Reportaje
04/02/2020
04/02/2020

Ecocitex: La nueva apuesta por el reciclaje textil

Corrían las primeras horas de la navidad de 2019 y un incendio voraz consumía los cerros de Valparaíso. El desastre que dejó 245 casas calcinadas y movilizó todo un movimiento de ayuda, también dejó 2.045 kilos de ropa donada que no servía para ser usada. Esta podría haber acabado en la basura si es que una empresa -que nació un par de días después de los incendios- no hubiese llamado ofreciendo una alternativa: reciclar.

Ecocitex es una fábrica de procesamiento textil que busca acabar con este tipo de desecho en Chile. Llevan menos de un mes de funcionamiento y  ya dan trabajo a una decena de personas. Comenzaron a generar productos nacidos del procesamiento de ropa en desuso con el objetivo de re-introducirlos al mercado y generar un sistema circular, e incluso ya tienen su primer gran encargo de una importante marca del retail.

Sin embargo Rosario Hevia, creadora del proyecto, habla con cautela desde Concepción. “No sé si otras personas puedan hacerlo: las barreras de entrada son grandes económicamente. No contamos con ningún apoyo más que nuestra inversión inicial, así que es una gran apuesta, pero no buscamos hacernos millonarios”, afirma.

Y es que esta no es solo una cruzada por hacer rentable el procesamiento del desecho, sino que también buscan que el público sintonice con su visión: enamorarles del valor de lo sustentable y su importancia para el planeta. El sueño es grande, y las cifras alarmantes. Según el estudio de Greenpeace “Timeout for Fast Fashion”, las personas en Occidente compran un 60% más de ropa que antes, pero la vida útil de estas se ha reducido a la mitad.

 

 

 

Rosario Hevia es ingeniera, madre y creadora de Travieso Ropa, emprendimiento de compra, truque y donación de ropa infantil nacido hace dos años. Hevia decidió poner todo su tiempo, ahorros y fe en Ecocitex. Junto a su equipo de otras cuatro personas, se aventuraron en el intento por contener una crisis ambiental mundial.

Todo comenzó en Macul, donde hace tres meses encontraron una fábrica hiladora que, a pesar de llevar 30 años funcionando, se encontraba en peligro de quiebra.

Decidieron hacer una prueba. Con la ropa que tenían disponible para procesar, produjeron 100 kilos de hilado. El resultado fue llamativo: una lana de un color irrepetible, moteada por las diversas gamas de colores de los textiles. Los primeros días de enero compraron la fábrica y evitaron el despido del personal.

Sin embargo, al ser una producción a baja escala comparada con los grandes volúmenes extranjeros, los costos son altos: el hilo que producen es tres veces más caro que uno importado.

 

 

https://www.instagram.com/p/B78S-pVHVzp/

 

Esto puede ser viable en el tiempo. Para mantenernos debemos producir 10 toneladas de hilado al mes. Eso es una gran cantidad de insumos que necesitamos, sin contar los costos de remover lo que no es textil apto. Por eso es importante enamorar e informar a las personas sobre el valor de reducir, que prefieran un producto que, aunque sea un poco más caro, con el tiempo puede tener un precio atractivo”, cuenta Rosario.

Actualmente, esta transformación requiere de un gran trabajo. Para lograr el producto final, primero deben filtrar las prendas buscando solo las «estirables». Deben quitarles todo lo que no se puede reciclar: cierres, mostacillas, botones, etiquetas, etc, elementos que posteriormente también serán vendidos al por mayor como insumos para la producción de otras prendas.

Las prendas pasan por una picadora, trituradora, deshilachadora y finalmente llegan a la hiladora. En todo este camino, son tratadas por mujeres de la fundación Puertas Abiertas, la que busca la reinserción social de personas que han sido privadas de su libertad.

“Si la calidad de la ropa es cada vez peor, la demanda de los mercados internacionales es cada vez menor. Y si la tecnología de reciclaje no termina de despegar, tendremos una crisis en el mercado de la ropa usada, y no habrá lugar en el mundo para depositar tanta ropa vieja”, asegura el director de la Asociación de Reciclaje Textil del Reino Unido, Alan Wheeler.

 

 

 

 

El valor del desecho

 

Tan solo una tenida de ropa genera cinco kilos de monóxido de carbono. Si cada persona alargara la vida útil de sus prendas de uno a dos años, se reducirían las emisiones contaminantes en un 24%. La ropa se acumula como basura a velocidades enormes y, en paralelo, la producción no para. Estados Unidos lidera el ranking con 13 millones de toneladas de ropa desechada al año, lo que equivale al peso de casi dos mil cruceros.

Por eso proyectos como Ecocitex toman gran relevancia al ofrecer una solución. Actualmente, trabajan en instalar un centro de acopio para que cada persona pueda ir a dejar su vestuario y evitar que se aglomere contaminando el territorio. Pero la responsabilidad no debe recaer solo en los consumidores: las empresas productoras tienen una gran deuda con el tratamiento de sus propios desechos. En 2016, se comprobó la quema de ropa nueva no vendida. En Västerås, Suecia, se quemaron 19 toneladas de ropa en una central térmica de la ciudad. Además, una importante cadena de fast fashion incineró 9,6 toneladas, el equivalente a 25.000 pares de jeans.

A pesar de esto, algo parece estar cambiando. Rosario cuenta con emoción cómo una gran marca del retail les contactó para hacer entrega de sus uniformes corporativos y darles un espacio para hacer una prueba de mercado. Con estas fibras están produciendo ovillos, mantas y pieceras que serán comercializados y les permitirá darse a conocer a un público mayor.

Algo pequeño pero crucial para instalar y difundir su propuesta de un mercado circular. Desde Macul trabajan incansablemente por lograr lo que parece imposible. Sin embargo, mientras más conciencia personal y empresarial se desarrolle, más puertas se abrirán para este pequeño pero necesario emprendimiento.

 

 

 

 

 

 

 

Otros Relacionados