Columna
26/02/2024
26/02/2024

Entre babygirls y bolsos de hombre: ¿está la moda masculina en un punto de inflexión?

Cuando mi novio por primera vez se cruzó un bolso por encima de los hombros y lo llenó con sus cosas, no hubo vuelta atrás. Nunca más tuve que llevarle en mi cartera sus lentes, llaves o billetera al salir juntos.

Todo empezó cuando se compró por primera vez un banano/riñonera. Fue ahí cuando se dió cuenta de que los bolsillos no alcanzan (y pueden ser inseguros), y que un bolso pequeño es el intermedio perfecto entre el bolsillo y la mochila. Con un poco de timidez se compró su primer bolso cruzado de cuero: “Era muy parecido a una cartera de mujer,” explica.

¿Qué le hizo finalmente animarse a adoptarlo en su día a día? Por mucho tiempo le insistí en que se compre uno, y él admite que mi persistencia tuvo que ver con la decisión, pero más que nada, fue empezar a ver a cada vez más y más hombres en la calle usarlos: “Ahora que está socialmente aceptado lo uso. Cinco años atrás no se veía tanto.”

En el último par de años, resurgió la ultraderecha en todo el mundo, continuó el declive del movimiento feminista, y se amplió la brecha de opinión entre hombres y mujeres jóvenes respecto a la política y el feminismo. En este contexto, atrás quedaron los días en que la moda genderless era la protagonista de las pasarelas masculinas. Según el periodista José Criales-Unzueta, “un hombre con falda en las pasarelas ya no es la gran declaración que era hace dos años”.

Sin embargo, los bolsos de hombre se instalaron en el mainstream durante este mismo período de tiempo, y los actores que se transformaron en los galanes de las generaciones más jóvenes siempre llevan un look y actitud anti-macho, que, aunque sea masculino, juega con lo femenino y lo suave (pensemos en Timothée Chalamet, Jacob Elordi, Harry Styles, etc…).

¿Será la adopción del bolso por parte de mi novio y de los hombres de su generación un reflejo de una transformación más generalizada en la vestimenta masculina, y del concepto de masculinidad en sí?

Con la esperanza de que la respuesta sea sí, exploré el pasado y presente de la moda masculina, para intentar entender hacia dónde va a ir, y ver si este moméntum va a permanecer en el tiempo.

Los hombres que usaban rosa y corsets

Durante siglos, Occidente consideró a la moda como “una forma irracional de fetichismo femenino”, según la historiadora Valerie Steele. La moda, vehículo de la lujuria, del pecado, de lo artificial y de lo frívolo es asociada, por supuesto, con la mujer. Como bien explica mi novio, “no existe un meme del ‘coquette’ para los hombres”.

Uno de los principales elementos que tenemos para encarnar nuestro género es la vestimenta. Y, como explica el académico Ben Barry, “la moda representa un espacio ambivalente para los hombres, que luchan por permanecer en la zona de seguridad y proteger sus privilegios de género”. La sociedad occidental moderna ha enmarcado la moda en oposición a la masculinidad hegemónica, y los hombres la utilizan para establecer su identidad de género no sólo como diferente a la de las mujeres, sino también para diferenciarse de otros hombres.

Sin embargo, el contexto y el significado que le atribuimos a las prendas ha cambiado a lo largo de la historia. Lo que hoy es femenino, antes era un indicador de masculinidad, y viceversa. O incluso eran indicadores de riqueza, de moralidad, o de cualquier otra cosa.

Por ejemplo, durante mucho tiempo, los hombres europeos vistieron de rosa como signo de riqueza y poder, más que de género. Los que podían permitirse los caros tintes importados del sur de Asia y Sudamérica vestían de este color. Como tono del rojo, el rosa compartía sus connotaciones de vigor y era disfrutado libremente por los hombres a la moda. Sólo a partir de la primera mitad del siglo XX se asoció a la feminidad.

Además, dandis y militares utilizaban corsets durante los siglos XVIII y XIX, ya sea para mejorar su apariencia o sostener la espalda. Los hombres de la realeza también utilizaban zapatos con taco. Los ejemplos son infinitos.

La sensibilidad del galán moderno

Hoy en día, la moda masculina pareciera estar en un espacio intermedio. Hace unos años, el boom del movimiento feminista y el cuestionamiento del binarismo de género impulsaron varios momentos de la moda que nos hicieron preguntarnos, ¿cómo redefinimos la masculinidad para deshacernos de su toxicidad? Por ejemplo, la portada de Harry Styles en Vogue en el 2020 con un vestido de volados y encaje celeste creó una controversia importante en las redes sociales.

Desde entonces, la moda masculina volvió un poco a lo conservador: “Atrás quedaron los días en los que el genderless y el gender-bending eran los protagonistas de las pasarelas (…) El radicalismo ha desaparecido y el mensaje es claro: el otoño 2024 ha sido una temporada de códigos masculinos convencionales”, explica José Criales-Unzueta.

Quizás en las pasarelas se haya revertido a una masculinidad más tradicional, pero, en mi opinión, en las calles y en la cultura pop, el desplazamiento en la definición de lo “masculino” en cierta medida persiste.

Además de la nueva popularidad de los bolsos y carteras para hombres, un fenómeno de la cultura pop que indica un cambio es cómo las nuevas generaciones designan los títulos de “galanes de Hollywood”. O, en términos de redes sociales, quienes son los llamados hombres “babygirl”.

¿Qué es un hombre “babygirl”? El término se instaló en nuestras redes sociales durante el 2023, y según el escritor y especialista en cultura pop Evan Ross Katz, «es una palabra que se atribuye a un tipo que es adorable y sobre el cual existe un sentimiento general de aceptación en la cultura». Lo interesante es el look distintivo de estas celebridades. Como explica Madeleine Schulz en su artículo de Vogue Business, “los hombres babygirl también suelen sentirse lo suficientemente cómodos con su masculinidad como para saltarse las normas de género a la hora de vestir.”

Los estilistas de celebridades como Pedro Pascal, Jeremy Allen White, Jacob Elordi, Paul Mescal, Barry Keoghan y Timothée Chalamet, saben cómo ganarse al público con la vestimenta. Shorts cortos, pantalones anchos, transparencias, flores, musculosas, colores llamativos y cortes de pelo descontracturados. Éstos y varios más son los elementos que utilizan para encarnar al hombre sensible, deconstruido, sin una masculinidad frágil pero masculino al fin y al cabo que los consumidores jóvenes de cultura pop piden.

Katz agrega: «Hemos eliminado, en cierto sentido, la idea de que interesarse por la moda te convierte de algún modo en afeminado o gay, o que dice algo sobre quién eres como persona. (…) Ahora, interesarse por la moda es cool». Según Schulz, “El consenso es que se trata más de un cambio de paradigma que de un hecho aislado.”

Ojalá sea el caso. Sin embargo, no puedo dejar de notar una constante en todas las celebridades “babygirl”: su apariencia es, en el sentido más tradicional de la palabra, masculina. Las transparencias dejan al descubierto cuerpos musculosos, los cabellos desordenados hacen recordar a los rompecorazones estilo James Dean de los 50s. Siguen siendo hombres heterosexuales en cuerpos hegemónicos.

Como bien explica Ben Barry, “Los hombres blancos, de clase media y heterosexuales corren menos riesgos cuando adoptan posturas femeninas porque están protegidos por sus privilegios combinados de raza, clase y heterosexualidad”.

¿Tendencia o transformación?

Algunos dirán que se trata de una tendencia pasajera, que el péndulo de la moda va a volver a favorecer la masculinidad tradicional, que nuestra fascinación con los “babygirl” se va a disipar.

Pero si hay algo de lo que estoy segura, es que mi novio no va a dejar de usar bolso. La simple comodidad de tener una cartera para guardar cosas le está ganando a las convenciones de género. Hace cuatro años la revista Highsnobiety ya lo anunciaba: “Los hombres quieren llevar bolsos, pero todavía no lo saben”. Y pareciera ser que el bolso es un pequeño primer paso hacia una transformación respecto a qué significa la moda masculina y la masculinidad en sí.

Ojalá sea un cambio genuino, un cambio de paradigma real. Mientras tanto, disfruto del espacio extra en mi cartera.

Otros Relacionados