“Mi profe es trans”: Profesores transgénero en colegios de Chile - Galio
Reportaje
07/07/2023

“Mi profe es trans”: Profesores transgénero en colegios de Chile

¿Cuántas personas trans conoces que sean chilenas?, ¿sabes qué problemas tienen para encontrar trabajo?, ¿a qué se dedican?, ¿cuántas de ellas son profesoras? Según el Primer Estudio sobre Diversidad Sexual y Trabajo Dependiente (Iguales, 2015), a un 50,4% de las personas LGBTQAI+ les resulta difícil encontrar empleo, de las cuales el 65,8% se identificaban como personas trans. Un síntoma que intentaremos entender a través de los relatos de Nícola Vilander y Moi Cruz Sáez, quienes nos contaron todas sus (des)aventuras en el incierto y, por qué no, hermoso proceso de convertirse en le primer profe trans de sus colegios. Todo esto junto a Emilia Schneider, la primera diputada trans chilena, quien nos da detalles del mood actual en que se encuentra el cupo laboral trans en el país. 

Nícola Vilander [pronombre: ella] se crió en la fría y, para sorpresa de nadie, conservadora  ciudad de Temuco, en el sur de Chile, donde tomó clases de ópera desde muy pequeña. Hizo un intercambio en el colegio de artes performáticas Kallion Lukio en Finlandia. Egresó de la carrera de Actuación en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Se licenció en Educación como profesora de enseñanza media en artes escénicas y, actualmente, se encuentra ad portas de recibirse como Magíster en Educación, mención Diversidad e Inclusión… ¡ah! y hace solo un año se convirtió en la primera profesora transgénero de su colegio. 

“Una cosa es identificarse trans y otra es sentirlo”, explica Nícola, quien se ha sentido trans toda la vida pero que recién comenzó a verlo como una posibilidad en 2020, a los 24 años, cuando realizaba su práctica docente en un colegio británico de la comuna de La Reina, Santiago. Dos años después, y con contrato en el mismo establecimiento, tomó la decisión de contarle sobre su identidad a algunas compañeras de trabajo, quienes la apoyaron para que hablara con la dirección del colegio. “Una de las incertidumbres que tuve era que existiera rechazo por parte de mis colegas, en especial de aquellos a los que le había agarrado cariño, que me dejaran de ver por lo que hago y me convirtiera en una persona de categoría inferior. También hubo momentos en que me sentí absolutamente paralizada ante el escenario de no tener trabajo, de perder todos mis derechos y privilegios, ya sea relativos a la masculinidad y a la clase social, como también al aumento en el costo de mi plan de Isapre o, incluso, que disminuyera mi sueldo por ser leída como mujer”. 

La respuesta del rector fue que no existían casos similares previos, pero que se iban a organizar. Y así lo hicieron, junto a un equipo interdisciplinario de mujeres, desde el área de la psicología, los recursos humanos, las comunicaciones y la convivencia escolar, comenzaron a diseñar un plan de no discriminación dentro del contexto escolar, todo amparado bajo normas chilenas actuales del Código del Trabajo, la Ley Zamudio y la Ley de Identidad de Género. “Debido a que no había casos cercanos empecé una búsqueda personal en referentes externos. Me informé de los protocolos sugeridos por la National Education Union de Reino Unido e ingresé a la red Trans Educators Network de Estados Unidos, la cual está integrada por profesores trans no binarios, quienes comparten sus experiencias. Algo que me llenó de esperanzas y miedos, en especial porque en Latinoamérica los ejemplos continúan siendo escasos. En esos días recuerdo que me quedaba horas paralizada en mi sala, al finalizar la jornada de clases, hasta que se hacía muy tarde y estaba oscuro”, relata Nícola.

El Primer Estudio sobre Diversidad Sexual y Trabajo Dependiente (2015) de la Fundación Iguales, concluyó que a un 50,4% de las personas LGBTQAI+ les resultaba difícil o muy difícil encontrar trabajo, siendo el 65,8% de ese total personas trans. En el informe también se señala que para este último segmento existen dos momentos de alta incertidumbre a la hora de aplicar. El primero, cuando deben enfrentarse al empleador y este les identica como transgénero, y el segundo, a la hora de solicitar los datos personales, cuando el empleador puede percatarse que existe una discordancia entre la cédula y la identidad social.

Una de esas personas que sufrido al tratar de compatibilizar su vida personal y su vida laboral es Moi Cruz Sáez [pronombre: él], quien se identifica hace cinco años como transgénero masculino no binario y trabaja hace siete en pedagogía. “Yo siempre sentí que lo era, solo que no entendía lo que pasaba conmigo y mi mente, ¿quién soy?, ¿por qué no me gusta esto de mí?, siempre me pregunté eso, ya que de chico sufro de disforia corporal”. 

La primera vez que Moi habló sobre su identidad en el trabajo fue en pandemia, en una reunión online que buscaba orientar al establecimiento, graciosamente, sobre el género. En esta se encontraba presente el Departamento de Educación de la Municipalidad de Recoleta y el de Disidencia y Género. “Les expliqué que me había costado mucho contarlo, tanto por los apoderados que podían reaccionar de mala manera así como también por el miedo a perder mi trabajo. La reacción general fue la de comenzar a llorar y aplaudir”.

Sin embargo, a los pocos días surgieron los problemas, cuando la dirección del establecimiento citó a Moi y le pidió que no contara sobre su identidad al resto de la comunidad con la excusa de que el colegio lo iba a ‘asesorar’ de la mejor manera. Una promesa que no tuvo efectos en lo que quedaba del año escolar, pero que para el mes de diciembre significó una nueva reunión con la directora, quien le informó que pediría su traslado porque su curso -supuestamente- no había cumplido con la cantidad de matrículas necesarias. “Yo le dije que eso era imposible, que mi curso era súper grande y que los apoderados sí estaban matriculando a sus niñes para el siguiente año, pero su respuesta fue que lo iba a cerrar igual. Eso desencadenó en mí una fuerte depresión y se me reactivó una alopecia”. 

Moi fue trasladado a la Escuela Capitán Daniel Rebolledo, de la misma comuna, lugar en que prefirió no revelar su identidad de género debido al reciente trauma que había sufrido. “Había sido algo que me había costado tanto decir y que al final a nadie le importó. Una cosa que sí me mantuvo a flote fue que varios estudiantes de mi antiguo colegio se trasladaron junto conmigo. Sin embargo, para el mes de mayo ya no aguanté más y mi psiquiatra prefirió darme licencia médica”. Al momento de reintegrarse Moi es citado por la orientadora escolar y esta le dice todos saben que es homosexual y que no entiende su preocupación por algo tan simple, a lo que Moi le responde que no es lesbiana sino que trans. “Su reacción fue que no entendían qué era eso pero que iban a hacer todo lo posible por educarse en materias de género y tratarme con mis pronombres adecuados. Eso me permitió sentirme un poco mejor, sonreír más, hasta que poco a poco comenzaron a equivocarse con mis pronombres constantemente. Fue tanto que un día un asistente de educación me llamó para hablar con un apoderado y me dijo ‘profesor, profesora, profesere, ¡ay! como sea que se le diga’. Eso me marcó tanto que no pude volver más a trabajar”.

Para el mes de enero Moi decidió pedir nuevamente traslado en la Municipalidad de Recoleta, pero esta vez habló directamente con el Programa de Género y Diversidad Sexual. “Les conté que era trans y también de todas las formas que me habían discriminado hasta la fecha. El área me respondió que comenzaría inmediatamente una investigación por discriminación, sin embargo, aún no he visto resultados”. A pesar de ello, la denuncia le permitió ser asignado a un nuevo establecimiento, la Escuela Víctor Cuccuini, donde decidió presentarse desde el primer día como transgénero. “La experiencia ha sido súper diferente, siento que es un sueño, respetan mis pronombres, mi forma de vestir. La primera vez que dije que era trans públicamente me llegó una carta de mis estudiantes que decía ‘Bienvenido tío Moi’. Aún espero no despertar de este sueño porque sé que hay muchos colegas que dicen que son trans y se quedan sin trabajo. Yo tuve la suerte de haber llegado a esta escuela donde me han aceptado y me han dado un buen trato, a pesar de estar trabajando como bibliotecario y no tutor. Eso en esos momentos no me importa tanto, porque lo único que deseo después de todo estos años es hacer mi trabajo en paz”.

Al comparar la situación laboral actual en el Cono Sur, tanto Argentina como Uruguay ya cuentan con normativas que exigen que el 1% de los puestos de trabajo deban ser ocupados por personas trans (exclusivamente en el sector público en el primer país, y en general en el segundo). En el caso de Chile, según Emilia Schneider [pronombre: ella], diputada y primera parlamentaria transgénero de Chile, aún cuando existe interés por el cupo laboral trans no hay una propuesta clara del gobierno actual de cómo se avanzará en el proyecto. “Hay muchos otros asuntos en la agenda del Ministerio del Trabajo, así como también ha habido en el debate público una reacción muy fuerte en contra de los avances de la población LGBTI+, en especial por parte de la derecha, la ultraderecha y ciertos sectores ‘progresistas’ que han sacado a relucir visiones conservadoras diciendo que los derechos de la población LGBTI+ son leseras”. 

No obstante, la diputada advierte que no basta con que el cupo laboral trans garantice trabajo en el sector público, sino que también debe incluir al privado. “Junto a mi equipo hemos pensado en un incentivo para que las empresas privadas contraten a personas trans. Y esto, por supuesto, tiene que tener seguimiento ya que la idea no es que a las personas trans se les contrate por un rato y después se les eche o que se les mantenga escondidas, sino que debe permitir una integración efectiva. También debemos hablar de políticas laborales contra la discriminación y de nivelación de estudios, a través de capacitaciones y certificaciones, porque eso es algo a lo que la población trans no ha podido acceder como un derecho”. 

Hasta que la clase política se golpee la cabeza y reaccione, Moi cree que su sola existencia en el colegio ya ha generado grandes cambios. “Yo soy el mecanismo de inclusión, mi existencia. Yo aprendo tanto de mis estudiantes como elles de mí. De hecho, mis estudiantes son más receptivos a entender realidades distintas que los propios adultos, tanto así que no solo corrigen a sus compañeros cuando se equivocan con mis pronombres sino que también a mis propios colegas. Eso me hace sentir protegido y feliz porque veo que se están educando en materias de género aun cuando no haya una educación integral real. Esta es la primera generación de estudiantes que va a decir ‘mi profe es trans y me pongo en su lugar’”. Esta idea es compartida por Nícola, quien considera que los cambios no solo se producen con una cátedra, sino que también con el actuar. “El acto de la visibilización no es solo exponer algo sino que también gestionar, a través de acciones concretas, la posibilidad de existir en el mundo. Las personas trans somos parte de la realidad y es un asunto de justicia que también estemos presentes en las escuelas. Hasta ahora siempre hemos estado donde el resto ha querido que estemos y no donde nosotras deseamos realmente”. 

Respecto a los consejos que podrían darle a otres docentes transgénero, Nícola considera que es necesario unir fuerzas entre colegas. “Si hay un desafío colectivo la respuesta debería ser igualmente colectiva. Dejarle a una persona llevar su proceso de transición individualmente lo hace muy difícil y las cosas no tienen porqué serlo. Yo tuve la suerte, de encontrar a las personas indicadas en el momento indicado, quienes tenían la sensibilidad para ser afectadas por una experiencia muy distinta a la suya y aún así defenderla como si fuera propia”. Por su parte, Moi piensa que la honestidad es fundamental, “digan al momento de entrar a una escuela que son trans, ya que guardarse algo así podría causarles un gran daño. Nunca dejen de quererse, ni olviden que nos tenemos les unes a les otres. Y al resto de las personas, les diría que valoren a sus profes y valórenlos el doble si son trans”.

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