Entrevista
09/08/2023

Pablo Lincura: experiencias e influencias

«…siento que, en el fondo, en la sexualidad china hay todo un universo vinculado a sus fetiches, a los espacios que ellos mismos han generado y otras cosas bien perversas…»

Cuéntanos un poco de tu vida y cómo llegaste al arte.

Soy de Coronel, Chile, y viajaba mucho a Lota, al Parque Lota [región del Biobío]. Ese lugar me influenció caleta porque en el Parque Lota hay esas esculturas, como de inspiración griega, que trajo la Isidora Goyenechea, que mandó a traer desde Europa. Son unas esculturas que adornan todo el patio pintadas con esmalte blanco, son bacanes. A mí, por algún motivo, desde chico siempre me gustaron las vírgenes, las representaciones, la Estatua de la Libertad. Me gustaba la greda. Yo tenía cuatro/cinco años y me gustaba dibujar, hacer cositas con greda con plastilina, no me gustaba jugar con autos ni con juguetes ni nada de eso. En la universidad entré a la Licenciatura en Artes en la U. de Chile y ahí tomé la mención pintura con Gonzalo Díaz, estuve en el taller de él y así me metí en el arte. Después en 2010 expuse en varios lados.

¿Y China… cuándo, cómo y por qué? ¿Crees que hubo alguna influencia?

Mis abuelos tenían mucha decoración china porque ellos me contaban que en los años setenta – ochenta iban a remates y había arte decorativo chinesco, como cosas de inspiración china medias kitsch de los setenta. Había unas figuras de yeso así como torcidas bien bonitas, unas cabecitas de chino, otras simulando unos bambús, como puras tablitas… A lo mejor eran de bambú o quizá de plástico, también unos platos… A mí de chico me pasó que siempre tuve una fascinación por lo no occidental que son la India, culturas prehispánicas, China, Japón, Tailandia incluso Rusia. Hubo un año en la universidad, el mismo de las Olimpíadas de Beijing, donde me hice amigo de unas estudiantes de intercambio que eran japonesas y coreanas. Después de que ellas se regresaron a su país comenzaron las olimpiadas. Después de eso decidí estudiar chino y japonés al mismo tiempo (me encantan los idiomas).

Y mientras, ¿cómo iba el arte?

En ese tiempo mezclaba lo queer con lo pop. A esa edad estaba súper metido con lo queer, liberándome, ese era el concepto, así como tirar toda la carne a la parrilla con harto rosado hartas pinturas, unos travestis, Drag Queens, esos eran mis temas. Estuve todo el año 2010 yendo al Fausto [discoteque], yo de verdad no iba a carretear, yo iba a hacer exploración de campo no más porque ni me bañaba o arreglaba. Yo iba con mi cámara los domingos que se hacía el reality Amigas y Rivales [telenovela mexicana], me ponía delante del escenario y les sacaba fotos y trataba de buscar imágenes de pie en el escenario con una luz bacana, un traje bonito no sé, algo, y fui haciendo la recopilación de las fotos y de esas fotos tomé como dos o tres e hice cuadros. 

Y entre todo esto, ¿decidiste partir a China?

Sí, postulé a la beca del gobierno y me fui.

Y entonces, cuando llegas a China, ¿qué pasa? ¿Cómo fuiste vinculando tu arte con lo que ibas observando allá?

Fue una explosión de hartas cosas… Los franceses, los gringos, decían que los chinos tenían pésimo gusto para vestirse que se visten tan…. ¡¡ooo!!.. que los edificios son tan exagerados y todo eso… Para mí fue una inspiración, ver a las minas con pelucas y extensiones, cómo mezclaban las ropas, se ponían colores, los mismos edificios estrafalarios de Shanghai… Me encanta Shanghai, me gusta esa cosa de China, pese a lo represivo que puede llegar a ser con la parte comunista encima de ellos, pero yo encuentro que cultural, artística o creativamente China igual tiene como esa permisividad, se dan permiso ellos mismos de tirar todo a la parrilla, de correr riesgos. Ponte tú en Shanghai, en el bund, corrieron el riesgo de poner un edificio rosado con una pelota. Eso me gusta. Me gustó de China la manera en que la gente se viste, la decoración de los letreros, ese exceso fue bacán, me nutrió durante todo el tiempo que estuve ahí.

¿Cómo fue dialogando ese mundo más transexual de lo queer en un país donde está difícil expresar esa parte?

No sé si quiero que esto aparezca en la entrevista… pero todo lo que es mundo gay de China, yo lo exploré harto, fui a distintas discotecas con sus propios estilos y me di cuenta de que ahí se veía los estratos sociales y cómo el mundo queer se mueve en todos ellos. También hay saunas que eran como con un concepto spa y muchos hombres casados, ponte tú de 45/50 años, que tienen familia y todo, pero que en los fines de semana se arrancan para allá y le dicen a sus señoras «voy a juntarme con los amigos» o cualquier cosa, pero van al sauna donde pasan todo el día de bata jugando ping pong. Tienen tele, van a pololear, si tienen un amante, un pololo, se juntan ahí, hacen el amor en los privados y pagan un poquito extra para meterse a los privados… Loco todo eso… Es una experiencia alucinante y sórdida y yo nunca viví eso en Chile, pero me imagino que en Chile igual pasa… Pero ponte tú, a veces pasaba que dos personas tenían sexo y se armaba como un grupito que los miraba y hasta a veces estiraban la mano… Ahí me daba cuenta de que para ellos era como una vía de escape. China es tan patriarcal que los hombres también sufren.

¿Y en el caso de la mujer?

Algo pude percibir. Me llegó un anuncio de una lesbiana que pagaba como 2 millones de pesos chilenos por casarse con alguien. Hay una disco de lesbianas en Shanghai, que es buena la disco igual, pero uno no entra porque ellas son más herméticas en su mundo. 

Es todo un mundo me imagino… Y siguiendo con tu arte, ¿cómo va influyendo el aspecto estético chino?

Claro, en términos formales, el uso del color, los colores planos, como que igual uno se deconstruye. Lo que te enseñan en la escuela de arte ponte tú, cuando uno ve pintura, te enseñaban a ir regulando los colores del tubo, a nunca pintar con el rojo o el amarillo directamente del tubo de pintura, era como un camino fácil, algo que no teníamos que hacer. En cambio, llegando a China, los estampados populares por ejemplo me gustaron, como del Caishen, el dios de la fortuna, o Mazu, no sé, pero todas esas estampas populares con estos fondos y colores planos de las figuras centrales, representando también los colores de manera distinta, como el valor del rojo y el dorado.

¿Y aparte de los estampados, hubo artistas chinos o referencias de artistas chinos que te influyeron de alguna manera?

Busqué harto pero sabes que no, más que me hayan influido hay algunos que me gustan, como el fotógrafo Ren Hang 任航. Me gusta porque muestra la corporalidad, así como más animal, visceral, más crudo; es un fotógrafo que se suicidó, que hacía varios desnudos, de repente de un brazo o de una pierna, de dos personas, como que usaba harto el cuerpo, usaba mucha piel, como en un código bien homosexual chino. Tienen otro estereotipo de belleza, los chinos tienen otros Adonis como por llamarlo de alguna forma.

¿Y otros artistas asiáticos? También estuviste en otros lados como Tailandia, ¿no?

Sí, estuve tres meses en Tailandia pero no, mmm… es que sabes que yo con los nombres soy muy malo, pero una vez en Taiwán me pasó que fui a una exposición titulada Hardcore Rally with Hantoo Art Group, 硬蕊/悍圖, en el National Taiwan Museum of Fine Arts. Esto fue en 2017. Yo creo que de arte moderno las experiencias más bacanes fueron en Taiwán, me gustaba mucho la línea que tenían allá. Vi un cuadro que me encantó, que era una marcha, como una parada de militar, y eran unas colegialas o estilo colegialas japonesas con las faldas bien cortitas como bien cute, iban marchando con una metralleta y la imagen se ve como una foto tomada desde abajo hacia arriba. Y en pintura, vi un estilo de pintura que me gusta harto, con los bordes bien delineados, con los fondos bien planos, muy plástico. Ese mismo artista también tiene retratos de personajes políticos, como el rey de Tailandia o un retrato del gobernante himalayo. No sé, era una onda que dialogaba harto con la política asiática. Hasta el día de hoy tengo en la mente su obra. El nombre del artista es 陳擎耀 Chen Ching-Yao, artista taiwanés.

Sobre lo que comentas de las colegialas japonesas, esta combinación entre lo kawaii y lo erótico, ¿cómo ves eso en tu propio arte?

Claro, como esa cosa de lo abyecto diría yo, porque ese contrapunto lo hace interesante. Los japoneses juegan harto con eso. En el animé todo parte así, como bien mosquita muerta la niñita y de pronto se transforma en un monstruo que mata todo, algo que a los japoneses les gusta jugar. Yo igual vengo de la niñez de los 90´s ponte tú, hay cosas que uno trae desde ahí porque puede ser que lo kawaii que me gusta a mí, el rosado ponte tú, creo que lo traigo desde los noventa, de la Sailor Moon, de los Caballeros del Zodíaco, los Vengaboys, Aqua, la Barbie Girl, todas esas cosas que yo escuchaba cuando era chico.

Y volviendo a China, me habías contado lo de tu tesis mientras vivías en Hangzhou, de la pintura erótica en la dinastía Ming y Qing. ¿Con qué te quedas de esa investigación?

Me quedo con muchas cosas por eso quise comentar lo de los saunas… porque siento que, en el fondo, en la sexualidad china hay todo un universo vinculado a los fetiches que tienen, a los espacios que ellos mismos han generado y otras cosas bien perversas. Por ejemplo, había un libro de cuentos de un escritor que se llamaba Li Yü del periodo Ming y él escribió unos cuentos ambientados de ese tiempo en la provincia de Fujian. En esos cuentos, y eso fue lo que descubrí haciendo la investigación, es que a los chinos les daba lo mismo con quien tenían sexo [hombre o mujer], lo que les importaba era que cumplieran al final del día con el mandato confuciano, que era casarse y tener hijos, una historia de la familia. Lo que hicieran fuera del matrimonio que se acostaran con otras personas, no importaba. Había muchas historias y libros de cuentos, algunas que se podrían catalogar como relatos de las disidencias. Era bien entretenida la investigación porque es un tema que se habla harto, que tiene relación con la identidad no binaria, como lo trans, algo que también se percibe en esas historias chinas de aquella época.

¿Y cómo ha ido dialogando todo este mundo que encuentras en China contigo: una persona que también trae una descendencia mapuche y una identidad vinculada al territorio en el que vives? Esto, a propósito de la entrevista que Galio publicó en 2020, donde hablas de tu arte y también de tu música en mapuzungun.

Hay muchos aspectos culturales mapuches que pasan coladitos en la cultura chilena. Hay cosas muy mapuches en la idiosincrasia chilena y que la gente no sabe que son mapuches. No sé, como por ejemplo uno que es de la costa, que come cochayuyo; mi papá le dice el kolloy y en mapuzungun se dice kollof son de repente muchas cosas que la familia de uno lo tiene, que son mapuches y no saben que son mapuches. Para mi papá es natural comer el kollof. Entonces encuentro que Chile es una palabra muy grande… No podemos pretender que a la gente del norte, que vive en Camiña por ejemplo, con una persona que vive en una comunidad mapuche de allá de Cholchol decirles que es el mismo país, la misma bandera, los mismos sentimientos, el mismo patriotismo… No… Eso es una mezquindad. Encuentro que hoy en día el término “chileno” representa a algunos, yo creo que Chile es el relato de la zona centro, eso creo de Chile, de la región metropolitana, región de O’Higgins, región del Maule y región del Ñuble, eso es “Chile”. Tenemos este «Chile» que es una cosa podrida, porque está en estado de putrefacción, se está descascarando ese Chile. Mucha gente ha descubierto que tienen una herencia indígena espectacular, que dialoga hoy en día con todo lo que es el cambio climático. Hay que escuchar a los pueblos originarios, no me gusta mucho ese término, pero hay que escuchar a los mapuches porque en el fondo los mapuches o todos los pueblos indígenas tienen la clave de la salvación del planeta, entonces pasa esto que uno se da cuenta que esta «cosa chilena» no me sirve, no me representa, no me toma, no me enorgullece.

¿Y en relación a cómo ves Chile, cómo ves a China?

Pienso que la misma China está fragmentada. Yo puedo decir, por una parte, la maravilla de la cosmovisión china como herencia cultural china, pero por otra parte es espeluznante en lo que está convertido hoy en día. Está arrasando con todo porque adoptaron el modelo capitalista de una forma: Son full capitalistas extractivistas. Esa visión tan práctica de la vida que le gusta a todos: «Lo que me sirve para ganar plata lo tomo, lo que no me sirve para ganar plata o para darme mianzi 面子, cara, no lo tomo». Antes, en el tiempo de la dinastía Tang, esa época dorada de China, los chinos tenían una conexión heavy espiritual, con la naturaleza. Es lo mismo que pasa aquí, imagínate lo que está pasando por ejemplo en Coronel, donde vivo. Antes había bosques nativos, árboles como arrayanes, litres, coihues, hualles montón de clases. ¿Y qué hay hoy en día? Una termoeléctrica, unos bloques de edificios. Es terrible, está todo exterminado y en China es lo mismo. Siento que en China hay como una impostora, como se ve en la telenovela brasileña «Chica da Silva». Me acuerdo que había un personaje que era una chica rubia muy bonita y que una vampira la convertía y quedaba vacía, como la pura cáscara… Para mí a China le pasó lo mismo, es esa chica linda pero se vació por dentro.

Y en tu arte, ¿se han manifestado estas sensaciones que mencionas en torno a Chile, la identidad mapuche y la China vacía?

En las influencias que tuve del animé japonés y lo mapuche, por ejemplo y eso se ve en el cuadro de un mapuche con un escrito en japonés. Lo hice en japonés porque se presenta los del mortal konbat o de los Street fighter, como que con una pose así que voy a pelear cachai e igual tiene harto de adolescente, pero en ese tiempo todavía no iba para China yo estaba estudiando japonés y chino. Hay una serie del 2009, que se llama «infatuación» y ahí sí le puse como esa cosa media tipo Lemebel, media cebollera arrabalera y lo hice en chino, ahí yo le escribí en chino, con personajes de estilo más peruanos del arte cusqueño, con unos diseños como de las iglesias cusqueñas, peruanas coloniales, con dorado. Hice a estas mujeres medias sexis con botas y abajo les puse un mensaje cebollero en chino que dicen «Me siento muy sola, deseo encontrar a un pololo inteligente y guapo“; “¿Por qué desechaste a tu pololo? Porque se puso a andar con otra mujer»; «Los hombres sólo desean hacer el amor conmigo» y «Los hombres solo quieren tener sexo conmigo.» En el fondo, ahora yo con mis 30 y tantos, siempre me he estado arrancando de ese yugo colonial, de esa cosa europea o gringa de «el arte tiene que ser así o esto es digno de ser pintado, o esto es lo que tiene que ser pintado para poder tener un valor». Siempre me arranco, por eso pinté a la tigresa del oriente, la pueden ver en la otra entrevista que me hicieron aquí en Galio.

Tenía un compañero en la universidad en China que decía «yo no soy un estampero, yo pienso». Yo digo todo lo contrario, yo soy un estampero, yo no pienso mucho, yo no me «craneo» tanto para hacer una imagen, yo hago imágenes, yo hago cosas para los ojos, para los sentidos. Un vez una artista coreana me dijo «tú solo pintas beautiful men» («you only paint beautiful man»), como mirándome a huevo, y yo pensé está bien, si en el fondo eso soy para la mayoría de ellos, como una persona que hace estampa, quizá vacías de contenidos… Aunque lo de «vacíos» ya está dicho…

Esta entrevista va en línea con la realizada a Pablo Lincura en Revista Galio en 2020, por Valentina Millán.

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