Barbie: De muñeca a ícono gay - Galio
Reportaje
19/07/2023

Barbie: De muñeca a ícono gay

¿Cómo es que una rubia, delgada y heterosexual figura se convirtió en símbolo de la disidencia? Para intentar responder esa pregunta nos adentramos en la historia de Barbie, la muñeca más famosa de todos los tiempos, y su relación con la comunidad gay. Además conversamos con Nico Aguilera (dootoyscollector) y Erick Valdés (gumball), homosexuales y coleccionistas de Barbies, quienes nos contaron la historia detrás de sus más de 400 muñecas.  

Una de mis preguntas favoritas para hacer en carretes a otros gays es: “¿fuiste maricón con muñecas o sin muñecas?”. Dos categorías que, según yo y avalado por ningún estudio, dicen mucho del tipo de adulto que son. En la primera categoría estoy yo, que recuerdo haber recibido mi Barbie -esa de brillos mágicos, que tenía escarcha y hada- una navidad cortesía de mis padres, quienes aceptaron luego de discusiones y llantos.

Han pasado muchos años desde ese momento y la película ‘Barbie’ está a punto de estrenarse, dirigida por Greta Gerwig (te amo, por favor no te pegues una cagada que no quiero que te cancelen) y protagonizada por Margot Robbie. Al igual que yo, todo mi círculo cola tiene entradas para la première, por lo que fue inevitable preguntarse si la película estaba o no marketeada para nosotros (hombres + gay + millennials). La respuesta general fue que sí, llegando incluso a decir que era nuestra misión como homosexuales porque Barbie era un símbolo gay. Así que aquí estamos, tratando de resolver esta nebulosa rosa, ¿por qué Barbie pasó de ser una simple muñeca a convertirse en un ícono gay?

Las muñecas han formado parte de la humanidad desde hace miles de años, pasando por los antiguos egipcios, quienes sepultaban a sus muertos con muñecas que aseguraban una reencarnación con sirvientes (más de un cuico haría esto si fuera cierto), griegos, romanos, japoneses hasta rusos. Todas estas civilizaciones han estado vinculadas de alguna u otra forma con el objeto, el cual no solo ha visto evolucionar sus funciones sino que también su composición, pudiendo encontrarse en versiones de papel maché, cera y porcelana (esas típicas que están en las vitrinas de las abuelas que sí o sí están poseídas). Todas muy diferentes entre sí pero compartiendo dos características generales: tienen forma de bebé y cumplen la función de entrenar a las niñas para ser buenas madres… bueno, eso hasta que apareció Barbie.

Barbara Millicent Roberts, más conocida como Barbie, fue creada en 1959 por la estadounidense Ruth Handler, a quien se le ocurrió la idea tras percatarse que su hija prefería jugar con muñecas con forma adulta y no guaguas. A pesar de que la idea fue rechazada en un inicio por Mattel (el esposo de Handler es uno de los co-fundadores de la empresa), un viaje a Alemania le daría la razón a la estadounidense. Puesto que en él conocería a Bild Lili, muñeca sexual protagonista de un cómic para adultos que, sin embargo, era muy popular entre las niñas por su estilo. Una compra de derechos por aquí y una inspiración (o copia) por allá darán como resultado el nacimiento de la rubia de plástico que todes conocemos. 

Lo cierto es que el ingreso de Barbie al mercado significó una revolución, puesto que, a diferencia de sus antecesoras, esta no solo tenía el cuerpo de una mujer adulta (su vida no giraba en torno a orinarse y necesitar cuidado) sino que además era multidimensional, es decir, tenía profesiones y ocupaciones.  Según Nico Aguilera, conocido en la comunidad Barbie como ‘dootoyscollector’, bailarín, coleccionista y creador de contenido sobre la muñeca, “antes de que existiera [Barbie] el mercado de juguetes para las niñas estaba pensado para que solamente pudieran adoptar roles maternales, cambiar pañales y pasear con el coche. Mientras que Barbie, invitó a ser la o el protagonista de sus vida, todo el resto es ‘accesorio’ , ella vino con esta oportunidad para que tú decidas cómo vestirte y ser quién quieras ser, eso cambió las reglas del juego no solo para las niñas sino que roles de género en general”.

En su caso, no recuerda un minuto de la vida en que no haya admirado a la diva de Mattel. “Jugué desde chico con muñecas, las de mi prima especialmente, a quien yo le prestaba mis Max Steel, creando historias y pasando horas divirtiéndonos, todo sin prejuicios. Me acuerdo que iba a las tiendas y me quedaba pegado viendo los pasillos completamente rosados, aunque todo era con cierto miedo porque era a finales de los años 90s y para esa época era muy mal visto que a un hombre le gustase el rosado o las muñecas”. Un gusto que, cuenta, no derivó en bullying por parte de sus pares pero que en el caso de sus padres significó ciertos problemas. “Mis viejos me escondían las muñecas cuando era chico para que no jugara con ellas. Creo que tiene que ver con el reflejo de la sociedad de hace 15 años atrás, éramos ignorantes, el rosado era un color exclusivo de niñas y las Barbies eran un juguete con género. Barbie se terminó convirtiendo en una especie de deseo prohibido para mi” .

Un deseo que surgiría nuevamente en la adolescencia de Nico pero, esta vez, con el poder adquisitivo para comprar las muñecas que no pudo tener de chico. Esto lo ha llevado a tener más de 300 Barbies a la fecha, además de haber fundado el Instagram de la ‘Comunidad Barbie Chile’ en 2017, uniendo a distintos coleccionistas y desarrollando exposiciones sobre la muñeca. “Colecciono Barbies hace 15 años y aún me continúa pareciendo maravilloso cómo las personas logran conectar con las muñecas y se emocionan con ellas”. 

La reconexión adulta con Barbie también fue el caso de Erick Valdés, conocido en la comunidad Barbie como ’gumball’, fotógrafo y con una colección de más de 130 Barbies. “Siempre tuve un coqueteo con las muñecas, desde niño. Yo no tenía Barbie, me crié en una familia que viene del campo entonces no había problemas con que tuviera otros juguetes que se asociaban con los niños, como el Max Steel, pero no las Barbies, en especial porque eran muy caras. Recuerdo que mi mamá me compraba las que vendían en las ferias y bazares para no gastar tanta plata. Oficialmente empecé a interesarme en Barbie en la universidad, cuando estaba armando un proyecto de investigación que trataba de los roles de género y el por qué los niños no podían jugar con una muñeca”.

Para Erick, lo que más le llamó la atención de Barbie fue su concepto, el cual era más  diverso que el de cualquier otra muñeca. “En los 2000s las otras muñecas que habían tenían conceptos muy limitados. Las Bratz eran amantes de la moda y las Monster High eran monstruos con proporciones que se asimilaban más a una caricatura. En el caso de Barbie, sí, habían fashionistas, pero también había princesas, profesionales, adultas que tenían una vida funcional. Siempre hubo muchos mundos en Barbie, abarcaba muchas historias y, por tanto, más opciones de lo que se podía hacer con ella” . Este mundo ilimitado es la base de la muñeca según su propia creadora, quien en su libro ‘Dream Doll: The Ruth Handler Story’ explica que “Barbie siempre representó el hecho de que una mujer tenía opciones”.

A pesar de esto último, Barbie no ha estado exenta de críticas a lo largo de su historia (racismo, gordofobia y la lista sigue), en especial por parte de grupos que la acusan de ser el estandarte de la white-liberal-girlboss. En este sentido, aún cuando Barbie se caracteriza por ser liberal porque trabaja y usa pantalones, también lo es al jamás haber hecho un comentario que sea medianamente político. De hecho, antes de la película de Gerwig técnicamente el personaje jamás ha dicho nada aparte de sus líneas como actriz (todas las películas del universo de Barbie parten de la base de que ella es una actriz que interpreta personajes). En este sentido, la personalidad de la muñeca solo ha salido a relucir a través de parodias, como es el caso del capítulo de Los Simpsons en donde Baby Malibú (que evidentemente es la Barbie libre de copyrights) reproduce discursos sexistas (“vamos a maquillarnos para gustarle a los muchachos” o “no me preguntes, soy solo una chica”). Así como también la canción de Aqua ‘Barbie Girl’ donde es representada como alguien materialista e hipersexualisada (“I’m a Barbie girl in the Barbie world, life in plastic, it’s fantastic, you can brush my hair, undress me everywhere”).  

De esta forma, debido a que Barbie no posee una personalidad fija, solo es posible conocerla y conectar con ella a través de sus películas y sus características evidentes: flaca, blanca, rubia, femenina y heterosexual. Algo que, según Erika Rand en su libro ‘Barbie’ s Queer Accessories’, la alejaría de ser un símbolo queer… si no fuera porque en todos sus films tiene casi nulo acercamiento a sus contrapartes masculinas (Ken), generando con ello un mensaje muy ambiguo. Esto es compartido por el video ‘Overanalyzing the Barbie Movies with Queer Marxist Theory’ de Alexander Ávila, el cual concluye que aún cuando Barbie se trata de un personaje conservador, todas sus historias repiten cierto patrón. Por un lado, su discurso se basa en ser libre, hacer lo que quiere y amar a quien quiera (algo muy gay si me preguntan). Y, por el otro, sus películas poseen una dominante mirada femenina (female gaze), dejando de lado todo aquello que no se relacione al vínculo que tiene con otras mujeres, es decir, los hombres de su universo (o el patriarcado si nos ponemos más hardcore).

Independientemente de estos análisis, es imposible negar que la figura de la muñeca ha sido la fuente de inspiración para diferentes personas, en especial de la comunidad gay. Pasando por la artista de cabaret del underground neoyorkino Amanda Lepore, Jeremy Scott en su desfile para Moschino primavera-verano 2015 (con todas las modelos vestidas de Barbie) y, quizás el más famoso de todos, la drag queen Trixie Mattel, quien no solo tomó el apellido y se inspiró estéticamente en la muñeca, sino que además la utiliza como símbolo de rebeldía frente al sistema heteropatriarcal.  En este sentido, Trixie escribió para Vogue: “Barbie jugó un papel importante al ayudarme a darme cuenta, mientras crecía como un niño gay, que tal vez podía hacer lo que quisiera y ser quien quisiera”.

Este sentimiento es compartido por Erick, quien cree que Barbie se ha transformado en un ícono gay gracias a que su lema resuena en especial con ciertas comunidades invisibilizadas. “Creo que el ‘sé lo que quieres ser’ se vincula con las personas gay porque a estas se les prohibió por muchos años ser quienes querían ser. Hubo un periodo en que no veías gay en cargos importantes, en un banco, siendo abogado, sino que siempre eran peluqueros o vendían perfumes en el mall. Esta muñeca llegó a revolucionar todo, diciéndonos que podíamos ser lo que queríamos ser” . Por su parte, Nico piensa que ni la apariencia ni la orientación sexual de la muñeca tienen importancia a la hora de considerarla como parte del imaginario queer. “La manera en que me reflejo con Barbie va más allá de que sea mujer, rubia, etc., tiene que ver con su mensaje de empoderamiento. La relación que tiene Barbie con el mundo gay es súper potente, de hecho, creo que la mayoría de las personas que coleccionamos muñecas somos hombres homosexuales. Para mi Barbie es una fantasía, no es una mujer real, es una idea, un mundo que podemos crear en nuestra mente y que Barbie libera. Pienso que como gays hemos encontrado en Barbie no solo un referente, sino que también un refugio en su mundo rosa ”.

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