para mí lo más importante no es mi sexualidad sino el mensaje que doy de ser tú mismo”.
A pesar de que FastLove ya no continúa activo ‘por asuntos personales’, como aclara Hans entre risas, El Niño Bonito ha tenido un año bastante agitado: luchando en Argentina, entrenando en Estados Unidos, ganando el programa de Red Televisión ‘Orden Lucha Libre’, peleando contra ‘JTG’ (ex WWE) y siendo parte de la agrupación ‘Guerra de Titanes’. “Respecto al futuro mi meta es llegar a lo más grande, a lo más alto de la lucha libre. Mi idea sería volver a Estados Unidos y que me firme la WWE. Yo sé que no va a ser fácil, para mí nunca ha sido fácil, por eso hoy en día estoy aprovechando todas las oportunidades que se me están dando y sigo trabajando en ser la mejor versión de mí mismo, para ser un aporte real a la lucha libre, para ser recordado por la gente”.
Referencias
Bastida, L., & Cruz, A. (2017). Exóticos: luchadores diversos en construcción. Revista De Estudios De Antropología Sexual, 1(7), 29–44.
Valenzuela, S. (2020, octubre 29). Historia de la lucha libre en Chile. El porteño.