Los Últimos Visual Kei de Chile - Galio
Reportaje
22/09/2023
Fotografía: Paola Velasquez Direccion creativa: Galio Estudio Dirección de arte: Nastassja Barbieri, Francisca Alcalde Entrevista: Diego Ignacio Ramirez
Fotografía: Paola Velasquez Direccion creativa: Galio Estudio Dirección de arte: Nastassja Barbieri, Francisca Alcalde Entrevista: Diego Ignacio Ramirez
22/09/2023

Los Últimos Visual Kei de Chile

‘Malice Mizer’, ‘Bangya’, ‘The Gazette’, ‘Kamiban’ y ‘X Japan’ son conceptos extraños para la mayoría hoy en día, pero hubo un tiempo en que cientos de jóvenes chilenos los usaban a diario. La comunidad Visual Kei tuvo su apogeo a principios de la década, sin embargo, actualmente solo cuenta con cerca de 200 personas que ‘ejercen’ el estilo en el país. Conversamos con la Doctora Javiera Reyes, académica dedicada al estudio del Visual Kei, y con Akachu y Sora, dos de les sobrevivientes de la última tribu urbana chilena.

Ser joven en el Chile de los 2000s fue un bop. Ir al colegio, volver a casa a ver el ‘Diario de Eva’, conectarse a messenger, juntarse en el centro mientras se huía de los neonazis. Todas esas fueron experiencias de les adolescentes millennials, quienes se caracterizaban por crear diversas comunidades o tribus urbanas, como los Pokemones, Emo, Oshare o Scene, las cuales se esfumaron tan rápido como aparecieron. No obstante, aún queda una que se resiste a morir y que pasará a la historia como la última tribu urbana de Chile.

El Visual Kei (ヴィジュアル系) es un movimiento o género que tiene sus orígenes en Japón y que se caracteriza por el uso de maquillaje, peinados, trajes elaborados y una estética andrógina. Su historia parte en los 80s, con bandas influenciadas por el heavy metal, rock, new romantics, heavy rock y new wave, siendo X Japan la más reconocida y quienes se atribuyen la fundación del género. Luego, en los 90s, el Visual tomaría un giro más ecléctico, con influencias barrocas, destacando la banda Malice Mizer. A principios de los 2000s el género pasaría a tener un sonido más pesado, marcado por el disco ‘鬼葬 (Kisou)’ de Dir en Grey, una etapa que colisionará con la muerte de varios integrantes de bandas Visual Kei (por problemas asociados a salud mental y drogas) provocando así la progresiva baja en popularidad del género, transformándose en algo más under e independiente para los 2010s.

Akachu [pronombre: ella] se identifica como una de las pocas Visual Kei que aún ‘ejerce’ en Chile. Nacida en Ancud, Chiloé, recuerda que conoció el género en el colegio, a través de los openings y endings de animé compuestos por algunas bandas Visual. Sin embargo, no fue hasta el año 2015, cuando se trasladó a Valparaíso, que tuvo su primer acercamiento a la comunidad Visual Kei chilena. “Con ese grupo de amigos sentí que por fin tenía la confianza de escuchar la música que yo quería, ponerme piercing, tatuarme, teñirme el pelo y vestirme con ropa que no encontraba en el sur. El Visual Kei se ha convertido en mi estilo de vida. Yo me levanto y escucho Visual, me visto y maquillo Visual, me junto con amigos Visual y vamos a fiestas Visual”.

Una rutina que no es solo aesthetic sino que guarda una ideología revolucionaria en cada movimiento. “El Visual nace como una crítica a la figura del ‘salaryman’ [サラリーマン / hombre asalariado] quien basa su vida en tener un empleo y una familia. Los Visual buscamos ser y expresarnos como somos, queremos elegir cómo vivir y no ser normies que se cortan el pelo, se visten o trabajan en cosas porque les dicen que deben hacerlo, nosotros buscamos vivir la vida a concho”, afirma Akachu.

Según Andrea Ocampo en su libro ‘Ciertos Ruidos: nuevas tribus urbanas chilenas’ (2009), el Visual siempre ha gozado de un espíritu rebelde en comparación a otras subculturas, puesto que toma elementos ajenos a Japón (el rock y sus derivados) y los mezcla con tradiciones milenarias (como el teatro Kabuki), produciendo así una protesta contra el status quo, siendo este último similar en varios puntos con el chileno. “Recordemos los episodios de la calle, las caminatas por los centros de comercio, las entradas de los Metros, los paraderos de micro. Recordemos la cara con que otros han mirado los rostros blancos, morenos, azules y fucsias que circulan por nuestras vías. El Visual aún da rabia, risa, sospecha, rebeldía y conmoción”, narra Ocampo.

Para Sora [pronombre: él], ingeniero en sonido y guitarrista de la banda chilena Visual ‘Undesire’, la magia del Visual radica en cómo su discurso rebelde es una mezcla de influencias, permitiendo que cada persona, independiente de su contexto, pueda darle un significado propio. “El fan Visual consume de todo un poco y todas las bandas tienen una rama musical y un mensaje distinto”. La primera vez que Sora se acercó al género fue a los 14 años, gracias a una amiga del colegio que seguía la estética nipona. “Me llamó la atención lo exótico que era y cómo formaba parte de un grupo de personas que compartía sus mismos gustos. En ese tiempo yo tenía baja autoestima por lo que la comunidad Visual me hizo sentir que pertenecía a algo. Para mí ser Visual es ver las cosas desde un punto de vista distinto, concebir la belleza de una forma particular”.

Actualmente es posible dividir a la comunidad Visual chilena en tres grupos. “El primer grupo va desde los 13 a 17 años y son quienes han conocido el género a través de TikTok, donde mezclan video de Mana Sama [músico de la banda Malice Mizer] con canciones de Taylor Swift en speed up. El segundo grupo va de los 20 a 30 años, quienes siguen escuchando las mismas bandas de los 80s a principios de los 2000s, muy pegados. El tercer grupo es el de los cuarentones en adelante, que son aún más limitados y no escuchan nada más allá de los 90s, como todo boomer”, describe Akachu.

Para Javiera Reyes [pronombre: ella], Doctora en en Estudios Interculturales con enfoque en Asia y experta en Visual Kei, la división actual de la comunidad es resultado del avance sostenido en el acceso a internet del país. “El Visual llegó a Chile en una época en que no todos tenían internet y donde la mejor manera de compartir información y música era en persona, a través de fiestas como las del Planetario en Santiago y La Secta en Valparaíso. Todo eso cambió con el acceso a internet ya que ahora no es necesario reunirse para conocer música por lo que muchos dejaron de participar de los grupos. A eso se suma que las personas que antes participaban ya no tienen tiempo para producirse y juntarse a la mitad del día, ya que trabajan, tienen familia o, simplemente, ya no tienen la energía para ir a fiestas o eventos”.

Según Sora, la comunidad ha logrado resistir gracias a que sus integrantes aún comparten un sentimiento transversal, que va más allá de la manera en que se accede al género. “Creo que, a pesar de los años, todas las personas Visual tienen en común ese llamado original a rebelarse frente al sistema, en especial del mundo laboral que limita tanto las identidades, el Visual continúa siendo un lugar seguro para todos aquellos que se sienten fuera de la norma”. Esto es apoyado por Reyes, quien ve en la comunidad las características propias de una subcultura. “A diferencia de los pokemones u otras tribus urbanas de los 2000s, los Visual en Chile tienen características como la permanencia en el tiempo, concepto de pertenencia, ideología o pensamientos común y subredes económicas propias. Las personas Visual sienten orgullo por su música, la cual está plagada de temas densos y transversales, como la muerte, la depresión y la rebeldía, eso los ha ayudado a que continúen identificándose filosóficamente con el género, aún cuando ya no son adolescentes”.

Otro factor que diferencia a la comunidad Visual es su discurso progresista, el cual acepta la exploración de identidades y sexualidades de sus integrantes fuera de la norma. “La comunidad Visual nunca ha sido conservadora, a diferencia de otras de los 2000s, nuestro gusto siempre ha sido amplio, partiendo de la base de que nos gustan los hombres maquillados. El Visual siempre ha sido muy queer”, explica Akachu. Este hecho es corroborado por Reyes, quien asegura que el Visual se ha convertido, con el paso de los años, en un impulsor de cambios culturales profundos. “Las fiestas Visual siempre fueron adelantadas a su tiempo, ya que se aceptaba a todas las personas, independiente de su orientación o identidad, teniendo la libertad de que cada une pudiera explorar y resolver sus dudas sin que eso significase que luego fueran parte de la comunidad LGBTQAI+. En este sentido, es importante destacar el favor que el Visual le hizo a cierta parte de la sociedad cercana a la comunidad, puesto que el shock (visual y cultural) que produjo el género en los 2000s, dio como resultado que las personas que compartieran con ella sean hoy en día de mentes más abiertas. Que los Visual se dieran besos de a tres en las fiestas permitió que hoy eso ya sea algo común”.

A pesar de ello, los pronósticos para el futuro de la comunidad Visual en Chile son poco alentadores, incluso para sus miembros. “Ha costado mucho que surjan bandas con influencias novedosas, todas se parecen, hay un estancamiento del estilo. Creo que lo único que podría hacer que el Visual se mantuviera es que en algún momento resurgiera por nostalgia”, explica Sora. Por su parte, Akachu piensa que el visual dejará de existir como tal y comenzará a mezclarse con otras escenas más actuales. “Yo creo que va a seguir pero se va a transformar mucho por la forma en que lo están consumiendo los jóvenes, con redes que filtran la información. Creo que el hecho de que la nuevas generaciones no se tengan que esforzar tanto va hacer que no se comprometan con el movimiento, van a ir probando diferentes géneros y aesthetics, mezclando todo de manera cada vez más personal”. Algo similar cree Reyes, quien ve oportunidades de sobrevivir si el Visual comienza a mezclarse con otros géneros más populares. “Muchas personas de la comunidad han comenzado a escuchar y asistir a fiestas Kpop, un género que, pienso, tiene varios puntos de encuentro con el Visual. No obstante, creo que la gente que fue Visual en su adolescencia lo va a seguir siendo siempre, las personas que organizan fiestas actualmente lo hacen por amor al arte, lo hacen para mantener vivo el género. Mi gran pregunta es qué va a pasar el día en que los dj se aburran y dejen de hacer eventos, el día en que la gente ya no se junte, ¿acaso el Visual Kei está condenado a morir en Chile?”.

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