H&M presenta su nueva colección de otoño, una propuesta de piezas creadas de poliéster reciclado pre y post consumo. Invitamos a Julieta Martínez, activista medioambiental y fundadora de Tremendas –plataforma que reúne a jóvenes empoderadas con el fin de desarrollar causas con impacto social–, quien nos habla de activismo y la importancia sobre el rol de la moda para lograr un mundo más sostenible.
Ante las presiones ambientales y sociales, la industria de la moda se está redefiniendo, y
H&M quiere ser parte del cambio. Están buscando formas de innovar no solo en materiales y procesos, sino también en modelos de negocio y nuevas formas para que las personas experimenten la moda y el diseño. Quieren liderar el cambio hacia una industria de la moda circular y climáticamente positiva que al mismo tiempo sea una empresa justa e igualitaria, por lo cual se han propuesto los siguientes objetivos –el primero de ellos ya alcanzado el año pasado–: utilizar solo algodón reciclado u otro tipo de origen sostenible para el 2020, que todos sus empaques sean diseñados para ser reutilizables, reciclables o compostables para el 2025, utilizar solo materiales reciclados u otros materiales de origen sostenible para el 2030, y ser positivos con el clima en toda su cadena de valor para el 2040.
En esta colección de otoño, el poliéster reciclado pre-consumidor proviene de desechos textiles de los procesos de fabricación, mientras que el poliéster reciclado post-consumidor se origina de residuos plásticos como botellas de plástico PET o tejidos de poliéster recogidos. Además, algunas de las prendas fueron fabricadas con cáscara de naranja, café, algodón orgánico, restos de plásticos, redes de pesca recicladas, residuos textiles, vidrio, nylon y zinc reciclado.
Conversamos con Julieta Martínez sobre cómo la industria de la moda puede avanzar en prácticas sostenibles concretas y reales, que permitan proteger al planeta y a las personas que trabajan al interior de la industria de la moda.
¿Cuándo y a raíz de qué comenzó tu activismo medioambiental?
Partí con el activismo cuando tenía cerca de ocho años, cuando mi mama me empezó a llevar a conversatorios y charlas. Ahí me llamó mucho la atención escuchar a alguien que se denominaba innovador social o agente de cambio, es decir, personas que se dedican a cambiar el mundo. En ese momento supe que quería hacer algo similar. Ahí partió mi camino en base a lo que había aprendido, lo que llamo los tres pasos del activista: identificar el problema, estudiar el problema y pasar a la acción –y que pasar a la acción sea algo real, acciones concretas que realmente puedan impactar positivamente a la comunidad–. Es importante que no quede en lo individual: siempre pensar en lo colectivo y entender que la colaboración, que es el sentido de comunidad, es la base de un nuevo mundo.
¿Por qué piensas que el activismo es tan necesario?
Mucha gente piensa que el activista medioambiental es una persona joven en la calle con un cartel de cartón en la mano gritando. Es fundamental entender que el activismo no es sólo eso. El activismo, desde mi punto de vista, es la capacidad de estar constantemente disconforme, no quedarse en la zona de confort, y tomar esa rabia, eso que te molesta, y convertirlo en tu motor de cambio. Que te movilice a buscar soluciones, a buscar herramientas, a buscar a otras personas, a contarles lo que esta pasando y motivarlas a que sean parte del cambio.
¿Qué piensas sobre la industria de la moda? ¿Crees que ha habido un esfuerzo por mejorar las practicas?
He cuestionado muchas prácticas de la industria. Es cosa de ver la tremenda huella hídrica, ya que es la segunda industria más contaminante del mundo. En ese sentido, creo que es súper relevante identificar las problemáticas para luego ver cómo solucionarlas. Y creo que poco a poco se están viendo más esfuerzos por parte de la industria. Algo que me gusta mucho es ver las cosas desde un lado más esperanzador y ver qué podemos hacer. En el caso de las grandes marcas que históricamente han contaminado mucho, hay varias que están comenzando a actuar. Empresas que se han dado cuenta de los daños y que ahora buscan soluciones reales, soluciones concretas. Marcas que están buscando alternativas más sostenibles, como el poder reciclar y reducir sus residuos. Hemos podido ver la presión de una sociedad que está cada vez más consciente, más atenta y despierta. Una sociedad que crítica y apunta hacia un sistema sostenible. Cuando te encuentras en un mundo que está cambiando, las marcas no se pueden quedar atrás, terminan siendo parte del cambio.
¿Crees que es importante que el retail adopte un foco sustentable? ¿Cómo crees que se puede avanzar en esa dirección?
Totalmente, y es muy importante que no quede solo en palabras y que sean acciones concretas y demostrables. Que le demuestren a la gente cuántas emisiones de carbono están bajando, cómo está la huella hídrica, cómo dejar de utilizar tantos litros de agua cuando tenemos comunidades sin acceso a este recurso. Esa es la acción real, esa es la acción que a la larga trae beneficios. Esa es la acción que permite a las empresas seguir avanzando, al asegurar un planeta que va poder seguir coexistiendo con los humanos.
¿Hacia dónde debe apuntar la industria de la moda? ¿Cómo crees que las empresas deberían certificar esa sostenibilidad y avanzar para construir confianza?
Cuando hablamos de sostenibilidad hablamos de muchas cosas. Obviamente es proteger los ecosistemas, la biodiversidad, a flora y la fauna, pero también estamos hablando de trabajo digno, que se respeten los derechos humanos de las personas involucradas. Hay que entender que en este mundo no vivimos solos. Al momento de buscar soluciones, estas tienen que ser ambiciosas, pero también factibles. Cuando proponemos cambios, es importante que se certifiquen esos cambios. Si queremos cambios reales, necesitamos acciones reales.